En su cabeza, el plan era la mar de simple. Todo cuanto tenía que
hacer era llegar a la torre, encontrar el apartamento de Hansel
(suponía que no le costaría mucho) y verlo por última vez hasta que
el destino decidiera volver a juntarlos, o no. Unas pocas palabras y
un adiós para siempre, probablemente.
Pero no fue tan sencillo. Evelyn no había previsto encontrarse
con seguridad en forma de cuatro vampiros altos y anchos como
montañas que le partirían el cuello antes de poder pronunciar
siquiera una sílaba. No había esperado que la detuvieran cuando se
acercó a los escalones de la entrada.
—Aquí no queremos escoria — le dijo, o más bien le escupió uno
de los guardias, mirándola con una amenazadora sonrisa que hizo
que su estómago diera un vuelco.
«Sé valiente, no te eches atrás», se dijo ella haciendo acopio de
todo su coraje. Les dirigió a los tipos una sonrisa dulce a la par que
confiada y retadora. Notó el peso de la pistola en el bolso y al
instante se arrepintió de no haberla llevado en la mano o el cinturón,
o donde demonios fuese que la gente colocaba sus pistolas.
No obstante, entonces recordó lo rápidos que eran los reflejos de
los vampiros y cayó en que no tendría ni siquiera tiempo de apretar
el gatillo antes de que uno la derribara, la estrangulara o le
arrancara el corazón de cuajo.
«A lo mejor no era tan buena idea...»
—He venido a ver a lord Hansel Alexander — les anunció con la
cabeza bien alta—. Tengo un mensaje urgente para él de parte del
rey.
Señaló el colgante que llevaba en el cuello y esperó que los
vigilantes retrocediesen al ver la marca de Atticus. No sabía qué lo
hacía tan especial al llevar sólo las iniciales «AL», pero si él se lo
había dado debía de ser por algo.
Uno de los guardias miró a Evelyn y chasqueó la lengua.
—¡Que te jodan, perra! — saltó casi escupiéndole a la cara—.
Llévate el falso sello de la casa real a otra parte, zorra estúpida.
Como ya te he dicho, en el Royal Lilac no queremos basura de tu
calaña.
Le arrancó el colgante de la cadena de oro y lo tiró al suelo,
sonriendo con suficiencia.
—¡Aparta! — gritó Evelyn, la sangre hirviéndole de la rabia—. Si
no te apartas ahora mismo te juro que las cosas se van a poner
bastante feas...
Antes de que pudiera acabar la frase, otro de los guardias ya la
había cogido por el cuello y la contemplaba divertido.
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampirosHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...