Era increíble, verdaderamente, cómo la información genética podía
pasar de generación en generación a través de unidades tan
simples como nucleótidos formando una estructura de doble hélice.
No hay nada tan simple y a la vez tan complejo como el ADN.
Había una vez, mucho antes de que Atticus naciese, dos
civilizaciones que habían descubierto el secreto escondido en el
núcleo de sus células.
La civilización dreyana y la civilización atlante eran ambas
increíblemente avanzadas, aunque las dos se habían extinguido
hacía milenios. Algunos argumentan que fue debido a su exceso de
sabiduría, invenciones y creaciones; otros, que fueron castigados
por un poder supremo por haber descubierto secretos sagrados del
universo e intentado romper las leyes de la naturaleza haciendo
mutar sus genes.
La historia no es algo preciso, y la desaparición de ambas
civilizaciones situadas en dos puntos geográficos cercanos y mucho
más avanzadas que sus contemporáneas ocurrió hace demasiado
tiempo como para tomar cualquier tipo de información al respecto
como precisa, pese a los datos proporcionados por los testigos de la
destrucción de las mismas todavía vivos.
Los dreyanos descubrieron el secreto del ADN antes que los
sabios de la Atlántida. Técnicamente, los atlantes no lo descubrieron
después, sino que más bien obtuvieron dicha información de los
cadáveres de los dreyanos. Sin embargo, los atlantes supieron dar
un mejor uso a este secreto que los dreyanos. Al fin y al cabo,
fueron ellos los que crearon la raza vampírica.
En cuanto Samuel oyó mencionar el «gen dreyano» pensó que
qué demonios era eso. No obstante, la pregunta desapareció de su
mente en el momento en que vio a Atticus clavarle los colmillos a
Aspen.
Lo que hizo después fue puramente instintivo. No en vano,
Aspen era seguramente lo más parecido a un hermano o un hijo
para él. Lo conocía desde que era un niño y lo había visto crecer y
convertirse en un hombre en los últimos quince años.
Puede que quince no fuesen demasiado para un vampiro como
Samuel, que había vivido cientos de años, pero en los instintos
primarios de paternidad y el amor fraternal que Aspen le había
despertado al entrar en su vida, las leyes temporales eran
irrelevantes.
Aspen chilló.
—¡No! — rugió Samuel. El grito no provenía del frío e impasible
vampiro tras el que había estado escudándose, sino del chico
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampirosHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...