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Después de que nos trajeran nuestra orden los dos de inmediato le dimos un pequeño sorbo a nuestro café pero los dos nos quemas la boca. Los dos nos miramos y empezamos a reírnos.

"Me enteré de tu ruptura con ese güey," él rompió el silencio.

"Todo el mundo entero se entero," reí un poco incómoda.

"Me imagino que no es fácil," dijo.

"No quiero hablar de eso."

"Perdón, tienes razón, no hay que hablar de cosas tristes." Él respondió apenado.

Los dos volvimos a quedarnos callados y solo tomábamos pequeños sorbos a nuestros cafés.

Yo trababa de mirar a todos lados menos a él porque me sentía un poco nerviosa. Se que lo conozco pero siento como si fuera la primera vez que lo tenía al frente a mi.

"Me da mucho gusto que vuelvas hacer tu," él dijo con una cálida sonrisa causándome un pequeño cosquilleo en mi estómago.

"Creo que ya era momento de volver," reí.

De pronto comencé a sentirme un poco nerviosa porque el solo me miraba a los ojos.

"¿Esta bueno tu cuerno?" El preguntó.

Mire a mi croissant pero aún estaba entero ya que aún no lo había probado.

"Se llama croissant," dije un poco burlona.

"Perdón señorita, ¿esta bueno tu croissant?" Trato de imitarme lo cual me causo mucha risa.

Sentía una gran felicidad adentro de mi la cual no había sentido desde hace mucho tiempo.

Tome el croissant y le di un gran mordisco, mis ojos se abrieron como plato porque el rico sabor.

"Tomare eso como un si," el se carcajeo llamando la atención de todos en la cafetería.

El personal de la empresa ya estaban acostumbrados a las visitas de el así que ya no se sorprendían para nada.

"¿Como están las chicas?" El pregunto.

"Muy bien. Cada quien trabajando en nuevas cosas," respondí.

"Me alegro."

"¿Como están todos?" Pregunté.

"Todos están bien, gracias a dios. Todos te echan de menos," él respondió.

Trague saliva, no sabía que contestarle. Yo también los extrañaba pero ese día tome la decisión de alejarme de ellos para poder estar mejor.

"¿Cómo está él?" Pregunté cambiando el tema por completo.

Mire que su miraba cambió.

"Feliz con su familia," él respondió seco.

Sentí un pequeño dolor en mi corazón. Pensé que lo había superado pero supongo que aún no porque aún me duele.

"Era de esperarse," trate de disimular mi tristeza con una falsa sonrisa.

"Tu también hiciste tu vida y era lógico que él también continuara con la suya, ¿no crees?"

"Si, claro que si."

De la nada uno de sus hombres se acercó a nuestra mesa.

"Señor, lo están esperando." El hombre dijo.

"Dile que espere," el contesto.

El hombre asintió con la cabeza y después se retiró.

"Bueno, creo que es momento de despedirnos." Dije.

"Gracias por aceptar el café," el respondió.

"No, gracias a ti por el croissant y el café."

El se levantó de la mesa y estaba apunto de retirarse pero muy adentro de mi sentía que no quería que se fuera.

"¡IVÁN!" Grite y este se detuvo para después girarse.

Mi corazón brinco de felicidad al verlo sonreír en cuanto grite su nombre.

"¿Nos volveremos a ver?" Pregunté sin importar que las demás personas susurraban y nos miraban.

Iván de inmediato se acercó a mi con una gran sonrisa.

"A mi me encantaría," respondió.

[NARRA IVÁN]

"¿Puedo ir esta vez?" Ovidio pregunto por quinta vez haciéndome enojar porque no sabe recibir un ''no' por respuesta.

"Son negocios importantes y como yo soy la cabeza tengo que ir," respondí.

"Solo quieres ir porque Daila ya rompió con ese pendejo," Alfredo dijo mientras miraba un catálogo de cadenas de oro.

"Cállate," Ovidio le ordeno a Alfredo quien solo se reía atrás de la revista.

"Sea como sea la respuesta es no. El abogado me dijo que tenía que ir para resolver un problema con el lavado de dinero así que tengo que ir," explique.

"Yo puedo resolverlo," Ovidio siguió protestando.

Me levante de mi despacho porque ya me estaba enfadando esta discusión.

Tenía dos razones por la cuales quería ir yo personalmente a la empresa, la primera era porque supuestamente la policía ya estaban sospechando sobre el lavado de dinero de la empresa y la segunda razón era porque yo también quería ver a Daila y saber como estaba.

"No puedes resolver tu propia vida y quieres resolver los problemas del negocio," Alfredo se burló de Ovidio.

"Yo mismo iré a resolver este problema hoy mismo," dije y después salí de mi despacho dejándolos solos ahí discutiendo como niños chiquitos.

Después de un largo camino ya estaba en la cuidad de Mexico. Tenía mucho tiempo que no visitaba esta empresa que me sentía raro estar al frente de ella.

"Ya saben que hacer," de ordene a mis hombres, quienes asintieron y hicieron su trabajo de rodear todo el edificio para evitar alguna sorpresa de la policía.

Entre al lugar y me sorprendí al ver a una nueva recepcionista y más cuando comenzó a gritar como loca. No sabía ni como callarla y eso me estaba poniendo nervioso porque no quería que hiciera una tontería.

No se en que momento mire así el elevador y ahí estaba Daila parada. Siempre que la veo es como si solo ella y yo existiéramos. Se miraba más hermosa desde la ultima vez que la mire.

La invite un café y me sorprendió que hubiera aceptado mi invitación. La platica no estuvo muy larga pero fueron los minutos más feliz que he tenido desde hace mucho tiempo.

Me sentía como un niño chiquito con un juguete nuevo cuando me pidió que nos volviéramos a ver.

Después de que me despedí de ella le pedí a uno de mis hombres que comparar una pequeña departamento alejado de la cuidad para poder verla más seguido sin preocupaciones que nos vieran.

Entre a la oficina del dueño de la empresa quien me saludó de abrazo.

"Me da gusto verlo, señor Iván." Él dijo y después los dos nos sentamos.

Estuvimos hablando sobre todo lo que están pasando y me explico que por el momento tendría que dejar de lavar el dinero porque la policía estaba sospechando.

"Solo será por un tiempo y ya después volveré hacerlo," él explicó.

"¿Por cuanto tiempo?" Pregunté.

"No lo sé," él respondió.

Bueno, tampoco quería meter en problemas a Daila con este asunto así que acepté lo que dijera el dueño.

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