"Mija, vámonos para el cuarto de arriba." Le susurré a la mujer que tenía sentada en mis piernas.
Invite a unos amigos a tomar mientras disfrutábamos de un show privado de unas bailarinas exóticas. Cada uno de mis amigos tenían a dos mujeres sentadas en cada pierna. Quería que ellos disfrutaran al igual que yo.
La mujer que se encontraba sentada en mis piernas besaba mi cuello mientras yo acariciaba su trasero con mi mano.
"Vamos al cuarto," dije de nuevo.
Ella me regaló una sonrisa y después se levantó de mis piernas para después tomarme de la mano y levantarme de la silla.
"Enséñale quien manda," uno de mis amigos dijo causando que todos rieran.
La mujer me guió hasta el segundo piso y la verdad no podía quitarle los ojos de su gran trasero, todo operado pero eso no le quita lo buena.
Llegamos al cuarto y de inmediato ella me aventó a la cama y se subió arriba de mi.
"Me puedes hacer lo que tú quieras," ella dijo con una sonrisa perversa.
Tenía ganas de coger simplemente eso. Además es una puta así que no cuenta y es su trabajo es complacerme en lo que yo quiera. Si yo quiero que se humille ella lo hará.
La quite de encima y me pare de inmediato. La verdad de solo imaginarme todo lo que le podía hacer mi miembro se me puso duro.
"Chúpamela," ordene.
Ella no dudó ningún segundo cuando ya me había bajado mi pantalón y mi bóxer y ya lo tenía en la boca. Tome su cabello para poder empujarla y se la tragara toda.
"Lo haces muy bien," dije.
Cerré mis ojos para sentir más placer.
Esta puta si sabía lo que hacía porque era increíble el placer que estaba sintiendo.
Ella al sentir que se ahogaba saco mi pene de su boca.
"¿Te gusta?" Ella preguntó con un tono sexy.
Abrí los ojos y la mire mientras ella se limpiaba la boca con su mano.
La levante del cabello y la tome de la cara con mi otra mano apretando sus cachetes.
"¿Quien te dijo que podías parar? Esa boca solo sirve para darme placer y nada más," dije y después le di una cachetada.
Ella solo asintió con la cabeza y después volvió a chupármela.
"Ponte en cuatro," dije después de diez minutos.
Ella sin poner peros lo hizo. Su trasero se le veía increíble en esa posición. Tenían tantas ganas de hacerla mía.
Fui al baño para tomar un condon. En cuanto los encontré me lo puse de inmediato.
Salí del baño y ella aún estaba en cuatro sobre la cama.
"Pídeme que te de duro," dije.
"Quiero que me des duro, papi." Ella dijo poniéndome más duro.
Sin pensarla dos veces ya me encontraba adentro de ella. Le daba duro sin importar que a ella le gustara o no.
"¡Ay, Ovidio!" Ella gemía cada vez más fuerte.
No se si era porque tenía mucho tiempo de no tener sexo que la verdad lo estaba disfrutando.
"Sube arriba de mi," le ordené.
Ella solo gemía y brincaba arriba de mi causándome placer.
Estaba disfrutando cuando de la nada se me vino a la mente la cara de Daila. Me sentía mal de estar aquí cogiendo con una puta aún teniendo sentimientos por ella.
"Quítate," dije quitándomela de encima.
"¿Que pasa, cariño? ¿Hice algo mal?" Ella pregunto acariciando mi mejilla.
Me levante de la cama de inmediato y comencé a vestirme.
Ella solo me miraba confundida.
"Vamos a seguir disfrutando," ella me tomo de la mano.
"Vístete y lárgate de aquí," dije zafándome de su agarro.
Ella comenzó a vestirse y sin decir nada salió del cuarto casi corriendo.
Termine de vestirme y después salí al balcón para tomar un poco de aire. Saqué mis cigarros de mi pantalón y prendí uno.
A este punto de mi vida sentía que ya nada valía la pena. Me sentía un poco egoísta al tratar de tener a Daila a mi lado sabiendo la vida que le daría. No tengo mucho que ofrecerle. Si la quería tener conmigo pero no se si era lo correcto. Ella esta acostumbrada a otra vida.
Exhale el humo del cigarro por la boca.
Se que mi destino ya está escrito. Siempre estuve de acuerdo con mi destino y mi final pero desde que conocí a Daila ahora ya no estoy de acuerdo con mi vida.
Apague mi cigarro y después saqué mi teléfono marqué a un número suplicando que contestaran. Sonó por varios segundos hasta que escuché una respiración la cual me dio un gran alivio.
"¿Podemos hablar?" Dije.
"Te veo en el lugar donde solíamos escondernos cuando éramos niños," dijeron al otro lado del teléfono y después colgaron.
Salí de la casa sin importarme dejar a mis amigos ahí solo.
Maneje por casi dos horas esta llegar a una pequeña casa escondida en el bosque. Baje de mi camioneta y pude notar la luz prendida.
Había olvidado por completo este lugar. Al parecer nada a cambiado es como si el tiempo en este lugar se hubiera detenido.
Nadie sabía de este lugar solo yo y otra persona. Alfredo no tenía idea de que existía este lugar.
Toque la puerta tres veces ya que esa era la contraseña que la persona y yo habíamos creado años atrás. La puerta se abrió segundos después.
"Si viniste," sonrió la persona al verme parada afuera de la puerta.
Entre al interior de la casa y sin duda todo seguía igual como la última vez que estuve ahí. Muchos recuerdos vinieron a mi mente los cuales me causaron una pequeña sonrisa en mi rostro.
"¿Gustas algo de tomar o comer?" Pregunto.
"Un poco de agua," respondí.
Me senté sobre el sofá observando cuidadosamente todos los objetos de la casa hasta que mis ojos se toparon con un pequeño oso de peluche que se encontraba sobre un mueble. Me levante de inmediato para tomarlo con mis manos.
"¿Recuerdas ese día?" Escuché una voz atrás de mi.
Gire y ahí se encontraba parado con el vaso de agua.
"Estaba tan asustado ese día que llore como un niño chiquito," dije.
"Aún lo recuerdo como si hubiera sido ayer."
"Sentí como si me hubieran quitado una parte de mi," dije.
"A todos nos quitaron una parte de nosotros ese día," respondió.
"Te hiciste El Fuerte ese día y te tragaste tu dolor para protegerme. Ese día corrí a buscarte a ti para desahogarme," dije.
"Quería que estuvieras bien."
"Siempre venía aquí para pedirte ayuda y un consejo así que hoy también vengo a pedirle un consejo a mi hermano mayor," respondí.
|Hola, una disculpa por dejar abandona esta historia 😭trataré de continuar|