Di algo y no me dejes

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Hayes

Mi pie se movía incesantemente ante mi nerviosismo que se había convertido en parte como un tic nervioso.

La fiesta de Gilinsky había empezado desde ya hace bastante y Ayleen aún no había llegado.

Tenía esa extraña sensación en el pecho,tenía la necesidad de que Ayleen estuviera aquí conmigo,abrazarla y que me dijera que todo está bien.Me sentía ansioso,inquieto.Como si solo tenerla aquí conmigo me quitaría lo que sentía.

Miraba mi teléfono cada minuto,le había mandado la máxima cantidad de mensajes posibles y no los contestaba.Ni los mensajes,ni las llamadas;nada.

Las manecillas del reloj cada vez se pasaban de minuto más,y más.El imparable "clock" lo escuchaba mucho más fuerte de lo que era.Golpeaba como tambor dentro de mí,haciéndome sentir más exaltado.

—Hayes,tranquilo—Mahogany se acercó a mí y puso una mano en mi hombro,comprensiva—James tampoco a venido,seguro está con Ayleen.

Hice una mueca inseguro,mirando el piso;sin dejar el tic que se me había pegado de mover el pie.

—Pero ya tardó demasiado y no me contesta las llamadas.—agité mi teléfono haciéndolo parte de mis tics.

Apreté mis manos.

Volteamos de golpe cuando la puerta se abrió de un azotón.James entró jadeante casi al borde de las lágrimas.

—¿Dónde está Ayleen? ¿Está con ustedes?

Todos nos miramos en una combinación de preocupación y confusión.

—N-no, ¿no estaba contigo?—titubeé.

Su rostro se deformó en una mueca.

—Sí...pero peleamos y ella salió muy mal de la casa.La estuvimos buscando pero no la encontramos.

Detrás de él estaba mi suegra llorando en los brazos de un hombre que jamás había visto.

Ahí no pude contenerme más y como si no estuviera lo suficientemente asustado saber qué ahora estaba mal y en cualquier lugar me hacía querer enloquecer.

Volteé a ver a Mahogany como recriminándola.

Yo sabía que algo andaba mal.

Me levanté y me dirigí rápidamente hasta la puerta,pero antes de cruzarla el sonido del teléfono me hizo detener.

Era como si el imparable sonido de la llamada cortara el ambiente,provocando un silencio ensordecedor.

Mahogany pasó saliva y tomó el teléfono,ella fue la única valiente en atreverse a contestar al que fuera que llamara.

La miré expectante,con los ojos bien abiertos y dilatados;ignorando a los demás y esperando lo peor.

Mi pecho se oprimió de pronto,quería negarlo pero yo ya sabía lo que venía.

—¿E-en donde?—Mahogany se le cristalizaron los ojos pero en seguida recuperó su mirada,y ahí lo supe.Sabía que tenía razón.Ella asintió—Está bien,iremos para allá...gracias.—relamió sus labios,con la mirada perdida.

Cuando ya no este ; Hayes GrierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora