Capitulo 60

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Evelyn estaba sentada en el centro de la cama. Los sirvientes se

habían retirado. La rosa blanca, envuelta en un pedazo de tela

negra gruesa, estaba a su lado. Sus espinas eran muy puntiagudas,

por lo que Evelyn había tenido mucho cuidado al cogerla para no

pincharse. Sangrar en un lugar plagado de vampiros no sería muy

inteligente.

Tenía un plato con beicon y patatas fritas a dados en el regazo y

lo devoraba con fruición. Sabía delicioso. No se había dado cuenta

de lo hambrienta que estaba hasta que mordió el primer trozo de

tocino crujiente y le supo a gloria.

Repitió una vez tras otra hasta que hubo consumido casi las tres

cuartas partes de la enorme cantidad de comida que le habían

llevado, incluidos varios vasos de zumo de naranja y tazas de caldo

de pollo.

Cuando por fin hubo satisfecho del todo su hambre, se sirvió

café recién hecho. Cogió la taza de porcelana con ambas manos, se

acomodó sobre los almohadones que reposaban contra el cabecero

de la cama y respiró hondo.

Los nutrientes estaban empezando a hacer efecto en su cuerpo.

Ahora que ya no tenía el estómago vacío, consiguió pensar de

nuevo con claridad. Notó su cerebro funcionando con mucha más

eficiencia y celeridad mientras daba sorbitos al café. El cansancio

acumulado pareció desaparecer también.

Hasta entonces no había sido capaz de mirar la rosa que la

acompañaba en la cama, silenciosa y quieta, demasiado ocupada

por cebarse como un pavo antes de Acción de Gracias.

Debería haber considerado mejor sus prioridades. Seguro que

una rosa proporcionada por el mismísimo diablo era más importante

que comer como si no hubiese un mañana, pero Evelyn no se

arrepentía de nada. Al fin y al cabo, no era más que una rosa. Y no

se iría a ninguna parte. Además, había estado demasiado

hambrienta para pensar con claridad.

El aroma de la comida la había distraído por completo. Estaba

demasiado hambrienta. En esas condiciones, pedirle que se

concentrara en una estúpida rosa era como pedirle a un pervertido

que no tuviera una erección en un club de striptease lleno de

bailarinas con las tetas como pelotas de baloncesto.

Acarició su abultado estómago y cogió la rosa. Se aseguró de

que sólo las puntas de sus dedos entraban en contacto con la

delicada y a la vez peligrosa flor y de sólo tocar las partes de su tallo

desprovistas de espinas.

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora