Capitulo 76

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El asiento de Evelyn estaba demasiado cerca del de Atticus, pero no

por voluntad propia. El rey tenía el brazo sobre el respaldo y de vez

en cuando su pulgar tocaba ligeramente el hombro de la joven.

Estaba tan cerca que ella podía percibir su perfume, que olía a mar,

casi tan magnífico como él.

Pese a las miradas cínicas de algunos de ellos, los amigos de

Atticus eran buena compañía. Eran cercanos en el sentido más

vulgar: no parecían respetar mucho el espacio personal. Se

comportaban de un modo muy diferente de lo que Evelyn había

anticipado, no como dioses egocéntricos ni mucho menos. Sí, claro,

eran arrogantes, tenían una opinión de sí mismos muy elevada y

eso se reflejaba en la forma en que se dirigían a los que no eran de

su misma condición, es decir, al resto del mundo que no

perteneciera a su exclusivo club. Pero entre ellos, y con otros que

no habían podido asistir a aquella cena, hablaban con el mayor

respeto y amor, coronados por algún que otro insulto y comentario

burlón, como en las mejores familias. Evelyn no estaba segura de si

se querían tanto como hacían ver o si eran muy buenos actores.

Esperaba que fuese lo primero.

El vino y la risa fluyeron sin parar aquella noche. Se sirvieron

delicatesen en platos que costaban una pequeña fortuna. Evelyn

miró alrededor de la mesa. Cada persona sentada a ella era tan rica

y poderosa como un rey o una reina. Eran la realeza vampírica, los

hombres y las mujeres más poderosos que la Tierra había conocido.

Juntos poseían más del 90 por ciento de la riqueza del planeta. Aun

así, todos se arrodillaban ante Atticus. Durante la velada, todos

habían prestado especial atención al hombre más importante de

entre todos. La mesa a la que estaban sentados era redonda, sin

cantos, para simbolizar la igualdad entre todos ellos, pero estaba

claro que Atticus era el cabeza. Cuando él hablaba, el resto callaban

y se enderezaban ligeramente en sus sillas para escucharlo,

observándolo con los ojos llenos de amor y respeto. Todos y cada

uno de aquellos vampiros eran devotos de Atticus. Él era su creador

y ellos lo sacrificarían todo por él sin dudarlo.

Atticus Nocturne Lamia nunca le había escondido su poder. Sin

embargo, hasta ahora Evelyn no había podido ver hasta dónde

alcanzaba éste. No era un simple rey, era un dios. El dios ante el

que los reyes y las reinas se arrodillaban. Su intensa mirada hizo

que le faltara la respiración. Notó una opresión en el pecho.

Un criado dejó una copa color rubí con el borde dorado junto a

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora