—¿Quieres casarte conmigo? — preguntó Atticus, y sus ojos
oscuros miraron intensamente los de Evelyn.
Su respiración era entrecortada, con el pecho inflándose y
contrayéndose con más rapidez de la habitual. Ella casi pudo ver el
fuerte músculo del centro de su torso latiendo con fuerza.
Atticus le presentó la cajita roja y la abrió. El interior estaba
forrado de seda de color azul oscuro y éste brilló bajo las cuatro
lámparas exquisitas de cristal ahumado que había en las esquinas
del cuarto de baño.
«Se me está declarando — pensó Evelyn—. En la bañera..., y
estamos desnudos... ¡Joder!»
El poco convencional, e increíblemente poco romántico también,
método escogido por Atticus no la sorprendió tanto como debería
haberlo hecho. Después de todo, ambos formaban una pareja poco
convencional e increíblemente poco romántica. Aun así, eso no
quitaba que se sintiera abrumada ante aquel inesperado gesto de
declaración de amor.
La joven observó el inmenso diamante de color azul claro
engastado en un fino anillo de plata, con una banda de pequeños
diamantes incrustados. La alianza era sencilla, pero también
extravagante y glamurosa. La piedra le recordó al océano, tan claro,
tan puro y tan... bello.
—¿Es un diamante? — preguntó.
Atticus asintió.
—Es el diamante azul natural más grande jamás extraído —
afirmó. Le tocó el cuello con la mano y la fue bajando hacia el pecho
de la chica. Se detuvo cuando notó que a ella se le cortaba la
respiración—. Me recuerda a ti. A tus ojos, a tu inocencia, a tu
capacidad de soportar la presión y el dolor. Desearte como te deseo
tendría que estar prohibido. Soy imperfecto, lo sé. A menudo me
odio a mí mismo por haberme convertido en el monstruo en el que
me he convertido desde que te conozco, desde que me has
mostrado lo erróneo de mi comportamiento. Antes de ti, vivía
inmerso en mi propio ego, pensaba sólo en mi propio placer, en mi
corrupto y desolado corazón. No te merezco, pero si me das una
oportunidad y me concedes el honor de darme tu mano, te prometo
que me pasaré toda la eternidad intentando merecerte.
Dio un paso más para acercarse a su aterrorizado amor, que
temblaba de la cabeza a los pies. Los ojos de Evelyn iban de Atticus
al anillo, del anillo a Atticus, y luego de vuelta al anillo. La mano del
rey subió por su cuello y se posó en su palpitante yugular.
—Yo, yo... — tartamudeó ella. Se había quedado sin habla.
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampirosHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...