Capitulo 15

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En condiciones normales, a Samuel no le habría importado ver a

alguien siendo apaleado, robado o amenazado. Si no conocía ni a la

víctima ni al verdugo, si de todos modos no lo iba a beneficiar en

nada meterse en el meollo, ¿para qué molestarse?

No tenía por qué inmiscuirse en una situación así. Era algo que

había aprendido a lo largo de los difíciles años que había vivido

como humano. Esa forma de pensar lo había convertido en un tipo

duro y lo había ayudado a sobrevivir, pero también lo había vuelto

egoísta, insensible y despiadado.

La lista de gente que le importaba era muy corta, y en el número

uno de la misma estaba Kainsius, su creador. Podía ser que Aspen

estuviese en ella, pero también podía ser que no.

Así que, cuando vio a uno de los guardias de seguridad pegar a

una chica, al principio no hizo otra cosa más que reír y pensar en el

ingente número de mujeres que intentaban acceder al Royal Lilac

para acostarse con uno de sus ilustres habitantes.

«Asquerosos humanos, siempre intentando encontrar una salida

fácil», pensó Samuel para sí, pese a que hacía unos pocos cientos

de años él también había sido uno de aquellos «asquerosos

humanos». Si no hubiera sido por Kainsius, Samuel habría sufrido

los mismos prejuicios en la jerarquía del siglo XXV, y la suya habría

sido una vida breve y miserable.

—¡Esto es lo que os merecéis la escoria como tú! — le gritó el

bruto a la chica, caída en el suelo, su cuerpo humano intentando

reaccionar ante el impacto del puñetazo—. ¡Basura! ¡Eso es lo que

sois! ¡Basura y nada más! ¡Tendrían que encerraros en jaulas a

todos y cada uno! ¡Jodidos imbéciles!

Samuel no prestó mucha atención a la muchacha y al guardia, y

habría proseguido su marcha de no ser porque notó un objeto

metálico bajo la suela del zapato cuando estaba subiendo los

escalones de entrada.

No supo qué lo hizo detenerse y mirar brevemente el objeto que

había pisado. Pero unas horas más tarde desearía no haberlo

hecho.

«AL.» Reconoció el colgante de inmediato: era el sello del rey.

Las iniciales de Atticus. No tuvo ni que agacharse a tocarlo para

saber que se trataba del original y no una de aquellas copias

metálicas baratas que vendían en la calle. La artesanía de calidad

era algo que podía detectar a la legua.

Fuese una bendición o una maldición, su capacidad para poder

valorar un objeto a simple vista era una de las cosas que le habían

permitido ganarse la vida como huérfano en las calles de Utopía

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora