ESPECIAL 300K (PARTE I)

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Especial 300k

(Ubicado antes del epílogo)

Parte I: Vacaciones de familia.

René Saldívar Evans

Cualquiera diría que con el tiempo los celos no son mas que malos recuerdos en una relación, o en un matrimonio como es mi caso. Error, los celos nunca desaparecen y mucho menos si provienen gracias a no una persona, si no a muchas. Y es que parece que desde que Jackson es el jefe a tan temprana edad por decirlo así, todo el personal medico parece haberse emocionado con tal hecho. Ese es el caso justo en este momento que me encuentro en el elevador y ninguna de las internas parece conocerme porque hablan libremente de mi esposo sin importarles mi presencia.

—¿Pero es que lo viste? Joder, es un bombón. Como quisiera ser yo su esposa. De seguro ella no es la gran cosa como dicen —dice una de ellas y enarco una de mis cejas con indignación. No me gusta insultar a las personas, pero ¿y esta que se cree?

—No sueltes la lengua, Astrid. No la conoces para que estes hablando así de ella —asegura la que parece ser más sensata.

—¿Bajo el cargo de quien están? —indago y las tres personas voltean a verme como si apenas notaran mi presencia.

—La doctora Saldívar —contesta la que ahora sé es Astrid. Aunque de seguro voy a olvidar su nombre. Les dedico una sonrisa que ellas no entiende.

—¿Y si saben que ella es la esposa del jefe Evans?

Se miran entre ellas antes de que una conteste.

—¿No se supone que debe llamarse como su esposo?

—No. Ella prefiere que la llamen por su apellido de soltera —contesto como si estuviera hablando de otra persona y no de mí misma.

No contestan porque el ascensor llega al piso correspondiente y salen primero dirigiendo a la estación de enfermeras mientras que yo voy a la oficina de mi esposo.

Abro la puerta y no se molesta en levantar la vista siguiendo con lo que sea que hace con los papeles frente a él.

—No piensas saludar al amor de tu vida —lo molesto y levanta la vista inmediatamente mirándome con ojos cansados. Últimamente ha estado trabajando como un loco ignorando mis consejos. Me da una sonrisa leve y me acerco a él dejando mi bolso sobre el escritorio y me siento en este en el espacio que deja entre su silla y el escritorio. Acaricia inconscientemente mis piernas desnudas por la falda y me doy cuenta que le estoy dando una bonita vista de mis bragas.

—Bonitas bragas —sí, el idiota no podía quedarse callado—. ¿A qué debo el honor de tu visita, querida esposa?

—A que yo debería matarte.

—¿Me explicas al menos por qué? Luego si quieres, te dejo matarme.... Claro, si creo que es justo.

—Has olvidado lo que le prometiste a nuestros hijos.

Parece pensarlo un momento antes de caer en cuenta y cerrar los ojos maldiciendo.

—Lo siento. Lo he olvidado.

—Ya, lo presentía. Por eso me he hecho cargo yo y todo está listo. Solo te necesito a ti para que mis hijos no preguntes por su padre.

—René, sé que lo prometí, pero tengo mucho trabajo y....

—Delega —le corto—. No pienso empezar con esa rutina de familia donde te empiezas a alejar por el trabajo, Jackson. Porque yo no soy una mujer que piensa quedarse en casa con los hijos viendo como todo cambia. Yo tomo a mis tres hijos y me largo. Así que ahora es tu decisión, si vienes o no al viaje que le prometiste a tus hijos.

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