Leave my heart open

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Rasqué mi cabeza de forma perezosa a la vez que tomaba la cafetera para servirme más café.

Ew... odio el café, ¿por qué me serví café? Agh, esto de no dormir no está tan cool pero quería ver el resultado.

Tomé de nuevo la lista entre mis manos y comencé a leer como si las noticias fueran.

5.- No dormir durante dos días seguidos.

¡Maldito número 5! ¡no llevo ni diecinueve horas sin dormir!

Dejé de nuevo la cafetera en su lugar una vez que tiré el café que me serví en el lavabo y regresé con los chicos que se encontraban en el living viendo una típica película de comedia romántica con temática de Las Vegas, ambientando, desde que estámos de vacaciones aquí se obsesionaron con todo lo que tenga que ver con la ciudad.

Me acerqué y tomé unas cuantas palomitas del tazón y alcancé a escuchar los susurros de los chicos como: 

"Cameron Diaz sí que está buena"

O como:

"¿Cómo diablos Ashton kutcher no se la fajó?"

Y susurros de las chicas como:

"Sí te doy Kutcher"

O algunos más tranquilos como los de Amé:

"Aw es Cameron Diaz, aww igual que Cam"

O, de nuevo algunos pervertidos como los de Sierra:

"Uff que si no fueras de Mila Kunis"

Y muchos más susurros que me traumaron en pocos segundos.

Me incliné de nuevo hacia el tazón agarrando un puño de palomitas y traté de que me entraran todas en la boca, sentí que me arrojaron una palomita en la cara y volteé confundida para encontrarme con Hayes con un puñado de palomitas, recargado en la salida del living listo para arrojarme otra.

En cuanto vió que ya tenía mi atención puesta en él, me hizo señas para que lo siguiera afuera.

Con extremo cuidado caminé entre los chicos y llegué con él.

—¿Qué pasa?—susurré tratando de no hacer ruido.

—Vayamos afuera.—me tomó de la mano y me llevó hasta la salida.

Lo seguí sin rechistar y cuando llegamos al lugar esperado lo miré sin entender.

—¿Qué hacemos aquí?—me abracé a mi misma.

Hayes me entregó una hoodie mía al notar que temblaba, y yo supuse que él ya sabría de antemano que tendría frío.

—Bueno, pues como todos estaban distraídos incluido tu hermano—hizo una mueca haciéndome reír—.Pensé que tal vez podríamos salir un rato.

—Hayes—alargué—.Son las dos de la mañana—me miró haciendo el típico pucherito de cachorro—. Agh..., está bien, Poo bear.—rodé los ojos.

—¡Gracias! Y no me digas Poo bear.—entrecerró los ojos y me tomó de la mano para comenzar a caminar.

—¿Un prado?—pregunté en cuanto llegamos al mencionado.

—Sip, creí que sería romántico.—sonrió tomando asiento y después me palmeó en sus piernas para que me recostara en ellas y así lo hice.

Suspiré en sus brazos, sintiéndome de repente mareada de tanto que sentía.

—Hayesito, ¿cómo es qué llegamos a vivir todo esto en tres semanas?—dije de la nada, soltando una risilla.

Era sorprendente todo lo que hemos vivido en tan poco tiempo.

Cuando ya no este ; Hayes GrierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora