ESPECIAL 300K (PARTE II)

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Especial 300k

(Ubicado antes del epílogo)

Parte II: Vacaciones de familia.

Jackson Evans

Veo a través de mis gafas de sol lo jodidamente bien que se ve René con el traje de baño de dos piezas que resalta su redondo trasero y sus lindas tetas que, gracias a mis hijos las han hecho un poco más grande de lo que antes eran. Está en la arena jugando con Samantha mientras que Matteo lee en la tumbona siguiente a la mía y Daniel lo molesta.

No paso desapercibido que muchos hombres que se encuentran cerca ven a mi esposa y debo controlar mis celos para no decirles que busquen otra cosa que ver.

—Ya, pesado —gruñe Matteo hacia su hermano que solo le frunce el ceño.

—Jamás encontraras a una chica que te soporte si nunca cambias ese carácter —ataca su hermano menor.

—¿Qué te hace creer que quiero encontrar a una chica que me soporte? —Matteo enarca una ceja.

—No seas tan grosero —intervengo.

—Daniel ha empezado.

—Y yo lo termino —los volteo a ver unos segundos antes de devolver la vista a la mujer que me embobece cada segundo de mi vida. Ahora está hablando con una pelirroja, la niña con el mismo tono de su cabello juega con una entusiasta Sam. Eso es raro, Sam no juega con quien no sea sus hermanos o Andrea.

Volteo hacia mis hijos cuando Matteo gruñe de nuevo, pero solo veo que pelea con una mosca. Quien sí llama mi atención es Daniel porque ve en dirección donde está su madre y hermana. Su ceño está un poco fruncido y ladea la cabeza, es su característico gesto cuando intenta entender o algo le parece curioso y diferente.

—¿Qué llama tu atención, Dan? —le pregunto.

—El cabello de ella es rojo, es bonito —dice sin mirarme.

—¿De cuál de las dos? —indago, aunque supongo quién ha llamado su atención.

—Octavia —murmura y debo preguntarle a mi esposa como es que nuestro hijo sabe el nombre de la niña antes de acusarlo de acosador a su corta edad.

—¿Por qué no vas con ellas?

Él me mira. Parece que se lo piensa un poco antes de hacer lo que digo e ir con su madre y hermana. Se tira en la arena jugando con Sam y en el proceso, también con la niña pelirroja.

—¿Quieres conseguirle un amor de niñez a Daniel, papá? —pregunta Matteo. Ha dejado el libro por primera vez para verme. Vayaaa, eso mucho viniendo de él que es un come libros.

—Solo quiero que se divierta. Tú deberías hacer lo mismo.

—Yo me divierto con mis libros, no necesito más. Y Daniel solo tiene ojos para Andrea... dudo que eso cambie en algún momento.

—Ya...

Veo a Daniel volver y ya me veo venir que su madre lo ha mandado de paloma mensajera.

—Mamá quiere que cenemos esta noche con los amigos que ha hecho.

—De acuerdo —tampoco es que pueda decirle que no.

—Bien —lo veo devolverse para darle respuesta a René y vuelve tirándose en la tumbona libre a mi lado derecho— ¿Por qué no te quedaste?

—Esa niña está loca. Lo que tiene de linda, lo tiene de rara.

—¿Qué te ha hecho?

Me mira pensando si quiere decirme o no y termina negando sin abrir la boca. Vaya, tan pequeño y ya empezamos con eso de contarle todo a mamá y no a mí. Lindo.

—¡Morgan! —truena un hombre haciendo que voltee a ver a tiempo que una niña castaña corra entre la tumbona de Matteo y mía.

Por alguna razón, Matteo la detiene y ella está temblando haciendo que me ponga en alerta.

—¿Por qué huyes? —Matteo le frunce el ceño.

—Suéltame —le gruñe la niña.

—Si te estoy intentado ayudar, malagradecida.

—Pues no te la he pedido —dice muy digna.

Si así es de niña, no me la quiero imaginar de grande.

—¡Morgan! —vuelven a tronar.

—La asustas, idiota —dice una mujer y es ella quien se acerca a la niña, quien parece tranquilizarse cuando es la mujer quien se acerca y no el hombre—. Ya estoy aquí, cariño.

—¿Está todo bien? —le pregunto a la mujer.

—Sí, lo siento. Solo que mi esposo suele ser un poco bruto en ocasiones — sonríe apenada y abraza a quién supongo es su hija porque ambas tienen los mismos ojos despampanantes.

—¿Segura?

—Sí. Discúlpenme.

Se alejan y aunque veo con desconfianza a el hombre, dejo que se vayan y vuelvo mi vista de nuevo al frente para ver a las mujeres de mi vida.

—Que niña más pesada —se queja mi hijo mayor.

—Para ti todos son pesados, Matteo.

—Ella lo sobrepasa.

***

Veo a Matteo colocarse su camiseta mientras Daniel se peina y yo estoy vistiendo a Sam. Agradezco que dos de mis hijos sean tan independientes ya que eso nos da un poco de paz a René y a mi que se está vistiendo en estos momentos. Doy una ojeada hacia la puerta entreabierta de una de las habitaciones de la suite y logro verla caminar de un lado a otro en ropa interior de encaje que logra hacerme tensar la mandíbula intentando que mis pensamientos desvaríen para que así no vayan por otro lado. No quiero tener una erección lo que resta de la noche y tampoco puedo hacer mucho con los niños aquí.

—¿Ya están todos listos? —pregunto terminando con Samantha.

—Lo estamos —contesta Matteo a quien veo de nuevo con un libro. Su hermano está en la tableta y Sam no tarda en empezar sollozar pidiendo que la lleve con su hermano solo por el hecho de que es él quien siempre le pone muñecos en la tableta.

Los dejo a los tres en la pequeña sala que es todo un desastre y voy con mi esposa que ya va vestida con un vestido veraniego, plataformas y está trenzando su cabello.

—Los niños ya están listos —le digo apoyándome en el marco de la puerta y detallándola.

—Ya voy a terminar. Solo termino con la trenza.

—No hay apuro.

—Si lo hay. No quiero quedar como impuntual frente a esta nueva amiga que he hecho.

—Pero si no la vas a volver a ver.

—¿Qué te hace creer eso?

—Que te conozco.

—Deja las idioteces y mejor toma la mochila con las cosas de Sam —me gruñe antes de salir de la habitación. Doy una palmada en su trasero cuando pasa por mi lado haciendo que me mire mal antes de irse.

Espero no sea una noche tan aburrida.

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