—¿Qué? — Samuel se había quedado de piedra.
—Te lo he dicho: tu creador no es el santo varón que crees que
es.
—No. Es mentira. Kainsius nunca haría nada contra ti, es tu hijo,
¡te quiere!
—Subestimas su capacidad para manipular a la gente — sonrió
Atticus—. De tal palo, tal astilla, dicen, ¿no? Si crees que yo soy
despreciable, no sé qué pensarías del verdadero Kainsius. ¿Te ha
contado alguna vez que mató a tu madre y seguramente a los
familiares que tuviese Aspen antes de adoptarlo?
Samuel dejó escapar un grito.
—¡Ja! Buen intento, pero mi madre ya estaba muerta cuando él
me sacó de la calle. ¡Yo era huérfano y él me crio como a un hijo!
—¿No se te ha ocurrido nunca que quizá fue él quien te dejó
huérfano? — rio Atticus caminando lentamente hacia donde se
encontraba Samuel.
El vampiro más joven no quería creer nada de lo que decía el
rey. Intentó centrar su atención en cualquier otra cosa que no fuese
Atticus y la rígida espina de huesos que tenía en la mano. De ésta
emanaba una especie de vapor que se movía elegantemente, como
una bailarina. Aún seguía caliente después de haber sido arrancada
del cuerpo de Aspen. Samuel deseaba que Atticus se marchara.
Necesitaba tiempo para llorar su pérdida y no podía hacerlo con el
hombre que lo había matado todavía presente. ¿Por qué no se iba?
Ya había hecho lo que había ido a hacer.
Por suerte, ocurrió algo que lo hizo distraerse por completo de la
visión de su amigo muerto. Atticus chasqueó los dedos y una silla
cruzó la habitación para colocarse junto a Samuel. A continuación,
una botella de bourbon hizo lo mismo.
Los ojos del vampiro más joven se abrieron como platos. Sabía
que los Siete tenían habilidades especiales, Kainsius se lo había
contado, pero nunca le había especificado cuáles eran las de Atticus
exactamente.
De hecho, no había oído a nadie mencionar la clase de poderes
que tenía el misterioso monarca. Samuel le miró las manos y vio
que no llevaba ningún anillo.
«¿Será ése su poder? ¿Mover cosas con la mente? — se
preguntó—. No, no puede ser algo tan simple. Es Atticus Lamia.
Incluso Venecia lo teme. No puede ser que su poder se limite a la
simple telepatía, tiene que ser algo mucho más poderoso para que
lady Venecia le tenga tanto miedo.»
—Kainsius está obsesionado con los dreyanos — dijo Atticus—.
Desde que era un niño, desde que Venecia le contó por primera vez
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampireHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...