Hansel lo supo casi de inmediato.
«Romeo.»
El recuerdo era lejano y se habría quedado en el fondo de su
mente, acumulando polvo, si no hubiera sido porque era el mismo
recuerdo que no paraba de revisitar una y otra vez para torturarse
desde el momento en que se había dado cuenta de que sentía algo
por Evelyn que iba más allá del amor puramente platónico.
Rememoraba aquello como un castigo, como un recordatorio de
lo mucho que Evelyn le importaba a Atticus.
Había herido a su amigo y ahora quería sufrir por ello, como si
estar encerrado en aquel infierno sin luz e infestado de ratas no
fuese suficiente. Día tras día tras día de latigazos hasta ser
convertido en picadillo, para luego permanecer colgado hasta que
se curara y vuelta a empezar. Aun así, Hansel quería más. Daba la
bienvenida al dolor con los brazos abiertos, lo deseaba, porque
sabía que, por mucho daño que le hicieran, nunca sentiría el dolor
que Atticus había sentido al darse cuenta de que Evelyn se había
enamorado de su mejor amigo.
El recuerdo era claro, como si acabara de suceder, la expresión
en el rostro de Atticus y el tono tan dulce en el que había dicho: «Si
vuelvo a enamorarme y tengo otro hijo, lo llamaré Romeo». Eso era
lo que Atticus había dicho, a nadie en particular, en la oscuridad de
aquel teatro.
Hansel estaba seguro de que no se había dado cuenta de que lo
había pronunciado en voz alta. A lo mejor el destino había jugado a
un enfermizo juego con él. A lo mejor Hansel tenía que oír aquellas
palabras para que siglos más tarde, cuando ya no llevaban
sombrero de copa y los días de bailes en el Londres de la alta
sociedad se hubieran terminado, entendiera su impacto y deseara la
muerte.
Romeo. Atticus nunca había dicho nada más al respecto de por
qué quería ponerle ese nombre a su hijo. Y ahora, cuando estaba
acurrucado como un bebé, con las rodillas contra el pecho, no
parecía el mejor momento para preguntárselo. Hansel nunca lo
había visto tan devastado. Era como si tuviera un cuchillo
atravesándole el corazón. No uno, sino millones de ellos. No había
palabras para describir el dolor de todas aquellas cuchillas cortando
su corazón en pedazos. No parecía haber suficiente aire en la celda
para sus pulmones, para su cuerpo.
Fue dándose cuenta poco a poco de lo que su amigo había
querido decir. Sintió su dolor y se odió todavía más, porque la
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampirHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...