Evelyn frunció el ceño un momento, desconcertada por lo que
podían ser esos objetos rodantes.
Estaba acostumbrada a que Atticus fuese impredecible. Si sus
cambios de humor tomaran la forma de un caballo, ni el más
preciado de sus sementales, Sombra, podría seguir su ritmo. No
obstante, pese a la costumbre, no estaba preparada para lo que la
oscura caja contenía.
Dejó escapar un grito ahogado al levantar la tapa.
Sobre el regalo estaba la tarjeta de crédito negra, pero no era
eso lo que la había hecho quedarse muda.
Se había preparado mentalmente para recibir un reloj, un collar,
unos pendientes, anillos, cualquier tipo de joyería, pero no para eso.
Dentro de la caja había una pistola negra, elegante y
resplandeciente, con grabados en oro que recordaban a las figuras
descritas por un viento imparable. El arma era sorprendentemente
hermosa, tanto que cortaba la respiración.
Le recordó a Atticus: oscura, peligrosa, encantadora, atractiva y
deslumbrante más allá de lo imaginable, pero, al mismo tiempo, letal
y capaz de poner fin a una vida inocente sin dudarlo.
Los dedos de Evelyn temblaron al sacarla de la caja. Notó
tensarse todos los músculos de su cuerpo, y su corazón siguió
latiendo a una velocidad casi sobrehumana, pero esta vez no de
alegría, sino de miedo.
«Una pistola... ¿Por qué demonios me ha regalado una pistola?»
Dejó la pesada arma en su regazo y acarició el cañón. Lo notó
robusto y frío contra su piel desnuda. Volvió a mirar la caja.
Ninguna nota.
Ninguna instrucción.
Ninguna explicación.
La única palabra que vio fue «Balas», escrita en el centro de la
tapa. Tardó unos segundos en percibir los casi invisibles bordes del
rectángulo que rodeaba la palabra y la pequeña ranura en la parte
superior.
Metió la uña y, sorprendentemente, ésta se levantó, revelando un
compartimento secreto en el que había media docena de brillantes
balas. Evelyn notó un nudo en el estómago.
Una pistola y balas. Todo lo necesario para poner fin a una vida
estaba allí, en su regazo. Jamás había estado tan cerca de algo que
pudiera matar en una fracción de segundo.
Las armas les estaban estrictamente prohibidas a los humanos,
era ilegal que las tuvieran, y estaba penado con la muerte. Evelyn
dudó de que la arrestasen si llevaba encima un arma que el
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampirosHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...