—No te atrevas a retarme a jugar a juegos en los que perderás.
Estás jugando con fuego.
Samuel se había quedado sin habla. No sabía qué le había
dolido más, si la fuerza invisible que Atticus había utilizado contra él
o ser testigo de la muerte repentina y espantosa de una de las
únicas dos personas en el mundo que le importaban.
—¿P-p-por q-q-qué...? — preguntó. Le costaba formar las
palabras.
—Es una pena — suspiró Atticus con aire dramático—. Es un
buen chico..., ay, quiero decir, era un buen chico. Había mucha luz
en él. Me recordaba un poco a Evelyn.
—Y ¿por qué demonios lo has matado? — gimoteó Samuel. El
sonido de su voz contrastaba con la dura expresión de su rostro—.
¡No era ninguna amenaza para ti! ¿En serio lo has matado sólo
porque le parecía que Evelyn era guapa y simpática? ¿Vas a matar
a cualquier hombre que tenga la más mínima posibilidad de apartar
a Evelyn de ti? ¿Estás tan loco como para asesinar a un chico
inocente por una muchacha que te odia a muerte?
—No lo he matado porque le gustase Evelyn, sino porque era un
dreyano. Aspen era mi objetivo desde el principio. ¿Acaso querías
que me quedara de brazos cruzados mientras veía a Kainsius criar a
un chico que potencialmente podría participar en mi asesinato algún
día? — explicó Atticus.
—Entonces ¿no has venido aquí por Evelyn?
—Bueno, ella me ha traído hasta aquí, pero no esperaba
encontrarme con que Kainsius tenía escondido a un dreyano, a mis
espaldas. Ha sido mala suerte para Aspen que tú decidieras traer a
Evelyn aquí. Si no la hubieses traído, yo no habría sabido de la
existencia del muchacho y probablemente ahora estaría vivo. —
Atticus le dirigió una sonrisa de falsa simpatía—. Cada día muere
gente buena, así es la vida. Que Aspen fuese inocente no era
motivo suficiente para que le perdonara la suya.
—¿Qué es un dreyano?
—Pregúntaselo a tu querido amo y creador. Él es el responsable
de darte lecciones de historia, no yo.
Samuel quería gritar, quería saltarle encima a Atticus y ahogarlo
para vengar a Aspen, pero no podía. Su cuerpo seguía
recuperándose del trauma de fuera lo que fuese lo que Atticus le
había hecho hacía un rato.
—A Evelyn le ha caído bien Aspen... — murmuró tras un
momento de silencio.
—A Evelyn le cae bien mucha gente. ¿En serio esperas que les
perdone la vida a todos los hombres, mujeres, niños, perros y gatos
con los que Evelyn se encariñe? Por favor, no seas absurdo.
—Te odiará por esto.
—Ya me odia. — Atticus se encogió de dolor al decirlo, pero
escondió sus emociones chasqueando la lengua. A veces, las
palabras resultaban aún más dolorosas cuando las pronunciaba uno
mismo. Miró la espina dorsal que seguía en su mano y añadió—: No
me quedan muchas esperanzas. Nunca me querrá, nunca me
mirará del modo en que mira a Ethan y a Hansel.
—¿Por qué será? — preguntó Samuel con sarcasmo.
Intentó levantarse del suelo, pero no pudo. Su cuerpo seguía
hecho polvo tras el ataque de Atticus. Gruñó frustrado.
—Yo no me molestaría. Pasará más de media hora aún hasta
que puedas moverte con normalidad — dijo el rey sacando trocitos
de carne de la espina dorsal de Aspen.
Samuel miró el cuerpo sin vida de su amigo. Del espacio donde
había estado la columna salía sangre que cubría su ropa y el suelo
a su alrededor. Reprimió las ganas de vomitar. Se sentía asqueado,
enfermo. Apartó la vista, incapaz de soportar el dolor.
Le escocían los ojos, pero no lloró. No podía hacerlo, no con
Atticus todavía allí. Sin embargo, se puso a temblar y no pudo evitar
que se le escapara un leve sollozo. Su frío semblante se había roto.
—Kainsius nunca te perdonará por esto, ¿sabes? Quería a
Aspen como a un hijo, nunca te lo perdonará, jamás te verá con los
mismos ojos. Bien..., acabas de perder a la única familia que te
quedaba en este mundo.
—Puede que no sea la única familia que me queda — murmuró
Atticus en un tono demasiado bajo como para que Samuel lo oyese
—. ¿Crees que me importa lo que piense Kainsius? Lo odio. No me
importa una mierda. No es más que una pérdida de tiempo y
espacio. Llevo tres milenios intentando hacérselo entender.
—¡Sigue siendo tu única familia biológica en el mundo! — siseó
Samuel—. ¿Es que no te importa nada de nada? ¿Que por vuestras
venas corra la misma sangre no significa nada? ¡Es tu hijo, Atticus!
¡Kainsius es tu hijo! ¿Estás tan consumido por la Oscuridad que
incluso has dejado de tener sentimientos hacia tu propio hijo? —
Samuel no sabía de dónde le venía toda aquella energía, pero se
vio a sí mismo gritándole al rey—. Él te quiere, te adora y te venera,
y lo único que tú haces es herirlo, apartarlo de ti y castigarlo por
cosas que no son culpa suya, ¿por qué, Atticus? ¿Por qué odias a
tu único hijo?
Silencio.
Al ver que él no respondía, Samuel siguió hablando:
—¿Cuándo dejarás de luchar por el amor de una chica que
jamás te amará y aceptarás el amor del hijo que lleva toda su vida
luchando por ti, pese a todo lo que le has hecho? Ha estado
trabajando por ti y haciendo todo lo que le pedías toda su vida, y sin
esperar a cambio ni las gracias ni una sonrisa. Y tú, ¿Cómo lo
recompensas por todo ello? Con tormentos, lágrimas y, ahora,
matando a su mejor amigo en el bloque de apartamentos que tú
creaste para cobijar a tus secuaces.
—Kainsius se ha aliado con Venecia — declaró de pronto Atticus
—. Planean derrocarme.
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampireHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...