XLV

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Entre a la habitación y me deje caer sobre la cama. Cerré mis ojos para poder despejar mi mente. No quería estar pensando en la discusión que tuve con Ovidio.

Estaba tan a gusto y cómoda que me quede completamente dormida.

"Daila," escuché la voz de Ovidio.

De pronto sentí como comezón a sacudirme pero sin ser agresivo.

"Ratoncita, despierta." Volví escuchar la voz de Ovidio.

Abrí los ojos y ya lo tenía arriba de mi.

"¿Que hora es?" Pregunté confundida.

"Son las ocho," él respondió.

Él se quito de arriba para que yo me pudiera levantar. Me senté en la orilla de la cama y talle mis ojos con mis manos.

"Perdón," bostecé.

"No quería despertarte pero quiero presentarte a unas personas," Ovidio dijo.

No sabía si aún estaba dormida pero creo haber escuchado decir a Ovidio que quería presentarme a unas personas.

"Te espero abajo," él dijo y después salió de la habitación.

Me metí al baño hacer mis necesidades y lavarme la cara y arreglarme un poco mi cabello desordenado al igual que mi ropa.

Baje a la sala y mire a Ovidio cargando a una pequeña y hermosa niña. Había otra más grande mirando una película en una tablet sentada en el sillón comiendo uvas.

"Te presento a mis amores," Ovidio dijo al verme bajar las escaleras.

Cuando por fin ya estaba en el piso me acerqué a ellos un poco apenada pero emocionada. La pequeña niña que Ovidio tenía en brazos me regaló una tierna sonrisa.

"Ella es Tania. Saluda, mi amor." Dijo Ovidio a la pequeña niña.

"Hola," dijo ella un poco tímida.

"Hola, hermosa." Dije haciéndole cosquillas en sus costillas.

Ella se moría de la risa y era la risita más adorable que había escuchado en mi vida. Quería comérmela a besos y morderle eso grandes cachetes que tenía.

"Ella es Viviana," dijo señalando a la otra niña sentada en el sillón.

"Hola Viviana," dije y después me fui a sentar con ella.

"Ellas son mis hijas," Ovidio dijo.

"Estas hermosa, Viviana." Dije acariciando su hermoso cabello.

"Gracias," ella contestó.

"¿Que miras?" Le pregunté.

"Una película de princesas. Ella me gusta mucho porque tiene poderes y se llama Elsa," dijo enseñándome la tableta.

"A mi también me gusta mucho frozen," dije.

Ella dejó la tableta un lado y me prestó su atención.

"Me gusta mucho cuando hace su castillo," dije.

"A mi también. Yo soy como Elsa y Tania es como Ana," ella dijo muy emocionada.

"Yo soy Ana," dijo la pequeña abrazando del cuello a Ovidio.

Ovidio se sentó junto a mi y puso a Tania en sus piernas mientras ella jugaba con su gorra quitándosela y poniéndosela en su cabeza mientras él hacía caras chistosas.

"¿Quieres pintar?" Viviana me preguntó.

"Si," sonreí.

Ella tomó la mochila que tenía al lado suyo y saco un libro para colorear y algunas pinturas. Ella arrancó una hoja y me la dio.

"Tú pinta este porque es una flor," dijo.

La dos nos sentamos en el suelo y pusimos todo sobre la mesita de centro que había en la sala para poder colorear mejor.

Mire a Ovidio y el solo tenía una sonrisa en su rostro. No estaba segura si lo hacía para que cambiara de opinión sobre tener hijos pero era imposible negarme ya que sus hijas eran súper hermosas.

Estuvimos toda la noche jugando a todos los juegos que ellas querían y la verdad me la pase increíble. No había visto esa parte de Ovidio, y me agrado conocer a "Papá Ovidio."

Poco a poco las niñas fueron cayendo rendidas y Ovidio las llevo cargando a sus habitaciones para que pudieran descansar.

Ovidio y yo estábamos acostados abrazos.

"Son hermosas tus hijas," dije.

"Son lo más hermoso que tengo."

Sentí algo raro adentro de mi. Escuchar hablar así a Ovidio me emocionaba. Se me vino una idea loca a la mente. Empecé a imaginarme cómo sería si tuviera un hijo o hija con Ovidio. Creo qué tal vez sería bonito pero aún no estoy lista para eso.

"¿Estas bien?" Preguntó Ovidio sacándome de mis pensamientos.

"Si."

Al día siguiente fue tan bien increíble. Estuvimos viendo películas, jugando, y comiendo. Parecíamos una familia feliz pero tenía que hacerme la idea de que tener un hijo con él solo me traería problemas.

Sabía cómo vivía Ovidio. Sabía muy bien que en cualquier momento podría ser capturado o acecinado. Él todo el tiempo tiene que esconderse y yo no quiero que mi hijo crezca en este ambiente.

Entre a la cocina por unas palomitas y mire a Tania atrás de mi.

"Dala," dijo ya que no podía pronunciar bien ni nombre.

"Dime, hermosa."

La cargue y la puse sobre la barra mientras estaban listas las palomitas.

"¿Tú quieres a mi papi?" Ella preguntó.

Me dio risa al escuchar su pregunta.

"Si lo quiero mucho."

"Me gusta cuando mi papi está feliz,"

¡Que ternura! El corazón se me hizo chiquito al escuchar eso. Se nota que Ovidio les da todo su amor a estas niñas que ellas también se lo dan todo a él.

"A mi también me gusta cuando esta feliz," dije y toque sus pequeños cachetes con mis dos manos.

En algo estamos de acuerdo, cuando Ovidio está feliz todo es maravilloso pero cuando anda de malas todo parece un infierno.

"Mi papi es feliz con un bebé," ella dijo.

Me quedo en shock al escucharla. ¿Acaso Ovidio la convenció para que dijera eso? Se me hace de mal gusto que él use a sus hijas para esto.

"Pues el puede tener los bebés que quiera," dije con una sonrisa.

"¡YAY! Voy a tener un hermanito," ella grito levantando las manos en Victoria.

"No... no Tania..." dije pero fue inútil callarla ya que Ovidio atravesó por la puerta de la cocina en cuestión de segundos.

"¿Que pasa?" Pregunto el.

"Dijo Dala que vas a tener los bebés que quieras," ella le dijo a su papá.

Ovidio me miro emocionado.

"¿Es verdad?" Él me preguntó.

"Si pero con la mujer indicada," dije.

"Dala," dijo Tania.

"Dime," respondí.

"Promete que tendré un hermanito y tú serás su mami," ella lo dijo con una tierna voz que era imposible decirle que no.

Junto sus pequeñas manitas y hizo pucheros para suplicar.

"Ummm... alguna día," dije nerviosa.

La tome en mis brazos y ella enredó sus pequeños bracitos alrededor de mi cuello.

"Traes las palomitas y jugos," le ordene a Ovidio y después salí con Tania de la cocina.

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