LIV

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Me levante de la cama de inmediato pero Daila ya se había marchado de mi habitación.

"Puta madre," murmuré.

Mire a Adriana y ella solo se cubría con la sábana de la cama.

Tome mi camisa y me la pase de inmediato.

"Cuando regrese con Daila no quiero verte aquí así que te vas a chingar a tú madre, ¿entendiste?" Dije y salí de mi habitación.

Baje las escaleras y salí de la casa pero no había señal de Daila y parecía que todo estaba tranquilo. Uno de mis hombres se acercó a mi al ver alterado.

"¿Le pasa algo, señor?" Él pregunto.

"¿Donde está Daila?"

"La señorita Daila no ha salido de la casa," me informó.

Si no se marchó entonces ¿donde diablos está?

De la nada se escuchó el relincho de un caballo en el establo.

En ese momento entendí todo, Daila no se salió por la puerta principal si no que tomo un caballo para irse por El Monte lo cual es muy peligroso ya que era tarde y ella no sabe montar muy bien.

Salí corriendo y me dirigí al establo para averiguar qué caballo falta y como era de esperarse era Blanquita.

Tome un caballo y traté de ir a buscarla pero era difícil ya que estaba oscuro.

"¡DAILA!" Grite a todo pulmón.

Se que no quiere verme pero me preocupa que algo malo le haya pasado.

Recorrí casi todo El Monte pero no había ninguna señal de ella o de Blanquita.

De la nada mire que Blanquita venía galopando a toda velocidad asustada. Cuando se acercó empezó a pararse de dos patas y parecía que había visto a un fantasma porque estaba asustada.

"¡Eh! Tranquila, hermosa." Dije para tranquilizarla.

Ella parecía calmarse con el sonido de mi voz. Me baje de mi caballo para poder acariciarla y se sintiera a salvo.

"Tranquila," susurré mientras la acariciaba.

Ella solo se dejo acariciar.

"Hermosa, llévame a donde está Daila, por favor." Le susurré.

Al escuchar el hombre de Daila ella movió sus orejas y después comenzó a dirigirme a una dirección en lo más profundo de algunos árboles y arbustos.

"¡DAILA!" Seguí gritando pero aún no había ninguna señal.

Blanquita se detuvo y solo se quedó parada pero no sabía porque hasta que fije mi mirada así el frente y me di cuenta que junto a un árbol estaba Daila tirada en el suelo. Solté la rienda del caballo y corrí así ella. Cuando estuve lo suficiente cerca de ella mire que había sangre en su cabeza y en entre sus piernas. La tome en mis brazos para poder asegurarme que se encontraba con vida.

"Daila, por favor, despierta." Dije acariciando su cara y llorando.

La cargue y como puede la subí al caballo y después me subí yo y la agarré muy fuerte para que no se me cayera.

"Aguanta Daila," susurré.

Hice que el caballo corriera lo más rápido para poder llegar a la casa y llevarla a un doctor.

En cuanto llegue le pedí a alguien que prepara las camionetas para poder ir al hospital.

Llegue al hospital y las enfermeras y doctores se la llevaron. Ellos me ordenaron que tenía que esperar así que no tuve otra opción más que hacerlo.

Si algo malo le pasa juro por mi vida que nunca me lo perdonaría. Soy un idiota por dejarme seducir por Adriana. Dios mío, te pido que no le pase nada malo a Daila por favor.

[NARRA IVÁN]

Hoy sería el día que Daila iría hablar con Ovidio así que le encargué a unos de mis hombres que se hiciera cargo de llevarla al rancho de Ovidio. Estaba muy nervioso por ella porque no sabía cual iba hacer la reacción de Ovidio al enterarse que sería padre.

Estaba en mi despacho revisando algunos asuntos del negocio cuando uno de mis hombres entró a mi despacho sin tocar.

"Patrón," dije el casi sin aliento.

"¿Que pasa? ¿Por que entras sin tocar?" Le pregunté un poco molesto.

"La señorita... la señorita Daila se encuentra en el hospital," él dijo tratando de calmar su respiración.

Me levante de mi silla de inmediato.

¿Como que Daila está en el hospital? Si les encargué a estos pendejos que la cuidaran.

"Cuando fui a dejarla al rancho del patrón Ovidio, el salió con la señorita Daila en brazos desmayada y llena de sangre." Él explicó.

¡Puta madre! Avente las cosas de mi escritorio que hasta el hombre parado al frente de mi escritorio brinco del susto.

Le juro a dios que si Ovidio le hizo algo malo a Daila soy capaz de matarlo con mis propias manos.

"Llévame al hospital donde está Daila," ordene.

No pasaron ni una hora cuando ya me encontraba en el hospital. Le pedí a uno de mis hombres que se encargara de la seguridad y que tuvieran a Daila con mucha seguridad y que todo mantuvieran privado.

Al llegar a la sala de esperas mire a Ovidio parado pasando sus manos por su cabello y limpiando las lágrimas de su rostro. Su camisa estaba manchada de sangre y el pantalón estaba lleno de lodo.

Él al verme se acercó a mi pero yo no lo quería cerca de mi así que lo agarré de su camisa.

"¿Que vergas le hiciste a Daila?" Pregunté furioso, aguantándome las ganas de romperle la cara.

"Yo... yo no quería, te lo juro pero ella llegó... y se fue en el caballo... yo estaba borracho y no puede detenerla," trato de explicar pero me dejo mas confundido.

Lo solté de la camisa y traté de calmarme porque no quería causar una escena.

"Te lo juro que si algo le pasa a Daila o a el..." dije pero me detuve porque no estaba seguro si Daila le había dicho sobre el bebé.

"¿El que?" Preguntó Ovidio.

"Solo quiero que te quede claro que si Daila le pasa algo te lo juro que te mato con mis propias manos," dije.

Él solo bajo la mirada y se fue a sentar a una de las sillas mientras yo me encontraba recargado en la pared con los brazos cruzados.

Pasaron tal vez una hora pero se sentía como si hubiera pasado una eternidad.

"Familiares de Daila," dije un doctor parándose en medio de la sala de esperas.

"Yo soy su novio," dijo Ovidio parándose de la silla de inmediato y acercándose al doctor.

"Lo siento mucho pero no pudimos hacer nada por el bebé," él doctor informó.

Yo solo mire a Ovidio confundido y sin procesar lo que el doctor había dicho.

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