37: En el limbo.

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René Saldivar

Golpeo mi cabeza contra la pared intentando olvidar la imagen de Jackson sin camisa de mi cabeza. Joder, que parezco una niñata enamorada de su mejor amigo de diecisiete..... espera si fui esa chica. Vuelvo a golpear mi cabeza por lo estúpidamente cliché que ha sido mi jodida vida.

Termino de lamentarme para atar mi cabello un poco humedo por la ducha y bajo las escaleras encontrando a Dan haciendo reír a su hermana con muecas y Andrea le muestra algo Jenn. Ambas se ofrecieron a hacerme compañía para que Jackson volviera al hospital. Él no quería dejarme sola así que creé esta opción para que fuera a trabajar sin que estuviera preocupado por dejarnos solos.

Me acerco a mis hijos observando que Jenn vistió a Sam con un conjunto de ositos y le puso un muñeco que su padre le compró antes de que naciera y desde que se lo dimos, no lo ha soltado. Llora cada que alguien se lo quita. Mi hija se ve muy tierna en la cama portátil donde está acostada.

—Hola, nani —me saluda Dan dejando un beso en mi mejía cuando tomo asiento.

—Hola, cariño —arreglo un poco el desastre que es su cabello— ¿te diviertes jugando con tu hermana? —pregunto y él asiente frenético.

—Ella es muy linda. La voy a cuidar muy bien para que nada ni nadie la lastime —acaricia el rostro de Samantha.

—Estoy segura de ello —le sonrío.

—¿Estan seguras de que estarán bien? —pregunta Jackson.

Las últimas semanas las ha pasado aquí en casa por lo que entiendo que debe ser difícil volver a la rutina de antes de pasar más tiempo en el hospital que en casa.

Lo bueno es que Sam es una niña bastante tranquila por lo que no da mucho problema a la hora de dormir. Eso si, come mucho y por lo que más llora es porque tiene hambre. La mayor parte del tiempo está jugando con Dan y cuando este va a la escuela, Sam no deja de llorar porque quiere a su hermano. Termino sobornandola con comida para que deje de llorar.

—Estaremos bien —digo—. Abe no tardará en venir también.

—De acuerdo —contesta y deja un beso en la frente de Dan y en la de Sam—. Nos vemos luego.

—Adiós.... —murmuro y observo como se va antes de voltear a ver a Jenn que me mira con los ojos entrecerrados—. ¿Qué?

—¿Ustedes aún no se han arreglado? —pregunta haciéndome señas para que la siga a la cocina. Lo hago quedando en la isla frente al salón para no perder de vista a los niños.

—No.

—¿Pero si han follado?

—No.

Frunce el ceño.

—¿Por qué no? Que estén peleados no significa que no puedan follar. Hay necesidades y ustedes ya llevan mucho sin tener sexo.

—¿Y qué se supone que voy a hacer? Decirle "Oye, Jackson, sé que no estamos en buenos términos pero me muero por follar" —dramatizo.

—Eso es exactamente lo que debes decirle —dice y la miro mal—. Son adultos y supongo que lo suficientemente maduros como para hacerlo.

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