10: No pasó nada

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René Saldivar

—¿Me estás jodiendo? —pregunta Jenn.

—No lo hago —contesto.

Mi subconsciente me grita "Cobarde" cada quince segundos. ¿Por qué? Sencillo, porque corrí como una cobarde luego de que me follé a Jackson. Él estaba a punto de decir algo luego de un corto silencio pero yo no lo dejé bajándome y tomando mi ropa en una bolsa y huyendo de la habitación valiéndome si las personas se me quedaban viendo raro mientras corria tomando la parte de atrás de la bata para que no se abriera y me mostrara como Dios me trajo al mundo. Me metí en los primeros baños femeninos que encontré y me quedé ahí como por una hora antes de salir y evadir a Jackson el resto del día. Terminé mi turno más las horas extras por las que había perdido y huí del hospital llegando al hotel donde le conté todo a Jenn y nos lleva a las palabras de mi amiga justo en este momento.

—¿Cómo pudiste irte así sin más? ¿Es lo quieres? ¿Que solo sea sexo? —pregunta llevándose un churro a la boca.

—No.

—¿Y por qué actuaste así?

—Porque el pánico se apoderó de mi antes de que pudiera enterarme —explico—. No lo pensé, solo me fuí.

—¿Que crees que pase ahora?

—No lo sé y es lo que me da miedo —hago una mueca.

—Tú te lo buscaste.

—Ya no me lo repitas.

—Por cierto —toma la tableta que estaba sobre la mesa frente al televisor—. Tengo tu apartamento elegido. Tomé en cuenta las características que pediste y encontré el indicado. Pisos de madera, paredes en tonos blancos y grises, decoración neutra, dos habitaciones, una cocina amplia al igual que el salón, una terraza, chimenea real y un buen de otras cosas más, esta ubicado en una urbanización privada y es un piso alto por lo que tendrán lindas vistas, el edificio de los apartamentos tiene su propio gimnasio y.... creo que eso es todo.

—Si que te luciste con el apartamento —halago.

—Gracias. Quería que lo vieras primero antes de comprarlo.

—Con tus características fueron suficientes y te di mi tarjeta, cómpralo y ya.

—Vaya, lo que es tener dinero.

—No te quejes que conseguiste un buen trabajo en la escuela primaria.

—Tú no hables.

—¿Por qué.

—No tienes derecho con tu suelto mensual de seis cifras —me calla.

—Uy, perdón.

—Esta bien, compraré el apartamento con tu tarjeta y.... oh, también conseguí una casa.

—Esa debe ser a gusto de mi padre y tú —digo viendo las redes sociales en mi celular.

—Sip, y respecto a pagar la casa, sabes que yo la pagaré.

—Pero....

—No hay peros, no me dejaste pagar nada de los gastos desde que volvimos a San Francisco y varios años viví a costillas de ustedes, así que lo que menos puedo hacer es comprar la casa donde estaremos viviendo Andrea, tu padre y yo.

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