XXIII

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[NARRA OVIDO]

Parecía niño chiquito con nuevo juguete súper feliz después de sentir los labios de Daila sobre los míos. Jamás me había sentido esta sensación por ninguna mujer, bueno con Adriana tal vez pero esta sensación es completamente diferente y nueva.

Me tuve que ir de madrugada para evitar que Daila me interrogara pero antes de irme pase a su cuarto y entré a despedirme. La mire y aún dormida era hermosa. ¡Dios mío! Cómo puede conseguir a estar mujer hermosa.

La mire ahí perdidamente dormida y créame que sentí una gran paz en mi interior como si todos mis problemas, preocupaciones y mis inseguridades desaparecieran cuando estoy con ella.

Bese su frente y después la tape bien con la sábana para que no pasara frío. Después salí de su habitación para dirigirme a mi destino.

Llegue a una gran casa y como de costumbre salude a mis hombres y me quede platicando con ellos por varios minutos para después entrar a la gran casa.

"¡YA LLEGUE!" Grite poniendo algunas bolsas de compras en el suelo.

De pronto bajaron corriendo dos hermosas niñas de las escaleras gritando y riéndose.

"¡PAPI!" Las dos gritaron y se lanzaron a mis brazos.

"Las extrañe un chingo mis amores," dije emocionado bajándome para quedar a su altura.

"Nosotras más," una de ellas dijo.

Las dos me llenaron de besos todo el rostro y para mi eran los besos más bonitos y honestos del mundo. Ellas eran mi adoración y las mujeres más importantes de mi vida, mis dos hermosas hijas. La mayor se llama Viviana y tiene 6 años. Mi familia dice que el mismo retrato mío pero que ella si está chula. Es muy inteligente y muy amable y para mi es lo mas importante. Mi otra hija se llama Tania y tiene 4 años y pues algunos dicen que se parece a mi pero otros dicen que se parece a su mamá. Al igual que Viviana ella es muy inteligente pero es bien cabrona la condena. Ellas son mi alegría y lo más importante de mi vida.

"Les traje unos regalitos,"'dice mostrándoles las bolsas.

Ellas muy contentas comenzaron a sacar lo que había en las bolsas, en algunas de ellas se encontraban muñecas, peluches, ropa y zapatos.

"¿Así las piensas comprar?" Escuché una voz femenina.

Alce mi mirada y ahí estaba Adriana parada con los brazos cruzados con una cara de enojo. Yo solo la ignore para evitar discutir.

"Viviana llévate a tu hermana a tu cuarto porque tengo que hablar con tu papá," Adriana dijo.

"Yo quiero estar con mi papi," Viviana protesto.

Sabía que Adriana quería discutir pero no quería que mis hijas escucharan.

"Hazle caso a tu mami. Ahorita voy con ustedes a jugar y luego vamos por unos helados," le dije a Viviana.

Ellas solo me dieron un beso en cada mejilla . Viviana tomó de la mano a Tania y se fueron. Me levante y traté de estar muy tranquilo porque no quería que Adriana me pusiera de malas.

"¿Estabas con tu nueva puta, verdad?" Ella dijo.

"Si tengo putas o no eso ya no es de tu incumbencia. Vine a ver a mis hijas no a ti así que con permiso porque ellas me están esperando," dije apunto de irme pero Adriana me tomo del brazo.

"Sigo siendo tu esposa por si lo olvidas. Al frente de tu familia y la mía yo soy tu esposa y la otra es una simple puta," ella dijo.

Me safe de su agarre.

"Adriana, no quiero discutir."

"Ya me enteré que tu nuevo juguetito es esa cantante barata que canto en la fiesta de Frida," ella dijo.

"A ella no la metas. Entiende que lo nuestro se murió hace tiempo," dije.

Ella se lanzó a mis brazos y comenzó a besarme pero yo no le respondía ningún beso así que me dio una cachetada.

"Eres un maldito. Si sigues con esa puta te lo juro que soy capaz de arruinarle su carrera," Ella dijo enojado.

"Adriana, me he comportado de lo mejor contigo así que vete con cuidado porque sabes muy bien de lo que soy capaz," le advertí.

"Soy tu esposa y la madre de tus hijas así que tienes que respetarme," ella insistió.

"Y te respete durante nuestro matrimonio pero lo de nosotros se acabó así que quiero el divorcio," dije firme sin ninguna expresión en mi cara.

"Si te divorcias de mi te lo juro que a tus hijas no las vuelves a ver," me amenazo.

La tome del brazo fuertemente y la acerque a mi.

"Hazlo y nunca verás la luz del sol en tu vida," dije soltándola y después me dirigí a la habitación de mis hijas dejándola ahí parada.

Para evitar discutir con Adriana me lleve a mis hijas afuera al jardín a jugar mientras comíamos un poco de helado. Solo veía que Adriana nos observaba por la ventana desde su habitación.

"Papi," dijo Viviana.

"Dime, corazón."

"Dice mami que ya no nos quieres," ella dijo con un tono triste.

La tome de sus pequeñas manos y la mire a los ojos.

"Tú y tu hermana son mis princesas y el regalo mas hermoso que la vida me ha dado y no solo las quiero si no también las amo con todo mi corazón así que no le haga caso a tu mami," dije.

Ella besó mi mejilla y después corrió a jugar con Tania.

Todo el tiempo traté de ignorar a Adriana por mas que ella trataba de hacerme platica yo solo le respondía lo más frío posible. Me quede hasta que mis hijas se durmieran. Traté de irme sin que Adriana me viera. Le ordene a mis hombres que vigilarán muy bien a Adriana para evitar que hiciera una pendejada y se llevará a mis hijas.

Cuando llegue a mi rancho me lleve con la sorpresa de que Iván estaba ahí. Él sabe muy bien que no me gusta que venga aquí. Solo vino a reclamarme y a empeorar más las cosas con Daila para después irse.

Daila subió a su habitación y cerró la puerta, yo quise abrirla pero ella estaba empujándola pero obviamente yo era más fuerte así que la abrí.

"Daila, déjame explicarte." Dije.

"Estas casado. Yo no quiero meterme entre tú y tu esposa," dijo ella.

La tome de la mano a la fuerza y la jale así a mi para abrazarla fuertemente para que no pudiera moverse.

"Tú me gustas mucho." Susurre.

Ella solo se quedó quita sin decir nada.

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