XII

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Abrí los ojos y mi vista aun estaba un poco borrosa. Talle mis ojos con mis manos pero eso lo hizo peor. Espere unos segundos y poco a poco mi vista mejoró. Estaba completamente confundida y no tenía idea de donde diablos estaba. Mire para todos lados y me encontraba en una habitación desconocida. También mi ropa era diferente, me encontraba en mi pijama. Lo único que recordaba era la fiesta.

Me levante de la cama pero aún me sentía débil y sentí un pequeño mareo pero así me puse de pie y camine así la puerta pero cuando traté de abrirla esta se encontraba con seguro.

"What the heck! (Que diablos)" susurre confundida.

Empecé a mirar por todos lados y mire mi maleta así que fui a checarla para ver si mi teléfono se encontraba adentro pero no había nada ni siquiera mi pasaporte solo mi ropa.

Me sentía asustada. ¿Que Diablos está pasando? ¿Acaso las chicas me están jugando una broma? Si eso es el caso es una broma de pésimo gusto.

Volví abrir la puerta pero no podía así que me desespere y empecé a golpearla fuerte para ver si alguien me abría.

"¡AYUDA!" Grite desesperada.

De pronto la manija de la puerta se comenzó a menear. Me hice para atrás para que la pudiera abrir y me quede boquiabierta cuando mire quien la había abierto.

"No grites, que aquí nadie es sordo." Dijo él quejándose.

"¿En donde diablos estoy? ¿Donde estás las demás? ¿Que les hiciste?" Pregunté alterada y casi llorando.

A la cabeza se mi vinieron muchas cosas malas de lo que este hombre les podría ver hecho a mis amigas.

"Plebe, relájate." Trato de calmarme pero fue imposible.

Yo solo corrí y tome mi maleta para poder salir de la habitación pero el estaba parado en la puerta bloqueando la única salida.

"El doctor dice que estás muy débil así que te recomendó que estuvieras en reposo," él informó.

"Me vale lo que doctor diga yo quiero irme a mi casa," dije.

"Cálmese, mi chula."

Lo empuje para poder moverlo de la puerta pero no pude porque aún no he tenía fuerzas.

"¡MOVE! GET OUT OF MY WAY! (Mueve! Fuera de mi camino!" Grité enojada pero él solo se rio de mi.

"Mi chula, eso no sirve de nada porque yo ni inglés hablo." Se burló de mi.

El cerró la puerta y me quito mi maleta.

"Si quieres me puedes mentar la madre en francés pero de aquí no te vas hasta que yo lo diga," dijo.

¿Que diablos tiene este hombre en la cabeza? Básicamente me esta secuestrando. De verdad que estas personas merecen pudrirse en la cárcel porque son de lo peor.

"¿A donde estás mis amigas?" Pregunté un poco más calmada.

"En Miami."

No creo que las chicas sean capaces de abandonarme y mucho menos con este delincuente.

"Ovidio, por favor, déjame ir. Te prometo que no dire nada a la policía," suplique.

"Si te hubiera querido hacer algo malo ya no estuvieras aquí respirando," Ovidio dijo con un tono serio.

Bueno, creo que Ovidio tiene razón, si me quisiera hacer algo malo no me hubiera traído a esta habitación.

"Mira, el doctor dijo que necesitas descansar y más porque noto que tienes desnutrición. Yo solo estoy siguiendo las instrucciones del doctor," dijo Ovidio un poco preocupado.

"Pero no puedo quedarme aquí. No lo tomes mal pero tú eres un delincuente y yo no quiero terminar muerta. Y si los periodistas se enteran que estoy aquí contigo será el fin de mi carrera."

"Chula, estás con Ovidio Guzmán no con cualquier pendejo."

El puso mi maleta sobre mi cama y después me tomo de la mano para acércame a él. Su cara estaba tan cerca de mi cara que podía sentir su aliento caliente.

"Ya arregle todo con tu manager y el jefe de la empresa y están de acuerdo que pases aquí unas semanas," explicó.

Me quede sorprendida. ¿Unas semanas? ¿Eso que significa? ¿Acaso el dueño de la empresa me vendió a un narco? Sabía que el dueño de la empresa era una persona sin corazón pero dejarme con un delincuente ya era demasiado.

"Solo trata de dormir otro rato más," dijo.

El se separado de mi, se dirigí a la puerta y se marchó sin decir más. Yo solo me quede ahí parada mas confundida.

NARRA OVIDIO

~Noche Anterior~

Daila se miraba tan hermosa y sexy con su vestuario que no puede evitar ir a saludarla. No era por nada pero desde que la conocí me llamo la atención. Era tan diferente a lo estaba acostumbrado. No era de las mujeres operadas si no que su belleza era natural y no solo por fuera si no por dentro.

Me encontraba saliendo del baño y me encontré con Iván quien iba saliendo de una habitación y atrás de él salió una mujer.

"Vete a la fiesta y ahorita te alcanzo," Iván le ordenó a la chica en cuanto él me vio.

La chica sin poner peros siguió las órdenes de Iván.

"Ya era hora que te quitaran lo gruñón," brome.

"Pinché vieja, ni las ganas me quito." Respondió él.

"Pues ni para escoger viejas eres bueno," me reí a carcajadas.

"Mira quien habla, el güey que le vinieron hacer una pinché escena de celos," Iván se burló de mi.

Lo mire serio porque eso no me había causado nada de risa.

"Fausto me aviso que Adriana estaba afuera haciendo un desmadre y por eso salí," expliqué.

"Pues ni controlar a una pinché vieja puedes," dijo él.

"Ya sabes que es diferente con ella."

De pronto miramos a Frida y Daila dirigiéndose al baño y puse de excusa felicitar a Frida para acércame a Daila.

"¡FRIDA!" Grité.

Ellas se acercaron a nosotros y Iván y yo abrazamos a Frida para felicitarla.

"Pero qué talentosa eres. Tú papá debe estar muy orgulloso de ti," Iván dijo con una sonrisa.

Cuando mire a Daila puede ver que ella cayó al piso desmayada.

"¡DAILA!" Gritó Frida pero fue inútil porque Daila no reaccionó.

Iván y yo la levantamos y entre los dos la llevamos adentro de la Hacienda ya que el vestido era un poco pesado. Frida se encargó de avisarle a sus compañeras y en cuestión de minutos ellas ya se encontraban en la habitación.

"Llamen al médico de la familia," le ordene a mis hombres.

El médico nos explicó que se había desmayado por estrés y porque también mostraba síntomas de desnutrición y pidió que estuviera en reposo por unos días. La verdad no quería dejarla ir no por ahora así que hablé con Ricardo y el dueño de la empresa y les ofrecí una cantidad muy buena para que la dejaran quedarse conmigo. Sin que nadie se diera cuenta le pedí a mis hombres que la llevaran a una de mi casa de seguridad.

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