Capitulo 40

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«Te quiero.» Evelyn recordó lo que Atticus le había dicho durante el

clímax de su encuentro.

No era la primera vez que se lo decía — de hecho, era algo que

le salía tan natural como respirar desde que se habían conocido—;

en cambio, era la primera vez que una parte de ella lo había creído.

Sus ojos habían mirado en lo más profundo de los suyos y, por

un breve instante, ella había sentido algo en la boca del estómago.

Una conexión, el inicio de una emoción.

Las dos palabras juguetearon en la mente de Evelyn toda la

noche. Ella no le había respondido. Lo ignoró mientras sentía una

explosión de placer invadir su cuerpo. Fingió que no lo había oído.

El sol entraba en la habitación por un resquicio entre las cortinas.

Un rayo de luz dorada iluminaba la madera del suelo e iba

desvaneciéndose a medida que cruzaba toda la habitación.

Evelyn estaba despierta, pero no se movió. Con los ojos

entreabiertos, miraba el día soleado detrás de la ventana. Era raro

que hiciera tanto sol estando como estaban casi en diciembre. El

invierno no tardaría en llegar.

Notó los brazos de Atticus alrededor de su cuerpo, abrazándola.

El resto de la noche había sido... agradable, más de lo que nunca

habría imaginado. No hubo toqueteos lujuriosos ni besos forzados.

Tras hacer el amor, Evelyn y el vampiro... hablaron.

Mantuvieron una dulce conversación sin importancia, como

cualquier pareja de enamorados. En cierta forma había sido muy

refrescante, y la chica agradeció el modo en que estaban

cambiando las cosas.

Su mente volvía a recordarle cómo había reído entre sus brazos

mientras él le narraba historias del pasado. Le había contado la

historia de un hombre que no estaba bien de la cabeza y creía que

era un vampiro porque se había quemado al sol. Vlad, el Hijo del

Dragón, era su nombre; más tarde, un escritor lo adaptó y lo llamó

Drácula. Recordó lo mucho que había reído Atticus al contarle que

Drácula iba por ahí bebiendo sangre, creyendo que eso era lo que

debía hacer. Parecía muy divertido al recordar la historia.

Además de hablarle de Vlad, Atticus le había contado anécdotas

y hazañas de sus días de gloria, en los que había conquistado el

mundo con su amigo, Alejandro III de Macedonia, más conocido

como Alejandro Magno. Viajar por el mundo conquistando nuevos

territorios y explorando rincones del planeta que no sabía ni que

existían le había cambiado la vida.

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora