VII

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Entramos a la Hacienda y todo el lugar era hermoso y muy elegante.

"¿En que nos metió el maldito gordo ese?" Escuché a Cristina preguntarle a Ricardo.

Nadie se encontraba a dentro de la Hacienda solo éramos las chicas, Ricardo y el muchacho que nos había traído.

"Nos está poniendo en riesgo," dijo Cristina pero Ricardo solo se quedaba callado.

Alce mi mirada para arriba de las escaleras y ahí se encontraba aquel hombre que me había encontrado en el elevador de la empresa.

"Cristina" susurre para llamar su atención.

"Patrón, aquí está la sorpresa." El muchacho dijo en cuanto vio al hombre.

"Gracias, ya puedes retirarte." Dijo el hombre.

El muchacho salió de la Hacienda de inmediato. El hombre bajo las escaleras y se acercó a Ricardo para estrechar su mano.

"Buenas noches, soy Ricardo, el manager de Rose."

"Mucho gusto, soy Iván."

"Ellas son Cristina, Violeta, Jessica y Daila." Ricardo nos presentó.

Todas tratamos de sonreír para ocultara nuestra incomodidad.

"Perdón por la manera en que mis hombres los trajeron, pero ellos solo siguen reglas." Dijo él.

Ninguna de nosotras nos atrevíamos a mirarlo a la cara ni a los ojos. Cuando traté de mirar un retrato que se encontraba en un mesita atrás de él nuestras miradas se encontraron haciéndome sentir más incómoda pero el solo me regaló una tierna sonrisa.

"Supongo que el señor Martín les explico todo," Iván dijo.

"Su trabajo de ellas es solo dar un show y no preguntar nada ni protestar," Ricardo contestó.

"El domingo es el cumpleaños de mi sobrina y ella es fan de ustedes y su sueño es que ustedes canten en su fiesta," Iván explicó.

"Ellas cumplirán con todo lo que su sobrina pida," Ricardo siguió respondiendo causando que Jessica se empezara a enfadar así que la tome de la mano para que se relajara y no hiciera una tontería.

"¿Tú eres Daila, cierto?" Me miro.

Trague salida. Sentí mi cara caliente y sentía que el corazón se me aceleró. Me sentía intimidada por su mirada.

"Si, ella es Daila." Ricardo contestó ya que de los nervios ninguna palabra salió de mi boca y sentí como mi mente se puso en blanco.

"Mi sobrina quiere cantar contigo porque dice que eres su integrante favorita," el dijo.

Mi única reacción solo fue sonreí porque sentía que hasta mi español se me había olvidado de los nervios que me estaban comiendo por dentro.

"Supongo que el viaje fue cansado y lo único que quieren es descansar," Iván dijo.

"Un poco," Cristina sonrió.

"¡DOLORES!" Iván alzó la voz.

Una señora ya un poco mayor entro por la puerta con una gran sonrisa en su rostro.

"Dígame, señor Iván." Ella dijo.

"Muéstrales sus habitaciones y dile a Danilo que suba sus maletas a sus habitaciones, por favor." Ordenó Iván a la señora.

Mi habitación era hermosa. Tenía un balcón que daba para el jardín de la gran hacienda. Me gustaba mucho el estilo colonial de la Hacienda haciéndome sentir como si estuviera en el pasado.

Ya me encontraba en mi cama apuntó de dormir cuando mi teléfono comenzó a sonar. Era Alex. No tarde ni un segundo para contestarlo.

"Hola baby," conteste.

"Hola amor, ¿como estuvo el vuelo?" Alex preguntó.

La verdad no sabía si decirle a Alex de lo estaba pasando pero no quería preocuparlo, ademas solo estaríamos aquí por dos días no creo que en esos dos días pase algo malo.

"Un poco cansado pero todo bien," respondí.

"Cuídate mucho, por favor."

"No te preocupes baby, estaré bien. Aquí se toman la seguridad muy en serio," dije recordando cuando nos ordenaron ponernos las capuchas por seguridad.

Estaba platicando muy a gusto con Alex cuando escuché el claxon de un carro afuera de mi balcón. Me salí de mi cama y me asomé por el balcón y mire a una camioneta color negra.

"¿Pasó algo, amor?" Pregunto Alex preocupado.

"Si, pero te tengo que dejar porque Ricardo quiere hablar con nosotras." Mentí.

"Buenas noches, te quiero mucho." Alex se despidió.

"Yo te quiero más," dije para después colgar la llamada.

Trate de que nadie me viera así que me agache para ocultarme. Dos hombres bajaron de aquella camioneta y al parecer estaba un poco tomados. Uno de ellos venía con ropa deportiva y el otro con ropa de vestir y una gorra. Iván apareció de la nada.

"¿Ya empezaron con la fiesta o que?" Iván preguntó.

"Carnal, de lo que te perdiste. Aquí este güey casi choca la camioneta por venir a toda velocidad," el hombre con ropa deportiva dijo.

"Tenía que arreglar unas cosas," Iván explicó.

"¿Cosas del negocio o de faldas?" El hombre de gorra preguntó.

¿Faldas? Sabía lo que significaba esa palabra pero no sabía en qué sentido lo están usando. A lo mejor es un como un tipo de código entre ellos.

"Para la fiesta de Frida. Conseguí que su Banda favorita tocara en la fiesta," Iván informó.

"¿Banda? ¿Banda El Recodo?" El de la gorra preguntó.

"Es un grupo de viejas que cantan y bailan," Iván siguió explicando.

"¿Un grupo de putas?" El de ropa deportiva dijo riéndose y los demás soltaron la carcajada.

Que patanes son estos hombres. De qué sirve tener dinero y lujos cuando eres una porquería de persona. Odiaba a los hombres que se expresaban así de las mujeres.

Me crié en San Diego y cuando entre a la empresa eran el único lugar donde yo usaba el español pero las chicas hablan un español neutral pero estos hombres tenían un pequeño acento que jamás había escuchado.

"Pues no se si sean putas pero se miran bien fresitas las plebes," Iván dijo.

"Preséntalas y les quitamos lo fresita," dijo el hombre de la ropa deportiva.

"Alfredo, tu solo piensas con la verga." Iván dijo.

"¿No me digas que ninguna se te antojo?" Ese tal Alfredo le pregunto a Iván.

"Tal vez," Iván respondió.

"¿Quien?" El de la gorra cuestionó a Iván.

"No seas metiche, Ovidio." Iván contestó.

Ya me estaba cansando de estar agachada así que traté de levantarme un poco pero cuando lo hice Iván miro a mi balcón así que me agache de nuevo asustada. No sabía si me había mirado o no pero tenía mucho miedo porque a lo mejor se enojarían los 3 hombres de yo estuviera espiándolos.

"Vamos a echarnos unos tragos," escuché la voz de Iván.

Después de segundos todo se quedó en silencio así que me levante y mire que ya no estaban. Aproveche y me metí a mi cuarto de inmediato para irme a la cama.

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