Capitulo 57

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—¡No soy un niño, deja de preocuparte por mí como si fuese un

humano! — gruñó Hansel mientras Jonah intentaba darle un poco de

sangre caliente.

Hacía menos de un mes, lord Hansel Alexander era uno de los

favoritos del rey, así como uno de los hombres más poderosos del

mundo, y ahora estaba encadenado en la celda más oscura y

profunda de las mazmorras de Atticus. El vampiro de pelo rizado

odiaba cómo habían cambiado las cosas, pero no se arrepentía de

nada de lo que había hecho. Y su falta de remordimientos quedaba

clara por la forma en que trataba a sus anteriores amigos y

secuaces del rey debido a su inquebrantable lealtad. Como Jonah.

Hansel no parecía él. Estaba débil y frágil. Tenía los pómulos

muy pronunciados y un aspecto poco saludable. Eso preocupaba a

Jonah. Hansel, el atractivo y seductor lord. El hombre que podía

conseguir que una chica mojara las bragas con tan sólo esbozar una

sonrisa. Y ahí estaba ahora, con su antigua gloria desvaneciéndose.

Y todo por una simple muchacha humana.

Los ojos de Jonah supervisaron sus heridas, que se negaban a

curarse debido a la gran cantidad de agua dreyana que Atticus

había ordenado a los guardias que le diesen a Hansel. Miró el

charco de líquido negro que inundaba el suelo justo debajo de

donde estaba. No era mucho, pero sí suficiente.

Jonah no sabía de dónde sacaba Atticus el agua dreyana ni qué

la formaba. De lo único que estaba seguro era de que odiaba esa

cosa. Era mortal para los vampiros, incluso más que una estaca

clavada en el corazón. Contrarrestaba la magia de su sangre. Era

tóxica hasta para los vampiros más antiguos, como él, y más incluso

para los que habían sido convertidos después, como Hansel, que no

tenía ni la mitad de años que su amigo.

Atticus le había ordenado que le diera aquel mejunje venenoso,

pero diluido. Jonah sabía que el rey no quería matarlo porque

Hansel le era más valioso vivo que muerto. Aun así, no se veía

capaz de proporcionarle algo tan mortífero.

Las instrucciones eran darle una gota de la vil agua dreyana al

día. Jonah había estado presente la primera vez que uno de los

guardias lo había forzado a beberla. Había oído los atroces gritos de

Hansel y había visto cómo su cuerpo se contorsionaba de dolor en

sus cadenas, como el de un pez acabado de pescar. Recordó la

asquerosa espuma verde y negra emanando de sus labios y cómo

sus heridas se inflamaron y se convirtieron en focos de infección.

Había visto a su amigo retorcerse una vez bajo los efectos del

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora