Magic Mike

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—¡Cameron deja de espiarme!

En seguida escuché el ruido de alguien corriendo que seguramente tiene nombre y apellido de Cameron Dallas huyendo de América.

—¿Qué te hizo?—me acerqué divertida, curioseando en su habitación.

—Esto...—extendió su mano enojada y vi la pequeña camarita como la que James me puso a mí.

—¿Te puso cámaras?—solté una carcajada que en seguida reemplacé por un estornudo.

—Ew, que asco, Ayleen. ¿Estás bien?—preguntó con una mueca.

—Sí—sorbí mi nariz—. Creo que solo fue polvo, es todo.

—Ahm... está bien—asintió no muy convencida—. Como te decía me tiene harta, se la pasa acosándome y desde que llegó Dylan se la pasa queriéndolo golpear.

—Para mí es tierno.—me encogí de hombros.

—Ah, es porque no has visto esto.—me tomó del brazo y me llevó a la habitación de Cameron.

Entramos e hizo que me sentara a un lado de la cama mientras buscaba debajo de ella.

—¿Qué estás...?

—Shhh, calla.

Siguió buscando y gritó un: "bingo" en cuanto encontró lo que buscaba.

—Mira—me tendió una caja grande pero lo suficientemente plana como para caber bajo la cama.

—¿Qué es esto?—frunció el ceño aún divertida por la situación.

—Ábrela...

Mierda, ya se me había olvidado lo de ayer y ahora... esto.

—¡Mierda, es igual a ayer!—grité aventando a un lado la caja llena de cosas de Amé.

Cosas como fotos de ella dormida o simplemente caminando, una hoodie de ella, un mechón de cabello (de ella también); y el perfume favorito de uvas de ella. Esto es normal... ¿no?

Ay esperen... ¿ese es un bra?, ¡ah!, ¡Cameron me tendrá que pagar el psicólogo!

—¿Eh?, ¿cómo que de ayer?—torció el gesto confundida.

—Ayer lo vi con tu perfume y...

—Mierda...—maldijo y me eché a reír.

Me levanté por una soda del frigobar que estaba al lado de el armario y volví a sentarme al lado de Amé pero ahora en la cama.

—Tengo que decirte algo...—murmuró nerviosa.

—Escúpelo.—le di un sorbo a mi soda.

—Ayer besé a Cameron...—escupí la soda en ella, ups.

—¡Mierda, Ayleen!, ¡¿por qué siempre escupes lo que estás tragando cuando te impresionas?!—gruñó secándose el líquido pegajoso de la cara.

Bueno al menos ese sabor le gusta a ella.

—¡¿Cómo que lo besaste?!—grité sorprendida.

—Ayer... sólo... ¡agh! Sólo pasó—se mordió el labio—. Después de tu pelea con Bitchtina, subí a mi cuarto mientras Dylan estaba en el baño y cuando estaba en el pasillo me encontré a Cameron, me pidió disculpas por lo de el intento de golpear a Dylan y cuando iba a aceptar sus disculpas, me tropecé y caí encima de él y...nos fuimos acercando más y... me besó.—ocultó una sonrisa en su sonrojado rostro.

Chillé emocionada, reventando sus tímpanos

—¡Yo sabía, yo sabía que sentías algo por él!—me detuve al instante—. Sentiste algo, ¿no?

Cuando ya no este ; Hayes GrierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora