Capitulo 14

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En su cabeza, el plan era la mar de simple. Todo cuanto tenía que

hacer era llegar a la torre, encontrar el apartamento de Hansel

(suponía que no le costaría mucho) y verlo por última vez hasta que

el destino decidiera volver a juntarlos, o no. Unas pocas palabras y

un adiós para siempre, probablemente.

Pero no fue tan sencillo. Evelyn no había previsto encontrarse

con seguridad en forma de cuatro vampiros altos y anchos como

montañas que le partirían el cuello antes de poder pronunciar

siquiera una sílaba. No había esperado que la detuvieran cuando se

acercó a los escalones de la entrada.

—Aquí no queremos escoria — le dijo, o más bien le escupió uno

de los guardias, mirándola con una amenazadora sonrisa que hizo

que su estómago diera un vuelco.

«Sé valiente, no te eches atrás», se dijo ella haciendo acopio de

todo su coraje. Les dirigió a los tipos una sonrisa dulce a la par que

confiada y retadora. Notó el peso de la pistola en el bolso y al

instante se arrepintió de no haberla llevado en la mano o el cinturón,

o donde demonios fuese que la gente colocaba sus pistolas.

No obstante, entonces recordó lo rápidos que eran los reflejos de

los vampiros y cayó en que no tendría ni siquiera tiempo de apretar

el gatillo antes de que uno la derribara, la estrangulara o le

arrancara el corazón de cuajo.

«A lo mejor no era tan buena idea...»

—He venido a ver a lord Hansel Alexander — les anunció con la

cabeza bien alta—. Tengo un mensaje urgente para él de parte del

rey.

Señaló el colgante que llevaba en el cuello y esperó que los

vigilantes retrocediesen al ver la marca de Atticus. No sabía qué lo

hacía tan especial al llevar sólo las iniciales «AL», pero si él se lo

había dado debía de ser por algo.

Uno de los guardias miró a Evelyn y chasqueó la lengua.

—¡Que te jodan, perra! — saltó casi escupiéndole a la cara—.

Llévate el falso sello de la casa real a otra parte, zorra estúpida.

Como ya te he dicho, en el Royal Lilac no queremos basura de tu

calaña.

Le arrancó el colgante de la cadena de oro y lo tiró al suelo,

sonriendo con suficiencia.

—¡Aparta! — gritó Evelyn, la sangre hirviéndole de la rabia—. Si

no te apartas ahora mismo te juro que las cosas se van a poner

bastante feas...

Antes de que pudiera acabar la frase, otro de los guardias ya la

había cogido por el cuello y la contemplaba divertido.

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora