Atticus cumplió su promesa.
Durante toda la noche, mantuvo sus manos alejadas de Evelyn.
Bueno, no de forma literal, porque su torso estuvo todo el tiempo
pegado a la espalda de la camisa de ella, su propia camisa, de
hecho.
Se había quedado dormida en sus brazos, con su camisa
puesta. Pensarlo lo hizo sonreír cuando se despertó temprano esa
mañana. También estaba indescriptiblemente orgulloso de sí mismo,
y muy sorprendido al mismo tiempo, de haber podido pasar la noche
sin intentar nada, teniendo el cuerpo de ella tan cerca y en una
posición tan íntima. Pensó que era imposible que no acabara por
sucumbir a la tentación, pero no lo hizo, y se sentía
excepcionalmente bien por ello.
El sol asomaba por los perfiles de los rascacielos de Utopía
cuando Atticus se deslizó entre las sábanas sin hacer ruido y se
sentó al borde de la cama. Su sonrisa se agrandó aún más al
echarle una mirada a Evelyn, que seguía durmiendo plácidamente.
Su ángel de cabello oscuro, a quien había abrazado toda la
noche, dormido en su cama. Era la segunda noche seguida que se
levantaba con ella entre sus brazos. Aunque debía admitir que
prefería cómo se habían levantado la mañana anterior, sin ningún
tipo de material separando sus cuerpos, con su piel desnuda
brillando a la luz del amanecer.
«Me ha pedido una noche sin sexo y eso es lo que le he dado»,
pensó sorprendido y satisfecho de sí mismo.
Había creído que la tentación sería demasiado difícil de evitar.
Había pensado que la noche le resultaría insoportable y dolorosa,
pero no lo había sido. Había transcurrido de forma pacífica y
relajada, incluso placentera. Y todo porque la había estrechado
entre sus brazos.
Disfrutaba durmiendo abrazado a Evelyn más de lo que había
anticipado, y haberlo hecho dos veces seguidas le preocupaba por
si después no conseguía acostumbrarse de nuevo a la inmensidad
de su gran cama vacía. Normalmente no dejaba que sus fulanas se
quedaran en su habitación tras una sesión de sexo, y mucho menos
a dormir.
Pero Evelyn era diferente.
Miró el despertador: las 6.12.
Era hora de irse. Tenía que revisar con Jonah los últimos
informes de defensa, aunque en realidad no eran tan urgentes.
Nunca nada sería tan urgente como para que tuviera que apartarse
del lado de Evelyn y dejarla aventurarse sola en una ciudad
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampirHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...