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Narrador

La noticia de su muerte se esparció como reguero de pólvora por todo el país. Nadie podia creer las razones pero para algunas personas ya lo veían venir y mas por el ambiente en el que estaba y se dedicaba. Todos ya lo tenían predicho ya que semanas antes salió a la luz su participación en ese ambiente pero todos negaban eso para evitar problemas. Nadie quería problemas pero nada se puede ocultar, todo sale a la luz tarde o temprano.

En todos los noticieros no paraban de hablar de su muerte. En las redes sociales las personas no dejaban de compartir información sin importar si fuese verdad o falsa. Sus rostros estaban por todos lados y eso causaría muchos problemas para todos los involucrados. Había personas llorando su muerte y otras personas que se alegraban porque según ellos se lo merecía por haber entrado en ese mundo.

Toda la habitación estaba oscura y la única luz que entraba por la ventana era el brillo de la luna. En ella se encontraba un hombre sentado en un pequeño sillón con un vaso con lo que parecía ser alcohol. Él solo se encontraba contemplando la luna.

"¿Cuanto lleva encerrado?" Una voz masculina se escuchó afuera de la habitación pero aquel hombre no hizo ningún movimiento al escuchar esa voz solo le tomó un trago al vaso.

"Desde la mañana cuando se enteró de la noticia," una voz femenina dijo detrás de la puerta.

Se escuchó dos leves golpes en la puerta pero él hombre sentado los ignoro por completo como si estuviera sordo.

"Hermano, abre la puerta. Toda la familia está aquí," dijo el hombre que se encontraba al otro lado de la puerta pero para su mala suerte tampoco tuvo respuesta.

El hombre sentado en el sillón saco una pequeña foto de bolsillo para después observarla cuidadosamente y después lágrimas corrieron por su mejilla. Tanta fue la rabia que sentía por dentro que se levantó del sillón y estrello el pequeño vaso contra la pared y grito de dolor.

"¡ABRE LA PUERTA!" La voz de afuera dijo preocupado y golpeando más fuerte la puerta.

El hombre cayó de rodillas al suelo y comenzó a llorar más fuerte. Afuera de la puerta se escuchaban pasos.

"¿Que pasa?" Una nueva voz masculina se escuchó afuera de la puerta.

"No lo se. El no quiere abrir la puerta," la primera voz masculina dijo.

"Traigan la llave para abrir esta maldita puerta," dijo la segunda voz masculina.

Se escucharon pasos alejarse de la puerta. Los dos hombres seguían tratando de golpear la puerta para ver si obtenían alguna respuesta pero fui inútil.

"Iván, soy Ovidio. Yo se que la amabas y te entiendo porque yo también la ame como no tienes idea y tú lo sabes muy bien," la primera voz masculina dijo.

Esas palabras lo pusieron furioso al hombre arrodillado que limpió sus lágrimas y se levantó de inmediato. Aun no podía creer cómo su hermano le puedo decir eso como consuelo, su egoísmo por parte de su hermano lo puso más furioso.

Ivan abrió la puerta de golpe sorprendiendo a los hombres que se encontraban afuera que los dos tuvieron que retroceder por el miedo.

"No digas tus putas mentiras. ¿Crees que eso me hace sentir mejor?" Reclamo Iván a Ovidio tan furioso.

"Tú me la quitaste de mi lado. Tú sabías muy bien que la amaba y te valió madre y aún así te metiste con ella. ¿A donde quedó tu lealtad como hermano?" Ovidio contestó acercándose a la cara de Iván que ponían sentir sus respiraciones agitadas por la furia.

"No es momento de peleas. Ustedes dos saben que ella odiaba verlos peleados," el tercer hombre dijo jalando a Ovidio del brazo para evitar que la confrontación llegara a los golpes o peor a balazos ya que cada uno traía una armaba fajada atrás de sus pantalones.

"Váyanse los dos a la verga. Déjenme solo," Iván dijo.

"Carnal, yo se que esto duele pero tenemos que seguir. La chamba nos espera y además con todo lo que estaba pasando se nos están complicando algunas cosas," dijo el hombre.

Iván los miro a los dos con enojo y solo apretó su mandíbula.

"Me vale verga todo," Iván respondió.

"Alfredo, será mejor que tome su tiempo porque así cómo está no nos sirve para nada." Dijo Ovidio.

Alfredo miro a Iván quien tenía una mirada retadora pero a la vez tenía una gran tristeza. Alfredo estaba tan preocupado por su hermano porque le dolía verlo así y temía que cometiera una locura.

"Eres un maldito egoísta. Piensas que tú eres él único que la está pasando mal por su muerte," Ovidio dijo con un nudo en la garganta.

"Ovidio, cálmate. Lo que menos quiero ahora es un pelea entre ustedes dos. Somos hermanos y tenemos que estar unidos, recuerda lo que nuestro viejo nos dijo." Alfredo trato de calmarlos pero fue inútil porque los dos hermanos estaban dolidos por la pérdida.

"Solo lo hago por ella," Ovidio dijo para después marcharse.

Alfredo notó el dolor de Iván que su instinto de hermanos fue darle un fuerte abrazo. Iván al sentir el abrazo de su hermano se soltó en llanto. Para el todo esto era una terrible pesadilla que lo único que deseaba era que se acabara para poder despertar y tenerla entre sus brazos y besar sus labios.

"Fue mi culpa. Si yo hubiera ido con ella esto no hubiera pasado," Iván dijo.

Alfredo se separó de Iván para que los dos pudieran respirar.

"Carnal, no es tu culpa. Nadie sabía lo que iba a suceder," Alfredo trato de animar a Iván pero fue imposible porque sus lágrimas seguían cayendo de sus ojos.

"¿No ha salido alguna información nueva en las noticias?" Iván preguntó un poco más calmado.

Alfredo dudo por un momento. Claro que había salido información nueva pero no estaba seguro de decirle a su hermano porque sabía que lo destrozaría aún más. Iván noto que su hermano le ocultaba algo porque lo conocía como a la palma de su mano.

"No he querido mirar las noticias porque solo hablan de ella," dijo Alfredo.

"Quiero que me dejen solo," Iván dijo y después entro a su habitación y cerro la puerta atrás de él.

Iván no había querido mirar la televisión y mucho menos en las redes sociales porque sabía que le causaría mucho dolor verla a ella sabiendo que jamás la volvería tener en sus brazos. Él tomó su teléfono y lo desbloqueó para después tomar unos segundos antes de entrar a la red y buscar información, cuando por fin se decidió sintió como el corazón se le rompía en mil pedazos. No podía creer lo que estaba leyendo. Tan enojado estaba que tiro su teléfono al piso. Cerró los ojos y se le vinieron a la mente todos los recuerdos de ella.

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