Tía Miranda

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—¡Gracias,señor!—bajé del taxi con mi perrito en mis brazos y con Hayes detrás de mí.

Saqué las llaves de mi bolsillo trasero y cuando estuve apunto de abrir la puerta,vi el auto de mi mamá lo que me hizo reaccionar.

—¡Hayes! ¡El perrito!—jadeé.

—¿Qué tiene?—gruñó.

Sip,aún no se le quita el enojo.

—¿Cómo que qué tiene? ¡Mi mamá ya llegó y no va a dejar que entre con él! Nunca nos ha dejado a mis hermanos y a mí tener un perrito,me va a sacar de la casa a manguerazos si me ve entrar con él.—lo alcé.

—¿Y entonces cómo pensabas meterlo?—frunció el ceño.

—No pensaba que mi mamá estuviera en casa...—hice un puchero.

—¡Ayleen!

—¡Este es el plan! Tú entras corriendo y te vas a mi habitación,lo dejas ahí y le pones seguro al cerrojo,y yo acá mientras hago tiempo.—agudicé mi voz.

—Ayleen,no...

—¡Hazlo!—lo besé—. ¡1,2,3.Ya!

Y como Flash abrí la puerta y Hayes a regañadientes salió disparado hacia mi habitación.

Lo vi irse y mientras tanto yo formulaba un plan maestro y maniobras de ataque.

—Hola,mi amor.

—¡Ah!—grité del susto e hice un raro movimiento con mi cuerpo que después que recuerde este momento me hará avergonzar a mil.

—¿Qué tienes,loca?—mi mamá me vio divertida.

—Na-nada,sólo me asustaste,mami.—reí pero mi risa sonó más falsa que nada.

—Haré como que te creo—le dio un sorbo a su té—. ¡Oh,te pintaste el cabello!—tomó uno de mis mechones y lo enredó entre sus dedos.

—S-sí, ¿te gusta?—sonreí nerviosa.

—Me fascina.—asintió.

—Sí...oye,hum Hayes está allá arriba,se quedará a comer con...—miré a todos lados—. ¿Y James y los demás?—fruncí el ceño.

—No sé,no han llegado—se encogió de hombros—.Y no te preocupes por tu novio,ya entiendo porqué estabas tan nerviosa.

Me sonrojé.

—¡¿Qué?! ¡No,mamá no es lo que crees!—chillé y me estremecí.

¡¿Por qué mi mamá siempre piensa eso de mí?! Como si yo fuera súper...¡ay no sé!

—¡Hola!

James abrió la puerta y de ella entraron todos mis amigos y sus amigos...eso sonó extraño pero pff.

En cuanto entraron toda la bola de pubertos (ósea mis amigos);se le quedaron viendo a mi mamá cuando ella se agachó a recoger unos libros,lo que hizo que se quedaran tirando litros y litros de baba con la mirada perdida.

—Damn,Matthew.Tenías razón,la mamá de Ayleen está justo como la describiste.—Carter tragó saliva y los demás idiotas que tengo de amigos asintieron de acuerdo.

—¡¿Qué dijiste imbécil?!

La voz de James y mía resonó por toda la habitación y estuvimos a dos pasos y grito de mi mamá para golpearlos.

—¡Cálmense! ¿Qué tienen? No sean mal educados,yo no los crié así.—chilló y su rostro se deformó por su ceño fruncido.

Uhm no,ella no me crió prácticamente.

Cuando ya no este ; Hayes GrierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora