36: Halloween

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Halloween parte 1

René

Fue idea de John que todos nos reunieramos en una sola casa para disfrazarnos todos juntos. Pero para llegar a este punto, pasó lo siguiente:

Hace dos días, todos estaban molestando con Halloween y que qué íbamos hacer para esa fecha. Con la conclusión de que no llegamos a nada, Bea dijo que convencería a sus padres para hacer una fiesta en su casa y así fue ya que ellos salieron de viaje y le permitieron a su hija que hiciera una fiesta.

Invitó a quien sabe cuantas personas para esta noche con la única regla que debían llevar disfraz por obvias razones.

Ahora, todos nos reunimos en la casa de Jackson mientras personas calificadas arreglaban y decoraban la casa de Bea para la fiesta. Susan va vestida de la muerte y Bea de una bruja. Jenn y Edgardo van vestidos en conjunto, Jenn de una sexy policía y Edgardo de un prisionero. John va vestido de pirata, Jackson de un ladrón de la famosa serie de La casa de papel por lo que va de rojo con una máscara y por último yo soy una diablita.

Jackson quedó pasmado cuando me vio y lo ignoré para hacerlo sufrir. Todos llevamos unos maquillajes impresionantes gracias a Jennie, a excepción de Jackson que su disfraz es bastante sencillo.

Mi disfraz es bastante elaborado porque llevo un vestido corto rojo, una gargantilla de tela roja, una diadema con cachos, mallas, alas rojas y tridente. Mi maquillaje es un poco cargado en colores rojos y mi cabello esta suelto en perfectas ondas.

—¿Tú que dices, René? —pregunta Bea y me centro en lo que dicen.

—No sé de qué hablan —confieso y Bea rueda los ojos antes de aclararse la garganta.

—Contraes matrimonio, feliz, tienes hijos pero todo se va a abajo, ¿que haces? —pregunta y ni siquiera quiero saber cómo llegamos a esto.

—Pido el divorcio, la custodia de mis hijos y el 50% de todas las cosas —contesto sonriendo y guiño un ojo—. Prioridades, amiga.

Todos rien a excepción de Jackson que me mira con los ojos entrecerrados.

—Cambiando de tema —habla John—. ¿Sabían que un hombre cayó del puente al mar y sobrevivió gracias a que una clase de pez iba pasando y sirvió de amortiguador.

—¿Eso es posible? —pregunta Edgardo.

—¿Por qué hablamos de esto? —sigue Bea.

—Es posible y es sorprendente —se emociona John.

Básicamente todos lo ignoran así que llega hasta mi sarandeandome por los hombros.

—¡¿No es increíble lo que le pasó?!

—Díselo pez —sonrio con inocencia mientras se le borra la sonrisa.

—John es las tres P —dice Susan.

—¿Eh?

—Pelele, pendejo, patético.

—Un poco de respeto, bruja.

—Yo soy la bruja, pelele —interviene Bea.

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