Capitulo 25

796 51 14
                                    

—No te atrevas a retarme a jugar a juegos en los que perderás.

Estás jugando con fuego.

Samuel se había quedado sin habla. No sabía qué le había

dolido más, si la fuerza invisible que Atticus había utilizado contra él

o ser testigo de la muerte repentina y espantosa de una de las

únicas dos personas en el mundo que le importaban.

—¿P-p-por q-q-qué...? — preguntó. Le costaba formar las

palabras.

—Es una pena — suspiró Atticus con aire dramático—. Es un

buen chico..., ay, quiero decir, era un buen chico. Había mucha luz

en él. Me recordaba un poco a Evelyn.

—Y ¿por qué demonios lo has matado? — gimoteó Samuel. El

sonido de su voz contrastaba con la dura expresión de su rostro—.

¡No era ninguna amenaza para ti! ¿En serio lo has matado sólo

porque le parecía que Evelyn era guapa y simpática? ¿Vas a matar

a cualquier hombre que tenga la más mínima posibilidad de apartar

a Evelyn de ti? ¿Estás tan loco como para asesinar a un chico

inocente por una muchacha que te odia a muerte?

—No lo he matado porque le gustase Evelyn, sino porque era un

dreyano. Aspen era mi objetivo desde el principio. ¿Acaso querías

que me quedara de brazos cruzados mientras veía a Kainsius criar a

un chico que potencialmente podría participar en mi asesinato algún

día? — explicó Atticus.

—Entonces ¿no has venido aquí por Evelyn?

—Bueno, ella me ha traído hasta aquí, pero no esperaba

encontrarme con que Kainsius tenía escondido a un dreyano, a mis

espaldas. Ha sido mala suerte para Aspen que tú decidieras traer a

Evelyn aquí. Si no la hubieses traído, yo no habría sabido de la

existencia del muchacho y probablemente ahora estaría vivo. —

Atticus le dirigió una sonrisa de falsa simpatía—. Cada día muere

gente buena, así es la vida. Que Aspen fuese inocente no era

motivo suficiente para que le perdonara la suya.

—¿Qué es un dreyano?

—Pregúntaselo a tu querido amo y creador. Él es el responsable

de darte lecciones de historia, no yo.

Samuel quería gritar, quería saltarle encima a Atticus y ahogarlo

para vengar a Aspen, pero no podía. Su cuerpo seguía

recuperándose del trauma de fuera lo que fuese lo que Atticus le

había hecho hacía un rato.

—A Evelyn le ha caído bien Aspen... — murmuró tras un

momento de silencio.

—A Evelyn le cae bien mucha gente. ¿En serio esperas que les

perdone la vida a todos los hombres, mujeres, niños, perros y gatos

con los que Evelyn se encariñe? Por favor, no seas absurdo.

—Te odiará por esto.

—Ya me odia. — Atticus se encogió de dolor al decirlo, pero

escondió sus emociones chasqueando la lengua. A veces, las

palabras resultaban aún más dolorosas cuando las pronunciaba uno

mismo. Miró la espina dorsal que seguía en su mano y añadió—: No

me quedan muchas esperanzas. Nunca me querrá, nunca me

mirará del modo en que mira a Ethan y a Hansel.

—¿Por qué será? — preguntó Samuel con sarcasmo.

Intentó levantarse del suelo, pero no pudo. Su cuerpo seguía

hecho polvo tras el ataque de Atticus. Gruñó frustrado.

—Yo no me molestaría. Pasará más de media hora aún hasta

que puedas moverte con normalidad — dijo el rey sacando trocitos

de carne de la espina dorsal de Aspen.

Samuel miró el cuerpo sin vida de su amigo. Del espacio donde

había estado la columna salía sangre que cubría su ropa y el suelo

a su alrededor. Reprimió las ganas de vomitar. Se sentía asqueado,

enfermo. Apartó la vista, incapaz de soportar el dolor.

Le escocían los ojos, pero no lloró. No podía hacerlo, no con

Atticus todavía allí. Sin embargo, se puso a temblar y no pudo evitar

que se le escapara un leve sollozo. Su frío semblante se había roto.

—Kainsius nunca te perdonará por esto, ¿sabes? Quería a

Aspen como a un hijo, nunca te lo perdonará, jamás te verá con los

mismos ojos. Bien..., acabas de perder a la única familia que te

quedaba en este mundo.

—Puede que no sea la única familia que me queda — murmuró

Atticus en un tono demasiado bajo como para que Samuel lo oyese

—. ¿Crees que me importa lo que piense Kainsius? Lo odio. No me

importa una mierda. No es más que una pérdida de tiempo y

espacio. Llevo tres milenios intentando hacérselo entender.

—¡Sigue siendo tu única familia biológica en el mundo! — siseó

Samuel—. ¿Es que no te importa nada de nada? ¿Que por vuestras

venas corra la misma sangre no significa nada? ¡Es tu hijo, Atticus!

¡Kainsius es tu hijo! ¿Estás tan consumido por la Oscuridad que

incluso has dejado de tener sentimientos hacia tu propio hijo? —

Samuel no sabía de dónde le venía toda aquella energía, pero se

vio a sí mismo gritándole al rey—. Él te quiere, te adora y te venera,

y lo único que tú haces es herirlo, apartarlo de ti y castigarlo por

cosas que no son culpa suya, ¿por qué, Atticus? ¿Por qué odias a

tu único hijo?

Silencio.

Al ver que él no respondía, Samuel siguió hablando:

—¿Cuándo dejarás de luchar por el amor de una chica que

jamás te amará y aceptarás el amor del hijo que lleva toda su vida

luchando por ti, pese a todo lo que le has hecho? Ha estado

trabajando por ti y haciendo todo lo que le pedías toda su vida, y sin

esperar a cambio ni las gracias ni una sonrisa. Y tú, ¿Cómo lo

recompensas por todo ello? Con tormentos, lágrimas y, ahora,

matando a su mejor amigo en el bloque de apartamentos que tú

creaste para cobijar a tus secuaces.

—Kainsius se ha aliado con Venecia — declaró de pronto Atticus

—. Planean derrocarme.

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora