44: ¿Final feliz?

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René Saldivar

Parte II

Proceso todo lo que Jenn va diciéndome o al menos eso intento.

—¿Puedes repetirlo? —pregunto—. Es que no he entendido nada.

—Haber. Que me invitó a cenar y cuando estaba a punto de comer mi postre, vi el anillo en él. Mal cosa por cierto ya que casi me lo trago —hace énfasis—. Pero..... Edgardo me propuso matrimonio y estoy muy feliz.

—Significa que tenemos una boda que planear.

—Correcto.

—Eso si que me emociona —la molesto y golpea mi hombro—. Oye, es tu boda la que vamos a planear. Y me proclamo tu madrina de boda así que yo me encargo de la despedida de soltera.

—Con Edgardo ya habíamos decidido que ustedes fueran nuestros padrinos. Voy a apostar que están juntos en este momento —afirma.

—Lo están. Jackson me dejó aquí y luego dijo que iría con Edgardo —confirmo.

—¿Ves?

—Veo.

—¡Jennie! —grita una voz femenina que reconozco muy bien.

—¿Ahora que hice? —masculla mi amiga—. ¿Cómo es que tienes las llaves de mi casa, Susan?

—Edgardo me las dio. Los encontré en el bar y me dijeron algo que ustedes no me habían dicho.

—En mi defensa, me acabo de enterar —contesto.

—En mi defensa, no hace mucho me lo propusieron —contesta.

—Deberás poner una fuente de chocolate solo para mi en tu boda para que te perdone —asegura antes de acercarse tirando las llaves en la mesa que resuenan al ser una mesa de cristal.

—Susan, debes ayudarme a preparar la despedida de soltera —le digo y sus ojos se iluminan.

—Obvio —se incorpora—. Me encargaré de que bomberos sexy lleguen a la despedida.

—Eso me gusta —la apoyo.

—Creo que en vez de mi boda, será mi funeral.

—Claro que no.

***

—Estás muy guapa —veo a Jackson que está recargado en el umbral de la puerta de la habitación. Va con una camisa blanca de botones con los primeros desabrochados y las mangas arremangadas dándole un estilo casual. Lleva unos pantalones de vestir negros y unos zapatos formales del mismo color.

—¿Te gusta? —pregunto sin voltear. Conecto mi mirada a la suya a través del espejo.

—Podria follarte con él puesto —dice y sonrío.

—¿No crees que esa línea ya está muy gastada? —indago volteando y quedando frente a él.

—Eso no quita que tenga en mismo efecto —se despega del umbral para caminar y llegar hasta mi.

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