"¿Te hubiera gustado hacer otra cosa?" Pregunté.
"Tal vez ser doctor," respondió.
Lo mire sorprendida.
"Me gusta ayudar a las personas y me hubiera gustado ser doctor para ayudarlos," Ovidio siguió hablando.
"Me hubiera gustado conocer a Ovidio doctor," sonreí.
El se levantó y se sentó en el pasto.
"En este negocio lo único que te espera es la muerte y la cárcel. En cualquier momento yo estaré detrás de unas rejas o debajo de este suelo," Ovidio dijo.
Trague saliva. Sentí algo caer en mi estomago. Ovidio lo habla con una tranquilidad que es como que ya hubiera aceptado que esos son sus finales.
"Tenía mejores amigos y todos están bajo tierra y otros en la cárcel. Yo perdí a un hermano," Ovidio confesó.
"¿El padre de Frida, cierto?" Pregunté.
"Si, y quise alejarme de esto cuando perdí a mi hermano pero ya era demasiado tarde."
Sentí algo extraño en mi corazón como si me doliera ver el dolor de Ovidio. Tome la mano de Ovidio y la apreté fuertemente.
"Las personas creen que es fácil esta vida porque según te da dinero fácil pero los preciosos que tienes que pagar son muy altos," dijo él.
"Pero las cosas que dicen en las noticas de ustedes son horribles." Dije.
"Solo nos hacen ver a si porque quieren tapar a los verdaderos delincuentes," Ovidio protesto.
"Yo no se nada así que no puedo opinar nada," respondí.
"¿Y tú señorita? ¿Como te trata la vida de artista?" Cambio de tema Ovidio.
"Yo diría que bien." Sonreí.
"¿Te puedo preguntar algo?" Ovidio pregunto.
Lo mire nerviosa. Ahora que me va pedir este hombre.
Asentí con la cabeza.
"¿Te gusto?" Sonrió Ovidio.
Me empecé a reír a carcajadas para esconder mis nervios. Yo no podía contestar esa pregunta porque yo no sabía si realmente me gustaba o no.
Lo empuje y el cayó acostado en el pasto pero el me jalo con el y caí sobre el. Nuestros corazones comenzaron a latir al mismo ritmo. Podía sentir su respiración caliente chocar con mi cara. Una parte de mi decía que lo besara pero la otra me decía que no.
De la nada sentí los labios de Ovidio sobre los míos sacándome completamente de mis pensamientos. Me levanten del pasto de inmediato.
"¿No te gusto?" Pregunto Ovidio.
Traté de sacudir mi pantalón para quitar el pasto.
"No vuelvas hacer eso, por favor." Dije completamente seria.
Ovidio se levantó del pasto un poco confundido.
"Perdón, no fue mi culpa incomodarte." Ovidio dijo.
"Solo no lo vuelvas hacer," dije.
Ovidio tomó las riendas del caballo y lo jalo para que comenzará a caminar.
"¿Esta bien si nos regresamos caminando?" Pregunto Ovidio.
"Yeah," respondí.
Los dos empezamos a caminar pero yo traté de mantener una distancia con Ovidio.
[NARRA OVIDIO]
Que pendejo soy, quería besarla pero creo que la hice sentir incómoda y ahora ni se me quiere acercar. Estoy acostumbrado a que las mujeres no me pongan peros, si yo quiero algo pero se me olvida que con Daila es diferente. Si ella fuera como las demás ya hubiéramos tenido relaciones desde el primer día pero apenas le he podido robar un beso y creo que lo arruine. Me da la sensación qué tal vez nunca ha estado con un hombre.
Los dos venimos caminando en completo silencio. Ella solo miraba para todos lados pero menos a mi.
"Daila," rompí el silencio.
"¿Yeah?" Respondió ella sin mirarme.
"¿Quieres subirte al caballo?" Pregunté.
Ella de inmediato me miro.
"Si," dijo emocionada.
Nos detuvimos para poder ayudarla a subirla. La tome de la cintura y casi mis dos manos rodeaban su cintura. Podía sentir sus huesos y al levantarla sentía como si estuviera levantado a una niña de 10 años porque casi no pesaba mucho lo cual me preocupaba porque se miraba muy delgada.
"No lo vayas a soltar, Ovidio." Ella dijo.
"Claro que no," respondí.
Ella venía muy feliz arriba del caballo mientras yo lo guiaba con las riendas para evitar que pasara algo como tirar a Daila.
Verla sonreí me hacía sentir feliz. Nunca me había sentido así por una mujer, bueno hubo una pero fue hace mucho tiempo y me destrozo el corazón por completo.
Cuando por fin llegamos al establo ayude a bajar a Daila con mucho cuido porque de lo delgada que estaba sentía que se rompería. Le ordene a mi hombre que se encargará del caballo.
"Gracias por este día," Daila dijo con una enorme sonrisa.
"De nada, chula." Le guiñe el ojo.
La lleve adentro de la casa para que pudiera descansar un rato en su habitación para que después bajara a comer conmigo.
Yo me dirigí a mi despacho para hacer unas llamadas y encárgame de algunos asuntos. Cuando termine de hablar con mi hermano, Alfredo me entró una llamada de un número desconocido.
"Bueno," dije.
"Hola, señor Ovidio, soy Ricardo." Dijo al otro lado de la línea.
"¿Dígame en que lo puedo ayudar?" Pregunté serio.
Desde que conocí a esa tal Ricardo en la fiesta no me dio buena espina y mucho menos en la forma en la trataba a las chicas y en especial a Daila.
"Me da pena decirle esto pero Daila tiene que regresar hoy mismo," dijo él.
"Discúlpeme usted pero yo hice un trato con usted y el señor Martínez de darles dinero para que Daila se quedara conmigo en sus vacaciones," dije firme.
Lo que más odiaba era que se quisieran pasar de listo y no cumplir con su palabra.
"Lo se pero es que le salió una propuesta a Daila de firmar una serie en inglés," el informó.
"Lo siento mucho pero yo hice un trato y espero que se cumpla o ya sabe cómo me las puedo cobrar," dije y después colgué la llamada.
Yo no quería que Daila se fuera y mucho menos a los Estados Unidos. Se que le estoy quitando la oportunidad de crecer como artista pero no quiero que se vaya de mi lado aún. Se que soy egoísta pero así soy yo.
Salí de mi despacho para avisarle a Daila que bajara a comer pero para mi sorpresa ella ya están sentada en la mesa.
"Te estoy esperando," ella dijo con una sonrisa al verme.
Me senté y los dos comenzó a comer pero la verdad lo que Ricardo me había dicho no lo podía sacar de mi mente y sentirme mal.
"¿Estas bien?" Daila preguntó sacándome de mis pensamientos.
"Si," mentí.
"¿Seguro?"
"Si, cosas del trabajo. Dije.
Traté de fingir una sonrisa para que no sospechara nada.