La distancia es algo extraño. Es un elemento tangible y mesurable,
capaz de separar a los amantes más apasionados, pero también de
ser salvada por el amor eterno e incondicional.
La distancia es una barrera, pero también un catalizador natural
de emociones. Cuando la gente dice que ésta hace que el corazón
se ablande, lleva razón. Hay cierta verdad tras esa afirmación. Y en
ese momento Atticus estaba experimentando ambas vertientes de la
distancia a la vez.
El apuesto rey estaba sentado en el suelo, con la espalda contra
la puerta que comunicaba su habitación con la de Evelyn. A su
alrededor había media docena de botellas de diferentes licores
vacías y estaba ahogando las penas en la última que le quedaba.
Sabía que la chica estaba tendida en la cama, a tan sólo unos
metros de él. La distancia física que los separaba no era nada. La
puerta no era nada que materialmente pudiera evitar que Atticus
entrara y obtuviera lo que quería. Sin embargo, aquella puerta y
aquellos pocos metros que lo apartaban de Evelyn nunca le habían
parecido más infranqueables.
El fuerte sabor del alcohol le quemaba la garganta. La presencia
de la sustancia en su cuerpo lograba asimismo que su conciencia se
diluyese, aliviando el dolor y aplacando sus demonios. Tenía los
sentidos entumecidos y, por tanto, ya no oía las constantes
provocaciones que la Oscuridad había estado susurrándole en los
últimos tres días.
Pese a su habitual falta de control cuando bebía, su estado de
intoxicación extrema era ahora lo único que protegía a Evelyn de él
en esos momentos. Sin embargo, con su propio y demoníaco deseo
acechando en lo más profundo de su mente, Atticus no dejaba de
ser peligroso.
Apoyó la cara enrojecida e hinchada por el alcohol contra la
puerta de madera que separaba las dos estancias. Pudo oír la voz
de la Oscuridad a lo lejos, impeliéndolo a que la derribase y diese
rienda suelta a sus más oscuras fantasías, pero se negó a hacerlo.
No sabía cómo ni por qué, pero su autocontrol había aparecido por
fin, después de todo ese tiempo, para demostrar su existencia. A lo
mejor ver a Evelyn en aquel estado de abatimiento había actuado
como un jarro de agua fría y había conseguido despertar la parte de
Atticus dispuesta a tomar en consideración las emociones y las
necesidades de los demás aparte de las suyas.
Tres días. Hacía tres días que le había propuesto matrimonio a
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Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas Eternas
VampireHay dos Atticus: el monstruo poseído por la Oscuridad, que le utiliza como puerta de entrada para destruir el mundo, y el vampiro que lucha contra las fuerzas malignas para recuperar su alma. Evelyn sabe que para recuperar su libertad y salvar el mu...