En el mismo momento en que Atticus vio el cuerpo desnudo de
Evelyn bajo la espuma y los pétalos de flores, que apenas cubrían
su piel, notó chispas de deseo invadir todo su ser. Las chispas
pronto se convertirían en llamas desesperadas, y esas llamas serían
el catalizador que probablemente haría que Atticus llevara a cabo
actos diabólicos de los que se arrepentiría a la mañana siguiente.
«Compórtate», se exigió. Se puso a pensar en cosas poco
atractivas, cosas que lo repugnaran. Quería apartar la vista de ella,
pero no podía. Se le hacía la boca agua al contemplar la imagen
que tenía delante. Estaba totalmente cautivado, el corazón le latía
con fuerza en el pecho y la entrepierna le ardía.
«No le hagas daño — se dijo—. Por el amor de Dios, ¡no te
atrevas a hacerle daño!»
Sabía que lo mejor que podía hacer en aquellas circunstancias
era marcharse y dejar a Evelyn en paz. Podría encontrar con
facilidad a cualquiera para saciar el apetito sexual que hacía que la
cabeza le diera vueltas y le temblaran las rodillas. Debería haberse
ido, pero no lo hizo...
Miró las curvas que ascendían y descendían formando sus
deliciosos y cremosos pechos y sus adorables pezones rosados. No
deseaba otra cosa más que acariciarlos con los labios, con la
lengua...
Quería a Evelyn, quería sus piernas alrededor de su cintura y
que ella le clavara las uñas en la espalda.
«Atticus, para», se ordenó. Intentó apartar esas fantasías de su
mente, pero no lo consiguió. Si su cuerpo no conseguía saciar su
sed con el cuerpo de ella, entonces no había nada de malo con
fantasear al menos, ¿no?
Se relamió. Quería cruzar la estancia, sacarla del agua y hacerla
suya sobre el suelo de baldosas hasta que ella se corriera una y otra
vez en su polla. Quería sentir su cuerpo temblar y tener
convulsiones de puro placer. Quería oír a Evelyn gritar su nombre,
que lo besara con desespero. Quería penetrarla, forzarla, montarla
con tanta violencia que olvidara su propio nombre y se diera cuenta
de que él era su único mundo... «¡BASTA!», se gritó mentalmente.
Por un momento perdió el equilibrio: toda su sangre se estaba
concentrando en una parte de su anatomía en la que sería mejor
que no se concentrara.
—Evelyn... — murmuró.
El corazón le latía con fuerza, estaba terriblemente excitado y
necesitaba aliviarse. Alargó la mano y se apoyó en el marco de la
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampiroHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...