LXVI

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[NARRA DAILA]

~Un Mes Después~

Había pasado un mes completo en cual no sabía nada de los Guzmán. Iván dejó de ir a la empresa y supongo qué tal vez están muy ocupados porque ni Ovidio se ha reportado conmigo.

Extrañaba a Iván que todo el tiempo buscaba una excusa para ir a la empresa por si me lo llegaba a encontrar pero nunca tuve suerte así que deje de buscarlo.

Había contactado a Frida para ver si ella tenía alguna información de ellos pero lo único que me pudo decir era que desde hace un mes que ella tampoco los veía.

Traté de buscar en las noticias y en las redes sociales alguna información nueva de ellos pero simplemente era lo mismo. Me estaba preocupado que algo malo les había pasado.

Hoy me encontraba en Los Ángeles de paseo y así que decidí visitar a Friday y ir a comer a un restaurante.

Las dos pedimos nuestra comida y como sabía que no tendría a nadie que me vigilará pedí una una pasta, una rebanada de pizza y un jugo de naranja. Frida pidió una hamburguesa con papas fritas.

"¿Aún no sabes nada de tus tíos?" Pregunté.

"Hablé con mi abuela ayer y me dijo que en este momento andan escondidos por un problema que tuvieron con lo de la seguridad," ella explicó.

"¿Seguridad?" Pregunté confundida.

El mesero nos trajo la comida interrumpiendo el momento en el que Frida me iba a explicar.

"¿Pero ellos están bien?" Pregunté.

Ella parecía comer sin ninguna preocupación mientras yo me moría del miedo de que algo les pasara a ellos y más a Iván y a Ovidio.

"Ellos estarán bien sólo que por el momento no pueden estar paseándose como antes," Frida sonrió.

"¿Sabes donde están?"

"Nadie sabe más que sus hombres de confianza."

"¿Néstor sabe?" Pregunté.

"¿Quieres ver a mi tío Ovidio?" Ella preguntó con una cara pícara.

"Si," sonreí nerviosa.

"Tal vez Néstor pueda llevarte con el," Frida dijo dudosa.

"¿Tú crees?"

Frida me regaló una sonrisa y después comenzó a comer.

La comida había estado súper deliciosa. Las dos queríamos postre así que fuimos a una tienda de helados. Las dos buscamos una mesa para poder disfrutar de nuestros helados.

"¿Pero como me pongo en contacto con Néstor?" Pregunté.

"No lo se," ella alzó los hombros en señal que no sabía nada.

"¿Crees que Citlaly sepa algo de ellos?"

"Tal vez," ella respondió.

No creo que sea buena idea pedirle ayuda a ella y menos si Adriana le dijo de aquel día que nos vio en la casa a Alfredo a Iván y a mi.

Las dos terminamos nuestros helados y después pase a dejar a Frida a su casa. Yo me dirigí a mi hotel ya que era tarde para regresarme a San Diego así que decidí irme en la mañana.

Entre a mi cuarto y me tire a la cama. Estaba aburrida así que prendí la televisión para ver las noticias y tener suerte de saber algo de los Guzmán.

"Confiscan cargamento de cocaina del Cartel de Sinaloa," pase entre los canales hasta llegar a uno de noticias.

Mire las fotografías y videos de algunos oficiales en la pantalla y de lo que parecía ser paquetes de Cocaina.

"Iván," susurré sin pensar.

"Según los oficiales cinco personas han sido detenidas," la reportera de noticas dijo poniéndome la piel de gallina.

Sentía un gran dolor en el pecho de tan solo pensar que algunos de esos detenidos fueran Ovidio, Iván o Alfredo. Solo le rezaba a dios que los tres hermanos estuvieran bien.

[NARRA OVIDIO]

"Néstor acaba de informar que el cargamento que venía de Colombia fue confiscado," Iván informó.

Alfredo patio una botella de cerveza que se encontraba en el piso maldiciendo.

"Esos pendejos lo hicieron porque no les pagamos el dinero que querían," Alfredo dijo furioso.

Ya llevamos un mes escondidos en la sierra en una pequeña casita de madera. Era un poco incómoda estar ahí pero era mejor que estar en la cárcel o en un avión con destino al gabacho.

"Pues ellos sabían que ese cargamento era muy importante y así menos tendremos cómo pagarles," Iván dijo.

"Yo te dije que les metiéramos un susto a esos pendejos," Alfredo dijo.

Yo solo me encontraba en la pequeña mesa sentado pensando en mis hijas y las ganas que tenía de mirarlas. También me preocupaba por Daila, quería saber si ella también pensaba en mi.

"¿Y tú qué piensas?" Alfredo pregunto sacándome de mis pensamientos.

"Ya me cansé de estar escondiéndome," respondí.

"A nadie le gusta pero por el momento es lo mejor mientras se calman las cosas," Iván dijo.

Me levante de la mesa y me salí de la pequeña casita para poder tomar un poco de aire fresco para poder pensar.

Me acerqué a uno de nuestros hombres quien se encontraba fumando un cigarro. Este en cuanto me vio lo tiro al suelo.

"¿Se le ofrece algo, patrón?" Él preguntó.

"Quiero que me localices a la señorita Daila," ordene.

"Claro, patrón."

"Y cuando lo hagas quiero que la lleves a mi rancho," añadí.

"Esta bien, señor." Él dijo y después se retiró.

Me quede parado mirando a la nada cuando de la nada sentí una palmada en la espalda.

"¿Vas a ir a verla?" Escuché la voz de Alfredo.

"No quiero que se preocupe por mi," respondí.

"Te estás arriesgado demasiado."

"No le digas nada a Iván," supliqué.

"Ovidio, piénsala bien." Dijo él y después se marcho.

No sabía si lo que estaba a punto de hacer era algo estupido pero quiero verla una vez más por si algo malo llegase a pasar.

~Dos Días Después~

"Señor, la señorita Daila se encuentra en el rancho." Él hombre que le había ordenado buscar a Daila dijo.

"Gracias," dije y él después se retiró sin más que decir.

Esperé que Iván y Alfredo se quedaron dormidos para poder salirme e irme solo en una de las camionetas. No quería llamar la atención así que solo me traje a tres de los hombres por las dudas.

Pasaron varias horas hasta que por fin llegue a mi rancho y en cuanto la camioneta se detuvo salí corriendo a mi habitación. Abrí la puerta de un golpazo y ahí estaba la mujer más hermosa del mundo.

"Ovidio," ella corrió a mis brazos.

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