Cuando ya no este ; Hayes Grier

Adiós Verano

—¡No me quiero ir de aquí!—lloriqueé casi a moco tendido, bien aferrada a los soportes de mi cama.

—Las vacaciones terminaron, ¡entiéndelo, Ayleen!—James me jaló más fuerte hacia él, casi pude sentir mis tobillos crujir.

Mañana comenzarían de nuevo las clases, o como yo le digo: "De vuelta al chiquero".

Todos estaban preparándose empacando sus cosas, resignados a lo obvio menos yo y mi espíritu libelista que aún se encontraba luchando con James para salir de la cama.

—¡Esto es las Vegas!, ¿quién se quisiera ir de aquí?—traté de hacerlos razonar.

—¡Traeré a Hayes!—me ignoró completamente, amenizándome.

—¡Tráelo, no me importa!—contraataqué.

—¡Ya verás!—salió dando zancadas y en seguida regresó con Hayes.

—Hola, mi amor—sonrió abiertamente.

—Hola, bebé.

—¡Suficiente!—lo empujó—. ¡Haz algo!

—Ouh, ¿para eso me querías? Lo siento pero, no me arriesgaré a quedar estéril.—hizo una mueca.

Y empezaron a pelear o bueno, James lo hacía y yo, ya algo aburrida me levanté de ahí.

—Pasó de esto, idiota.Tengo qué hacer pis.—lo hice a un lado y me encerré en el baño, viendo a este con nostalgia.—Te extrañaré baño—toqué una de sus paredes—.Y a ti lavabo—acaricié el lavabo—.Y a ti también ducha..., y a ti también cucaracha que está volando... ¡hacía mí!—me resbalé de lo rápido que pude pero mi voz casi ardió al momento de chillar y salir de ahí corriendo.

Iba rápido tanto que paré en seco cuando me topé de cara con el pecho de mi hermano mirándome extrañado.

—¡James!—grité mientras tomaba impulso y brincaba a él.

—Wow, ¿tú fuiste la que gritó como vaca dando a luz?—levantó los brazos para no tocarme.

Ugh, ¿qué le pasa? Yo sí me baño casi siempre, no como él.

—Te voy a extrañar a tí también.—ignoré sus palabras y lo abracé más fuerte.Tanto tiempo sin tenerlo y ahora que lo tengo me iría.

—Pues no lo hagas.—río.

Fruncí el ceño.

—¿Cómo no lo voy a hacer si me iré?—chillé.

Y me hubiera gustado que en esas palabras no había otro significado más profundo.

Me iría pero, para ya no regresar jamás.

Mierda, si él supiera.

—Sí, pero conmigo.—apuntó con la cabeza sus maletas que habían sido totalmente ignoradas por mí y mi susto por la cucaracha.

Sonreí enormemente y lo zarandeé.

—Pe-pero la universidad...