Evelyn estaba sentada en el centro de la cama. Los sirvientes se
habían retirado. La rosa blanca, envuelta en un pedazo de tela
negra gruesa, estaba a su lado. Sus espinas eran muy puntiagudas,
por lo que Evelyn había tenido mucho cuidado al cogerla para no
pincharse. Sangrar en un lugar plagado de vampiros no sería muy
inteligente.
Tenía un plato con beicon y patatas fritas a dados en el regazo y
lo devoraba con fruición. Sabía delicioso. No se había dado cuenta
de lo hambrienta que estaba hasta que mordió el primer trozo de
tocino crujiente y le supo a gloria.
Repitió una vez tras otra hasta que hubo consumido casi las tres
cuartas partes de la enorme cantidad de comida que le habían
llevado, incluidos varios vasos de zumo de naranja y tazas de caldo
de pollo.
Cuando por fin hubo satisfecho del todo su hambre, se sirvió
café recién hecho. Cogió la taza de porcelana con ambas manos, se
acomodó sobre los almohadones que reposaban contra el cabecero
de la cama y respiró hondo.
Los nutrientes estaban empezando a hacer efecto en su cuerpo.
Ahora que ya no tenía el estómago vacío, consiguió pensar de
nuevo con claridad. Notó su cerebro funcionando con mucha más
eficiencia y celeridad mientras daba sorbitos al café. El cansancio
acumulado pareció desaparecer también.
Hasta entonces no había sido capaz de mirar la rosa que la
acompañaba en la cama, silenciosa y quieta, demasiado ocupada
por cebarse como un pavo antes de Acción de Gracias.
Debería haber considerado mejor sus prioridades. Seguro que
una rosa proporcionada por el mismísimo diablo era más importante
que comer como si no hubiese un mañana, pero Evelyn no se
arrepentía de nada. Al fin y al cabo, no era más que una rosa. Y no
se iría a ninguna parte. Además, había estado demasiado
hambrienta para pensar con claridad.
El aroma de la comida la había distraído por completo. Estaba
demasiado hambrienta. En esas condiciones, pedirle que se
concentrara en una estúpida rosa era como pedirle a un pervertido
que no tuviera una erección en un club de striptease lleno de
bailarinas con las tetas como pelotas de baloncesto.
Acarició su abultado estómago y cogió la rosa. Se aseguró de
que sólo las puntas de sus dedos entraban en contacto con la
delicada y a la vez peligrosa flor y de sólo tocar las partes de su tallo
desprovistas de espinas.
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampirgeschichtenHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...