—¡No soy un niño, deja de preocuparte por mí como si fuese un
humano! — gruñó Hansel mientras Jonah intentaba darle un poco de
sangre caliente.
Hacía menos de un mes, lord Hansel Alexander era uno de los
favoritos del rey, así como uno de los hombres más poderosos del
mundo, y ahora estaba encadenado en la celda más oscura y
profunda de las mazmorras de Atticus. El vampiro de pelo rizado
odiaba cómo habían cambiado las cosas, pero no se arrepentía de
nada de lo que había hecho. Y su falta de remordimientos quedaba
clara por la forma en que trataba a sus anteriores amigos y
secuaces del rey debido a su inquebrantable lealtad. Como Jonah.
Hansel no parecía él. Estaba débil y frágil. Tenía los pómulos
muy pronunciados y un aspecto poco saludable. Eso preocupaba a
Jonah. Hansel, el atractivo y seductor lord. El hombre que podía
conseguir que una chica mojara las bragas con tan sólo esbozar una
sonrisa. Y ahí estaba ahora, con su antigua gloria desvaneciéndose.
Y todo por una simple muchacha humana.
Los ojos de Jonah supervisaron sus heridas, que se negaban a
curarse debido a la gran cantidad de agua dreyana que Atticus
había ordenado a los guardias que le diesen a Hansel. Miró el
charco de líquido negro que inundaba el suelo justo debajo de
donde estaba. No era mucho, pero sí suficiente.
Jonah no sabía de dónde sacaba Atticus el agua dreyana ni qué
la formaba. De lo único que estaba seguro era de que odiaba esa
cosa. Era mortal para los vampiros, incluso más que una estaca
clavada en el corazón. Contrarrestaba la magia de su sangre. Era
tóxica hasta para los vampiros más antiguos, como él, y más incluso
para los que habían sido convertidos después, como Hansel, que no
tenía ni la mitad de años que su amigo.
Atticus le había ordenado que le diera aquel mejunje venenoso,
pero diluido. Jonah sabía que el rey no quería matarlo porque
Hansel le era más valioso vivo que muerto. Aun así, no se veía
capaz de proporcionarle algo tan mortífero.
Las instrucciones eran darle una gota de la vil agua dreyana al
día. Jonah había estado presente la primera vez que uno de los
guardias lo había forzado a beberla. Había oído los atroces gritos de
Hansel y había visto cómo su cuerpo se contorsionaba de dolor en
sus cadenas, como el de un pez acabado de pescar. Recordó la
asquerosa espuma verde y negra emanando de sus labios y cómo
sus heridas se inflamaron y se convirtieron en focos de infección.
Había visto a su amigo retorcerse una vez bajo los efectos del
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampirgeschichtenHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...