Capitulo 46

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La distancia es algo extraño. Es un elemento tangible y mesurable,

capaz de separar a los amantes más apasionados, pero también de

ser salvada por el amor eterno e incondicional.

La distancia es una barrera, pero también un catalizador natural

de emociones. Cuando la gente dice que ésta hace que el corazón

se ablande, lleva razón. Hay cierta verdad tras esa afirmación. Y en

ese momento Atticus estaba experimentando ambas vertientes de la

distancia a la vez.

El apuesto rey estaba sentado en el suelo, con la espalda contra

la puerta que comunicaba su habitación con la de Evelyn. A su

alrededor había media docena de botellas de diferentes licores

vacías y estaba ahogando las penas en la última que le quedaba.

Sabía que la chica estaba tendida en la cama, a tan sólo unos

metros de él. La distancia física que los separaba no era nada. La

puerta no era nada que materialmente pudiera evitar que Atticus

entrara y obtuviera lo que quería. Sin embargo, aquella puerta y

aquellos pocos metros que lo apartaban de Evelyn nunca le habían

parecido más infranqueables.

El fuerte sabor del alcohol le quemaba la garganta. La presencia

de la sustancia en su cuerpo lograba asimismo que su conciencia se

diluyese, aliviando el dolor y aplacando sus demonios. Tenía los

sentidos entumecidos y, por tanto, ya no oía las constantes

provocaciones que la Oscuridad había estado susurrándole en los

últimos tres días.

Pese a su habitual falta de control cuando bebía, su estado de

intoxicación extrema era ahora lo único que protegía a Evelyn de él

en esos momentos. Sin embargo, con su propio y demoníaco deseo

acechando en lo más profundo de su mente, Atticus no dejaba de

ser peligroso.

Apoyó la cara enrojecida e hinchada por el alcohol contra la

puerta de madera que separaba las dos estancias. Pudo oír la voz

de la Oscuridad a lo lejos, impeliéndolo a que la derribase y diese

rienda suelta a sus más oscuras fantasías, pero se negó a hacerlo.

No sabía cómo ni por qué, pero su autocontrol había aparecido por

fin, después de todo ese tiempo, para demostrar su existencia. A lo

mejor ver a Evelyn en aquel estado de abatimiento había actuado

como un jarro de agua fría y había conseguido despertar la parte de

Atticus dispuesta a tomar en consideración las emociones y las

necesidades de los demás aparte de las suyas.

Tres días. Hacía tres días que le había propuesto matrimonio a

Un Amor Oscuro Y Peligroso - Almas EternasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora