LXVII

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La abracé tan fuerte que sentía que la estaba lastimando y asfixiando así que termine el abrazo.

"¿Cómo está Iván?" Ella preguntó sacándome de onda.

"¿Iván?" Pregunté confundida.

"Si, ¿como está Iván y Alfredo?" Ella trato de disimular.

La verdad no quería discutir así que se la deje pasar.

"Me tenías muy preocupada," ella dijo acariciando mi rostro con los ojos llenos de lágrimas.

Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas haciéndome sentir un poco contento porque esas lágrimas eran por mi porque aún se preocupaba por mi.

"Las cosas se están complicando y tengo que esconderme por un rato" expliqué.

"Prométeme que no dejarás que te atrapen," ella dijo con un nudo en la garganta.

"Chula, soy un Guzmán." Dije orgullosamente.

Daila sonrió aún con los ojos llorosos.

"¿Como están Iván y Alfredo?" Daila preguntó.

"Pues estamos vivos y libres que es lo más importante," dije.

"Mira las noticias sobre el cargamento."

"Esos pendejos nos chingaron pero no se va a quedar así."

"Ovidio, cuídate mucho, por favor."

Le regale una sonrisa para darle entender que todo estaría bien. No quería preocuparla.

Los dos nos acurrúcanos en el pequeño sillón que había en la habitación y nos quedamos ahí por un buen rato hablando de tonterías. Ella me platicaba de las cosas que le pasaban en su día.

"Me iré de gira por unos meses," ella dijo.

"¿Cuanto?" Pregunté.

"Son varias fechas y pues estaré muy ocupada que no tendré tiempo ni para comer, dormir o respirar."

"Entonces, ¿que pasara?"

"Ovidio, creo que por el momento es lo mejor. Tú tendrás que estar escondido por un tiempo y yo estaré fuera del país por unos meses." Daila dijo.

Supongo que ella tenía razón. Creo que así no estaré tentado a escaparme así como lo hizo hoy para verla.

[NARRA IVÁN]

Abrió los ojos y por un momento había olvidado donde me encontraba. Desde hace un mes que no podía dormir por estar preocupado en que nos llegaran de sorpresa y nos encerrarán.

Giré mi cabeza para todos lados y mire a Alfredo dormido en el catre después mire al catre de Ovidio el cual estaba vacío. A lo mejor está afuera tomando un poco de aire. Salí afuera para ir a buscarlo pero solo estaban los hombres vigilando.

"¿Todo bien, señor?" Uno de ellos preguntó.

"¿Donde está Ovidio?" Pregunté.

"El señor Ovidio se fue," dijo.

"¿COMO QUE SE FUE? ¿A DONDE VERGAS SE FUE?" Grite furioso.

Ese pendejo no sabe lo que está haciendo y por su pendejada se está poniendo en peligro. ¡Pendejo Ovidio! Pero cuando lo vea no se la va a acabar ese verga.

Ellos solo se quedaron callados y se miraban entre ellos.

"Yo... yo lo vi salir con tres más y subirse en la camioneta," uno de ellos por fin hablo.

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