Ameland

165 4 7
                                    

—¡Y la hermana también está buena!

Hayes de inmediato me toma de la cintura al reaccionar de la voz masculina desde atrás.

Ignoré eso y me paré de puntitas para alcanzar a ver porque a pesar de tener sus miradas sobre mí no se abrían pasó para dejarme ver.

—Hayes, no veo, ¡cárgame!—traté se subir por su espalda.

—¡Ah!, ¡yo tampoco veo nada, Ayleen!—se quejó.

—¡Cállate y cárgame!—gruñí.

Hayes a regañadientes hizo caso y me elevó en sus hombros.Levanté la mirada para ver aún más y mi quijada casi quedaba por los suelos.

Solté un chillido que asustó a Hayes e hizo que se tambaleara un poco provocando que clavara mis uñas en sus hombros.

—¡Auch! Eso eso dolió.

No pude ponerle atención a Hayes puesto que aún seguía sorprendida por ver a James caminando entre la multitud buscándonos.

Caminaba con pose tipo hombre sexy estilo Christian Grey lo que provocaba que estas adolescentes pubertas tiraran baba por él y sin contar que sólo traía un pantalón de chándal, pues obvio, este imbécil de seguro se acaba de despertar.No dudo que fue tan perezoso que ni siquiera quiso ponerse una camiseta, y además, ¿por James es todo este alboroto? Es decir, ¡¿qué le ven a James?! Es el mismo chico que todavía necesita de mamá para que sople a su comida cuando está caliente.

James me vió entre la gente y caminó rápido hacía nosotros, olvidando su pose de chico "sexy".

Llegó como si nada a nuestro lado, con una manada de personas detrás de él siguiéndole.

—Ya vine.—sonrió.

—¡Sí pero ya acabaron las clases!—reclamé enojada.

—Pero vine, ¿no?—replica ofendido—. ¿Para qué son esos huevos y quiénes son esas dos chicas?—señala a los mencionados mientras rasca su estómago con flojera.

—Los huevos son nuestros hijos, y ellas son las compañeras de equipo de Nash y... Cameron—rechino mis dientes y miró a Becca que se comía a mi hermano con la mirada—. ¿No tienes otro lugar a donde mirar?—chasqueo la lengua provocando su sonrojo.

—Ok, antes de que comiences a pelear como acostumbras, ¿los tengo que llevar a algún lado?—pregunta como esperando ya no tener que hacer más cosas.

Maldito vago.

—Sí, llévanos a... ¿a dónde vamos?—pregunté sin saber nada.

—Podemos ir a mi casa si quieren.—comenta América.

—Sí, llévanos a la casa de Amé—afirmé sonriente y con una mano tomé de nuevo la de Hayes y con la otra arrullé a mi huevijo pero me detuve en seco al recordar el torso desnudo de James—. ¡Y tú!, ¡ponte esto!—le arrebaté la sudadera a mi hijo no sin antes susurrarle que era por la seguridad de su tío, la seguridad de no golpearlo si seguía así.Subí el cierre hasta arriba y la multitud suspiró decepcionada—. ¡Supérenlo! Él no saldrá con ustedes.—lo apreté y le di un tirón para que dejara de hacerles señales de: "llámame" a las chicas que veía.Caminamos hasta la Jeep.

—No van a entrar todos.—se quejó James cuando tratamos todos de entrar todos a su querida Jeep a la fuerza.

—Entonces, ¿cómo hacemos?—dice Johnson.

—Me iré a traer tu hermoso BMW.—sonríe con malicia hacía mí.

—¿Qué? No.No, no, no, no.—repetí varias veces meneando el dedo—. Yo voy contigo.No confío en ti.

—Nope.

—¿A mí no me vas a dejar ir contigo, uh?—entrecerré los ojos.

Asintió convencido.

—Perfecto, entonces... ¡Mahogany, ve con él!

—De acuerdo.—se fue meneando las caderas.

¿Caderas? No, no, no.No creo.

¿Ella queriendo algo con James? Pff ajá.

—Ok, te veo en 20 minutos.—me guiñó un ojo y le abrió la puerta a Mahogany antes de subir al asiento del piloto.

¿Ellos...? Nah.

Los vi marchar y tomé de nuevo a hijo huevo de las manos de Hayes.

—Tenemos que ponerle nombre al huevo.—miró a Hayes después de sentarnos todos en las orillas del estacionamiento.

Al fin de estar esperado una hora, ¡¡una hora!! Por fin llegaron Mahogany y James.

—¿Por qué tardaron tanto?, ¿no qué sólo tardarían 20 minutos?—bufé abriendo la puerta de mi auto.

—Ahm... hubo un retraso.—mi hermano rasca su nuca, nervioso por algo que no tengo ni idea de que es y quizás si hubiera sido más observadora lo hubiera podido haber descubierto.

—Sí, demasiado tráfico.—Mahogany le cortó con seriedad y quizás algo de enojo en su voz mientras que salía del auto.

Volteé a ver a James pero antes de poder preguntar algo él me interrumpió.

—Vamos a ver cómo nos vamos a dividir para entrar a los autos.—me hace un lado por los hombros.

Lo miré confundida mientras que él caminaba por delante de mí evitándome, dándome la espalda.

—Uhm..., bueno, en mi auto pueden ir James y Mahogany—propuse, ya que sabía que James no me dejaría ir en mi auto sólo por molestar pero yo me quedaría con el suyo, así que ¡ja!—. De piloto y copiloto de nuevo, y atrás...

—No—me interrumpió Mahogany y yo alcé una ceja—. No quiero ir de nuevo con James. ¿Puedo ir contigo al auto que vayas?—me mira suplicante.

—Ahm claro...—le digo con recelo, ¿habrá pasado algo entre ellos dos?—. De copiloto entonces irá Tyler—lo señalé—. Cuida mi auto te lo suplico—apreté mis ojos—. Y en el otro auto de piloto puede ir Cameron porque es el único que tiene licencia para conducir y de copiloto puede ir...

—¡Yo!—se apresuró a decir América, ganándole a Becca de un empujón.

—Está bien, de copiloto será América y atrás podemos ir Nash, Kitty, Matthew, Mahogany, Hayes y yo.Y en el otro auto los demás.—agarré aire después de todo lo dicho y hecho esto comenzamos a acomodarnos para poder entrar a los autos,y una vez que estuvimos listos, nos fuimos directo a la casa de América.

En todo el trayecto hacia la casa de América Mahogany estuvo callada, lo que es demasiado raro y simplemente se recargó en mi hombro, mirandola ventana.La miré preocupada pero decidí no hacer nada, de todos modos me tendrá que decir sí o sí.

Miré mi teléfono y se me ocurrió una idea brillante, reí y comencé a escribir.

"Te ves tan hermosa en este auto, la luz haciendo brillar esas luces cafés que tienes por ojos y el aire haciendo bailar tu cabello"

Mi teléfono vibró en respuesta.

"Corta el rollo Ayleen"

Me aguanté una carcajada y miré a América desde el espejo retrovisor.

"A qué tú casa será Disneyland para Cameron. Ameland."

América volteó a verme y me sacó la lengua, reí por su comportamiento de niña pequeña y volvió a su teléfono, a los segundos me llegó la notificación.

"Tendré que cerrar con llave mi cuarto, gracias por la imagen mental de las cosas que podría hacer"

Solté una carcajadota y sin más que hacer guardé mi teléfono en mi bolsillo trasero, mirando por la ventana esperando a que llegáramos.

Cuando ya no este ; Hayes GrierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora