XXXV

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[NARRA DAILA]

Parecía que el destino quería aferrarse a que Ovidio y yo nos quedáramos juntos. Tuve la oportunidad de irme de aquí pero todo se puso en mi contra. Tengo la peor suerte del mundo.

Salí del baño y me puse mi pijama ya que eran las 8 de la noche y solo quería irme a dormir. Obviamente dormiría sola en la cama ya que no quería estar junto a Ovidio.

Minutos después que termine de cambiarme Ovidio entro al cuarto con solo una toalla en su cadera.

"¿Podrías tocar antes de abrir?" Dije mientras quitaba todas las almohadas extras de la cama.

"Es mi cuarto," dijo Ovidio.

"Entonces me voy a la sala o a otro cuarto," dije.

Me dirigí a la puerta pero Ovidio me agarro del brazo.

"Suéltame," dije tratando de safarme de su agarré.

Los dos estábamos forcejeando y repente la toalla de Ovidio cayó al suelo dejándolo completamente desnudo. Él parecía estar normal mientras yo quede boquiabierta mirando a su miembro. No podía ni pestañear del asombro. Cuando reaccionó apreté los ojos muy fuerte.

"¿Que? ¿Nunca habías visto uno?" Él pregunto aún agarrándome del brazo.

"Ponte la toalla de nuevo," ordené.

Él soltó mi brazo.

"Ya me la puse," escuché a Ovidio decir.

Abrí los ojos y el aún estaba desnudó con los brazos en la cadera y con una sonrisa pícara.

Sentí como mi cara se puso caliente.

"No es gracioso, Ovidio." Dije tapando mis ojos con mis manos.

"Mija, ¿apoco nunca has mirado uno?" Él pregunto.

"¿Ya te tapaste?" Pregunté.

"Ya."

Quite mis manos de mis ojos y los abrí poco a poco hasta darme cuenta que esta vez si tenía la toalla.

"¿Nunca habías mirado uno?" Él preguntó.

Me daba vergüenza decirle que era la primera vez que mistaba uno en vivo. Lo único que llegue a ver fueron en los libros de la escuela y lo que encuentras en internet.

"Claro que si," mentí.

"¿Apoco si?"

"Ya te dije que si," dije un poco nerviosa.

"¿Y que te pareció el mío?"

"Ummm.... Pues.... No-normal," respondí.

"¿Normal?"

"¿Que quieres que te diga? ¿Que nunca había visto uno? ¿Que soy virgen?" Exploté.

Ovidio se quedó callado pensativo.

Yo solo giré mis ojos y luego me senté en la cama. Mire que Ovidio sin decir nada se empezó a vestir. Ya no le dije que se cambiara en el baño porque no tenía sentido después de lo que acababa de ver.

"¿Quieres el lado izquierdo o derecho?" Él preguntó luego que terminó de cambiarse.

"El derecho," respondí.

Los dos acomodamos la cama y después nos acostamos. Me sentía un poco avergonzada así que me giré del otro lado para no ver a Ovidio a la cara, el estaba acostado boca arriba con sus brazos en la nunca mirando al techo sin decir nada.

Jale la cobija para taparme bien y solo escuché que Ovidio suspiró.

Sentí que había pasado ya una hora y los dos seguimos sin decir nada solo podía sentir como Ovidio se meneaba de un lado para otro pero no estaba segura si ya estaba dormido.

De pronto sentí como se paró de la cama y después escuché que se metió al baño. Me giré del otro lado ya que sentía que la mitad de mi cuerpo estaba adolorida de estar en esa posición por mucho tiempo.

Minutos después Ovidio salió y me hice la dormida. Pensé que se acostaría pero solo escuché cómo salió de la habitación y después cerró la puerta despacio.

Me quede ahí pensado si debería ir a buscarlo o no. Trague mi orgullo y salí de la habitación a buscarlo. Lo busque en su despacho, la cocina, el comedor, la sala y por todos lados pero no estaba por ningún lado. Salí al patio trasero y ahí estaba sentado en la pequeña mesita tomándose una cerveza.

"Ovidio, ¿que haces aquí?" Pregunté.

Él ni siquiera me volteo a ver y siguió tomándose su cerveza.

"No podía dormir y vine a tomarme una cerveza," el respondió.

"¿No volverás a la cama?"

"En un rato."

Respire profundo y después saque todo el aire para calmarme.

Me senté en la silla que estaba al frente de él. Él aún seguía sin mirarme.

"Mañana por la mañana te llevara uno de mis hombres a tu casa," el dijo con un tono frío.

"¿Por qué?"

"Es lo que querías, ¿no? Yo no quiero que estes aquí a la fuerza."

"Pero yo...." Dije pero el no me dejó terminar porque se puso de pie y se metió a la casa.

Lo seguí y lo tome del brazo.

"Solo voy a ir por otra cerveza," dijo él.

Lo solté y me quede parada mientras el iba a la cocina. Después de unos segundos él regresó con una cerveza en su mano y en la otra con una botella de agua.

"Ten," dijo dándome la botella de agua.

Los dos salimos a la mesa a sentarnos de nuevo. Él solo le daba tragos a su cerveza al igual que yo a mi botella de agua en completo silencio. Solo se podía oír los grillos.

"Esta linda la noche," rompí el silencio.

"Si," el respondió sin interés.

"Ovidio."

"¿Si?"

"No quiero que me lleves mañana a mi casa."

"¿Por que no?" Preguntó asombrado.

"No quiero dejarte aquí solo."

"Por eso no te preocupes, yo siempre estoy solo."

"Yo no quiero que estes solo," dije.

Él me miro a los ojos al fin. Le sonreí dulcemente.

"No se que fue lo que te dijo mi hermana pero a mi no me gusta jugar con las personas,"
Él explicó.

En sus ojos podía notar su honestidad. Le tengo que dar el beneficio de la duda.

"Daila, tú piensas que soy como lo qué pasa en esas pinches novelas pero no. Yo no ando por ahí cogiendome a todas las mujeres qué pasan al frente de mi," Ovidio dijo sonando muy sincero.

"Perdón. Creo que te estoy juzgando mal," dije un poco apenada.

"Ya te dije que tengo una familia y te lo juro que a mi esposa la respete durante nuestro matrimonio pero ya desde hace tiempo que no estamos juntos."

"Confiaré en ti," sonreí.

El me respondió la sonrisa.

"¿Volvemos a la cama?" El preguntó.

"Aún no. Quiero estar aquí un rato y platicar contigo," respondí.

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