Capitulo 32

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Evelyn se sentía rara al tener que volver después de tanto tiempo.

En realidad, cuatro días no eran exactamente una vida, pero se lo

parecieron después de haberse pasado una larga temporada

encerrada en el palacio, vigilada por Atticus.

El vampiro le había negado sus necesidades básicas durante

tantos meses que ahora ella había atesorado cada segundo de

libertad como si fuese el último.

Durante aquellos cuatro días, apenas había dormido. Quería

aprovechar al máximo cada momento. No sabía cuánto iban a durar

sus minivacaciones, así que no se había atrevido a malgastar

preciosas horas en la cama cuando podía estar haciendo otras

cosas que le apetecían más.

Quería negárselo a sí misma, pero en esos cuatro días le había

parecido que estaba en el paraíso. Sentía el corazón acelerándose

en el pecho cada vez que el chófer le preguntaba adónde quería ir.

Aventurarse por la ciudad sola era algo emocionante. Sí, había

guardias siguiéndola, pero se mantenían a cierta distancia y nadie

se atrevía a decirle nada acerca de adónde quería ir o lo que

deseaba hacer en cada momento.

Era muy agradable.

Utilizó las reticencias de los guardias a decirle que no en su

propio beneficio. Durante aquellos días había hecho algo de lo que

sabía que un día se arrepentiría, pero no había podido evitarlo.

Tenía que hacerlo.

No sabía si era porque aún estaba con la adrenalina al máximo

gracias a aquella dulce sensación de independencia o si el cambio

de escenario había refrescado su mente y su capacidad intelectual

se había visto incrementada gracias a las cosas que había visto en

aquellos cuatro días, pero el palacio le pareció distinto.

Por algún motivo, los colores daban la impresión de ser más

vibrantes, las caras de los sirvientes más amables, más humanas.

Antes no les había prestado mucha atención. Eran como fantasmas,

escondiéndose entre sombras, atendiendo sus órdenes y sus

necesidades, y ahora le pareció que los veía por primera vez.

Algunos eran vampiros y otros humanos.

Apretó con fuerza el regalo que llevaba en la mano. Hizo el

esfuerzo de dedicarles sonrisas a los guardias que lo conducían a

su habitación. Supuso que ahora que estaba de vuelta en el palacio

seguiría en cuarentena, aislada de todos menos de Atticus. Pensar

en ello la entristeció, pero también sintió una punzada de esperanza.

Todavía se sentía furiosa. Se sentía traicionada, en parte.

Recordaba cómo Atticus le había asegurado que trataría de

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora