Silencio.
Todo estaba en silencio.
El cuerpo de Evelyn se hallaba sepultado bajo las mullidas y
blancas mantas.
Sus sentidos estaban apagados, desconectados del mundo.
Había una estufa plateada a unos metros de su cama para
mantener la habitación caliente. Atticus no quería que pillara un
resfriado por las bajas temperaturas.
Aunque la joven era incapaz de notar frío o calor. Su cuerpo se
había encerrado en sí mismo, bloqueándose. Se había aislado por
completo del resto del mundo, escondiéndose tras unos altos muros
de contención. Si nada podía atravesarlos, nada podía entrar y
lastimarla, entonces estaba a salvo.
Tenía las rodillas encogidas bajo la barbilla. Estaba acurrucada
casi formando una bola, su figura apenas visible bajo las mantas.
La comida que le habían llevado aquella mañana seguía intacta
junto a su cama. Gruesas lonchas de beicon y huevos escalfados
dentro de un bollo de pan blanco y queso cheddar, además de un
vaso de nutritivo zumo de naranja.
Estaba más pálida de lo habitual, y en los últimos tres días había
perdido mucho peso. Sabía que debía comer, pero no tenía energía
ni apetito. Su mente aún estaba siendo torturada por imágenes de
Ethan.
Una y otra vez, veía la expresión impasible de su rostro cuando
Atticus había intentado forzarla. Ella lo quería. Había luchado por él.
Se había resistido a Atticus porque lo amaba, porque creía que
merecía la pena luchar por ella y por Ethan, sin importarle las
amenazas del vampiro.
Ahora se sentía como una idiota.
Evelyn tenía los ojos cerrados. Había pasado los últimos tres
días yendo y viniendo de la conciencia a la tierra de los sueños. Una
parte de ella deseaba que todo acabara. En secreto deseaba que
todo se detuviera.
Ya no sabía lo que hacía.
Ya no sabía lo que quería.
Veinte años, sólo tenía veinte años y todas esas
responsabilidades a sus espaldas. Nadie con veinte años debería
tener que soportar todo cuanto ella había soportado. Aunque, a
decir verdad, nadie debería hacerlo, fuera cual fuese la edad que
tuviese.
Era injusto.
Mientras que el resto del mundo cantaba, bailaba y disfrutaba de
las experiencias que les brindaba la vida, ella era prisionera de un
monstruo. Había sido torturada sin parar por aquella vil criatura.
ESTÁS LEYENDO
Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampirosHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...