Capitulo 78

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El té salpicó la ropa de la muchacha al caer. Junto a sus pies había

trozos afilados de porcelana.

May le dio un pañuelo, riendo.

—¡Qué patosa eres, pequeña!

—Lo siento.

Evelyn se levantó a recoger los pedazos, pero la vampira le puso

una mano en el hombro para detenerla.

—Limpiad esto — ordenó.

De inmediato, la joven vio unos pies con la pedicura hecha y

plataformas con el rabillo del ojo. Levantó la vista y vio a una chica

que no conocía que comenzaba a recoger los trozos de porcelana

del suelo.

—No te molestes con cosas que no merecen que les dediques

esfuerzo. Para esto tenemos servicio. — May volvió la cabeza—.

Tráele a la señorita Blackburn otra taza de té.

Por un momento, Evelyn pensó que hablaba para sí, pero

entonces un chico apareció de la nada y le sirvió otra taza.

—Que lo disfrute — dijo el muchacho sin mirarla a los ojos.

—Gracias.

May Lee suspiró y volvió a coger el pañuelo, con el que dio unos

toquecitos sobre la ropa de Evelyn, para acabar de limpiarla.

—Menos mal que ya no estaba tan caliente. Si llego a quemarte,

Atticus tendría mi cabeza ensartada en una lanza en menos que

canta un gallo. Creo que es la primera vez que la tardanza de

alguien me ha salvado la vida.

Había una nota maternal en el tono que May utilizaba para

dirigirse a ella. Era agradable. Pero entonces Evelyn recordó lo que

le había dicho justo antes de que se le cayese la taza: «¿Ya has

decidido si merece la pena salvarlo o no?».

La rosa de Lucifer... ¿Lo sabría ella? ¿Sabía que tenía la

oportunidad de pedir un deseo, un deseo que podía implicar acabar

con la vida de Atticus? Ese pensamiento hizo que el ambiente

agradable se transformara en uno de terror. Si lo supiese May, ¿qué

haría? ¿La ayudaría? Evelyn sintió una punzada de optimismo, pero

enseguida regresó a la realidad: claro que no, la lealtad de May

pertenecía a Atticus.

La bonita chica de piel aceitunada, que había vuelto a su

elegante posición sentada, sonreía. Había dejado el pañuelo

manchado en la mesita junto a su sillón. Bebió un sorbo de té.

—¿Sabes qué es más peligroso que un hombre que te odia?

—Pues...

—Un hombre que te quiere. — May la miró—. Ya sé que es poco

probable, pero ¿te ha hablado Atticus alguna vez de mi pasado?

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora