—¿Qué hacía él aquí? — fueron las primeras palabras de Evelyn en
tres días—. ¿Y por qué llevaba el uniforme de la guardia real? ¿Qué
le has hecho?
Los ojos de Atticus se entornaron al oír sus preguntas. Su
expresión de afecto pareció desaparecer de su rostro. La excitación
y la alegría se habían esfumado por completo.
—¿Qué insinúas, amor mío? — preguntó con cínica dulzura—.
¿Crees que tengo algo que ver con el hecho de que Ethan haya
perdido el interés por ti? — se burló con una risita. El sonido era
aterrador.
La luz sombría del cielo encapotado que entraba por la ventana
pareció oscurecerse también.
Evelyn se echó a temblar. De nuevo caminaba en terreno
pantanoso. Un paso en falso y el vasto océano de la ira incontenible
de Atticus se la tragaría entera de nuevo, convirtiéndola en el objeto
de sus tormentos. La intimidaba la manera en que se transformaba
de la criatura capaz de decirle las cosas más bonitas y dulces a
amenazarla en un abrir y cerrar de ojos.
Su mirada la penetraba, como si la desafiara a que se atreviera a
volver a hablar. Él era quien tenía todo poder allí, y lo sabía.
—Sí. —Evelyn habló decidida—. Eso es exactamente lo que he
querido insinuar.
Las comisuras de los labios de Atticus se elevaron en una
sonrisa torcida mientras se acercaba más a ella. La joven notó su
aliento frío en la piel a través de la tela casi translúcida de su
camisón de seda.
La mirada del vampiro descendió sin pudor hacia sus senos
apenas cubiertos, liberados del sujetador. Sonreía con suficiencia, y
Evelyn cogió uno de los almohadones de la cama para taparse el
pecho, haciendo de barrera entre su cuerpo y sus ojos.
—Quiero poseerte, Evie. — Le tocó el cuello—. Dicen que un
clavo quita otro clavo.
Ella hizo una mueca de asco. Su mirada lo decía todo. Estaba
harta. Se sentía asqueada. Era en momentos como ése cuando
dudaba de las promesas de amor y devoción de Atticus.
No tenía las fuerzas suficientes como para soportar el mismo
proceso de nuevo. El reciente y vívido sueño sobre Lucifer seguía
fresco en su mente, y aún le duraban la emoción y la esperanza que
éste le había proporcionado.
—¡¿Qué le has hecho?! — chilló.
No sonó solamente como un grito fruto de la ira y la frustración,
sino como un producto de su incipiente locura.
La chica que había proferido aquel punzante y desagradable
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
UpířiHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...