Capitulo 26

895 55 8
                                    

—¿Qué? — Samuel se había quedado de piedra.

—Te lo he dicho: tu creador no es el santo varón que crees que

es.

—No. Es mentira. Kainsius nunca haría nada contra ti, es tu hijo,

¡te quiere!

—Subestimas su capacidad para manipular a la gente — sonrió

Atticus—. De tal palo, tal astilla, dicen, ¿no? Si crees que yo soy

despreciable, no sé qué pensarías del verdadero Kainsius. ¿Te ha

contado alguna vez que mató a tu madre y seguramente a los

familiares que tuviese Aspen antes de adoptarlo?

Samuel dejó escapar un grito.

—¡Ja! Buen intento, pero mi madre ya estaba muerta cuando él

me sacó de la calle. ¡Yo era huérfano y él me crio como a un hijo!

—¿No se te ha ocurrido nunca que quizá fue él quien te dejó

huérfano? — rio Atticus caminando lentamente hacia donde se

encontraba Samuel.

El vampiro más joven no quería creer nada de lo que decía el

rey. Intentó centrar su atención en cualquier otra cosa que no fuese

Atticus y la rígida espina de huesos que tenía en la mano. De ésta

emanaba una especie de vapor que se movía elegantemente, como

una bailarina. Aún seguía caliente después de haber sido arrancada

del cuerpo de Aspen. Samuel deseaba que Atticus se marchara.

Necesitaba tiempo para llorar su pérdida y no podía hacerlo con el

hombre que lo había matado todavía presente. ¿Por qué no se iba?

Ya había hecho lo que había ido a hacer.

Por suerte, ocurrió algo que lo hizo distraerse por completo de la

visión de su amigo muerto. Atticus chasqueó los dedos y una silla

cruzó la habitación para colocarse junto a Samuel. A continuación,

una botella de bourbon hizo lo mismo.

Los ojos del vampiro más joven se abrieron como platos. Sabía

que los Siete tenían habilidades especiales, Kainsius se lo había

contado, pero nunca le había especificado cuáles eran las de Atticus

exactamente.

De hecho, no había oído a nadie mencionar la clase de poderes

que tenía el misterioso monarca. Samuel le miró las manos y vio

que no llevaba ningún anillo.

«¿Será ése su poder? ¿Mover cosas con la mente? — se

preguntó—. No, no puede ser algo tan simple. Es Atticus Lamia.

Incluso Venecia lo teme. No puede ser que su poder se limite a la

simple telepatía, tiene que ser algo mucho más poderoso para que

lady Venecia le tenga tanto miedo.»

—Kainsius está obsesionado con los dreyanos — dijo Atticus—.

Desde que era un niño, desde que Venecia le contó por primera vez

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora