Iván me llevo a saludar a algunos invitados y como era de esperarse algunos me reconocieron y me pedían fotos.
"Te voy a presentar a mi mamá," Iván dijo.
Él tiempo que llevaba conociendo a Iván y a todos nunca tuve la oportunidad de conocer a su mamá. Él me había dicho que ella casi no le gustaba juntarse con toda la familia porque a pesar del tiempo aun sentía un poco de rencor y dolor de qué su esposo haya tenido otros hijos con otras mujeres.
Iván me tomo de la mano y me llevo a una mesa donde se encontraban una señora sentada comiendo.
"Mamá," Iván dijo.
La señora se levantó y Iván la brazo muy fuerte y le dio un beso en la mejilla y en la mano. Me di cuenta del respeto y el amor que Iván sentía por su mamá con ese saludo.
"Ma, le presentó a Daila, una amiga muy querida." Iván dijo.
La tome de la mano y le di un beso en la mejilla.
"Mucho gusto, doña Alejandrina." Sonreí.
"Mi hijo me ha platicado mucho de ti," ella dijo.
"Espero que le haya dicho cosas buenas," dije.
"Claro que si, mija. Y aparte mi Archi no deja de hablar de ti."
"Ma, no me eche de cabeza, por favor." Iván se quejó.
Todos nos reímos a carcajadas.
Los tres son sentamos en la mesa a platicar. Doña Alejandrina me platicaba de cómo Iván era un niño muy sensible y de buen corazón. También me platicó de sus travesuras cuando era niño de las que sigue haciendo ahora de adulto.
"Pero ya le dije que me de nietos pero es bien terco," Doña Alejandrina se quejó.
"Ya le dije que cuando encuentre a la mujer adecuada los tendré," Iván le dijo a su mamá.
"Ya vez lo que te digo, mija. Solo me pone pretextos." Ella dijo.
"No pierda la esperanza doña Alejandrina." Le sonreí.
Todos comenzaron a aplaudir al ver Alfredo salir de la casa muy bien vestido y con una cerveza en la mano.
"Muchas gracias a todos los que vinieron a celebrar mi cumpleaños." Alfredo dijo y todos aplaudieron.
Alfredo saludó a todos sus invitados hasta llegar a nuestra mesa.
"Muchas felicidades, mi niño. Espero que Dios te cuide en todo momento," Doña Alejandrina le dijo a Alfredo y después lo abrazo.
"Muchas gracias, ama." Él contestó.
Iván se levantó y le dio una gran abrazo a Alfredo.
"Felicidades, carnal." Dijo Iván.
Ahora era mi turno de darle un abrazo pero fui interrumpida por Ovidio.
"Felicidades, Alfredo. Espero que cumplas muchos años más," Ovidio dijo y después le dio un abrazo.
Mire a Iván quien solo giró los ojos.
"Muchas gracias, Ovidio." Alfredo dijo.
"Doña Alejandrina, un gusto verla." Ovidio le dio la mano a Doña Alejandrina para saludarla.
"Igualmente, Ovidio." Ella contestó.
"Bueno, nosotros vamos a ir por unos tragos." Iván dijo tomándome de la mano.
"Yo los acompaño, también quiero un trago." Ovidio dijo.
Iván se enfureció más pero nunca me soltó la mano y me llevo con el a la barra que había. Ovidio venía atrás de nosotros pero tratábamos de alejarnos de él pero él nos alcanzaba.
Llegamos a la barra y Ovidio se paro al lado mío. Los dos pidieron sus tragos mientras yo solo pedí algo sin alcohol.
"Te ves muy hermosa," Ovidio me susurró al oído.
Iván me tomo de la cintura y me acercó a él causando que tirara un poco de mi bebida.
"Vamos a sentarnos con mi mamá," Iván dijo.
Yo solo asentí con la cabeza.
Los dos nos fuimos a la mesa donde se encontraba Doña Alejandrina.
Ovidio se había quedado en la barra y yo lo observaba desde lejos como de un trago se acabó toda su bebida. Mire que pedia otra tras otra lo cual me preocupo. No me gustaba verlo así y menos que se refugiara en el alcohol.
"Mijo, ¿que le pasa a Ovidio?" Doña alejandrina le preguntó a Iván.
"Yo creo que ha de tener problemas," Iván respondió.
"Nunca lo había visto tomar así," ella dijo.
"Iván, deberías decirle algo." Le susurré a Iván.
"No te preocupes por él. Él sabe lo que hace," él respondió serio.
"Por favor," supliqué.
Iván se levantó de la silla y se dirigió a Ovidio. No sabía de lo que hablaban pero solo mire que Ovidio se largo de ahí muy enojado y entro a la casa.
Iván se dirigió a nuestra mesa pero se detuvo a saludar a unos hombres. Entre esos hombres pude reconocer a Serafín él cual me vio y me saludo desde lejos con una sonrisa.
"Mija, ¿te puedo pedir un favor?" Doña alejandrina dijo.
"Si, dígame."
"Puedes traerme mi chaqueta que deje en el sillón de la sala."
"Si, en un momento regresó." Dije levantándome de la silla.
Entre a la casa y me dirigí a la sala. Empecé a buscar alguna chaqueta pero no estaba por ningún lado. En ese momento Alfredo pasó por la sala.
"La fiesta es afuera no aquí," dijo él.
"Tú mamá me mando por su chaqueta pero no la encuentro," dije.
"La lleve a mi habitación."
"Solo voy por ella y regreso a la fiesta."
El asintió con la cabeza y después se fue.
Me dirigí a la habitación de Alfredo pero pasé por el baño y noté que la puerta estaba un poco abierta. Me asomé porque escuché ruidos extraños.
Lleve mis manos a mi boca al ver a Ovidio inhalando un polvo blanco por su nariz. ¿Acaso se esta drogando? Nunca lo había visto hacer eso.
Ovidio limpio su nariz y se miró al espejo para verse y arreglase el cabello y la camisa. Al girarse nuestras miradas se cruzaron.
"Daila," salió mi nombre de su boca.
Me eche para atrás cuando el salió del baño y trato de agarrarme. No quería que me tocara porque para mi él era un extraño. Él Ovidio que yo conocía no haría eso.
"No es lo que parece," él dijo.
"Ovidio, no me tienes que dar explicaciones tú y yo ya no somos nada." Dije.
"Pero yo te amo."
Ovidio me acorraló contra la pared. Su cara estaba tan cerca de la mía que podía sentir su aliento caliente chocar contra mi cara.
"No lo hagas más difícil," dije.
Aún sentía algo por Ovidio pero lo que me hizo no tiene perdón.
Ovidio puso sus labios sobre los míos. Extrañaba sus besos y todo de él.