LXIX

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La tome de la cintura y la acerque a mi cuerpo. Ponía sentir el pulso de su corazón sincronizándose con el mío. Quería hacerle el amor, no cogermela, el amor.

Daila rompió el beso y me empujó con su mano.

"Iván... ¿que estás haciendo?" Ella preguntó.

¡Puta madre! Soy un idiota. Con este beso tal vez arruine nuestra amistad.

"Perdón, me deje llevar." Dije apenado.

"Creo que es mejor que te vayas."

"Pero me pediste que no me fuera."

"Iván, no lo hagas más difícil para mi." Dijo ella con un tono melancolía.

Me acerqué a ella y la tome por la barbilla para darle otro beso el cual me lo respondió sin ningún problema.

"Iván... no..." rompió el beso con una respiración agitada.

Ignoré completamente lo que había dicho y seguí con el beso. Mi respiración también era agitada. Quería hacerla mía pero en ese momento la cara de Citlaly apareció en mi mente. Todo lo que había odiado de mi padre de tener varias mujeres yo lo estaba haciendo. Yo quería ser diferente a mi padre de respetar a las mujeres pero claro tengo la misma sangre que ese cabron.

Le puse final al beso empujando a Daila despacio.

"Puta madre," susurré.

Daila estaba sorprendida y confundida.

"Perdón... no se que me pasó... yo quiero mucho a Citlaly pero creo que estoy sintiendo algo por ti," dije confundido.

"Creo que sería mejor que dejáramos de vernos," ella propuso.

Uno de mis miedos se estaba cumpliendo, no quería perder a Daila pero por mi estupidez lo voy hacer.

"Daila, por favor, no te alejes de mi."

"No se me hace justo que le hagamos esto a Ovidio," ella dijo.

"¿Aún te importa lo que pueda sentir Ovidio? Por culpa de él perdiste un bebé y te engaño," dije sin pensar.

"Mejor vete."

"Mereces algo mejor así que aléjate de nosotros."

De la nada se escuchó el claxon de un carro afuera de la casa.

"Son las chicas," Daila dijo.

"No te preocupes me escaparé por la ventana," dije.

Tome mis cosas y salí por la ventana lo más rápido posible porque no quería meter en problemas a Daila.

Me dolía el saber que este sería el último día que la vería.

[NARRA OVIDIO]

"No fue nada grave, solo estará con el yeso por unas semanas," el doctor explicó.

"Gracias doctor, lo llevo a la salida." Dije.

"No se preocupe, ya me se el camino."

Me despedí del doctor y estaba apunto de entrar a la habitación de Tania pero para mi mala suerte me encontré a Adriana.

"Que hipócrita eres. Queriendo más hijos cuando no puedes hacerte cargo de los que ya tienes," dijo ella con un tono sarcástico.

La verdad no quería discutir y menos con Tania quien ya se encontraba asustada por el accidente que había sufrido.

"Me despides de mis hijas," dije dándome la vuelta.

Quería despedirme personalmente de ellas pero si me quedaba aquí un minutos más Adriana y yo terminaríamos matándonos. Y tampoco quería perder tiempo porque sabía que Daila me estaría esperando.

"No me dejes con la palabra en la boca, cabron." Dije Adriana tomándome del brazo.

"Adriana, la verdad no estoy de buenas así que cállate." Me quite de se agarre.

Camine lo mas rápido posible hasta llegar las escaleras pero Adriana me volvió agarrar del brazo pero lo quite con fuerza que sus uñas largar me rasguñaron. Sentí un pequeño ardor en el brazo.

"Adriana, déjate de chingaderas y mejor lárgate a cuidar a la niña." Dije un poco enojado.

"Es lo mismo que yo digo. Te vas a coger con tu puta y se te olvida que tienes hijas," Adriana dijo.

No quería explotar así que suspire para poder calmarme.

"Estabas dispuesto a dejar a tus hijas y hacerte cargo de un bebé que ni quisiera sabías si era tuyo o no," ella dijo enojada.

Deberás que Adriana me sacaba de mis casillas. Lo único que siempre hace es pelear y pelear cada vez la que veo.

"Tú piensas que ha logrado tener todo su éxito por su talento, no me hagas reír, quien sabe con cuántos hombres se acueste para conseguir fama."

"No te permito que hables así de Daila. Tú le tienes celos," dije con una tomo burlesco para hacerla enojar más.

"¿Yo celos? Estás bien pendejo si piensas que le tengo celos a esa puta. Yo soy más mujer que ella y tú lo sabes muy bien."

"Si no estas celosa de ella entonces, ¿por qué siempre sale su nombre de tu boca?"

"Porque es una puta que se metió en nuestro matrimonio y destruyó a mi familia," Adriana lo dijo con un nudo en la garganta.

No sabía el porqué pero sentí un poco de tristeza al escuchar a Adriana así. Todos los recuerdos felices que pase con ella vinieron a mi mente. Los dos éramos muy felices pero no se en que momento todo se fue a la basura.

"Adriana, ella no tiene la culpa que nuestro matrimonio se haya acabado. Tú y yo tuvimos la culpa." Dije.

"Ovidio, yo aún te amo pero quiero que me digas que si aún sientes algo por mi."

Claro que sentía algo por ella pues ella era la mamá de mis hijas pero lo que yo sentía por ella era completamente destino a lo que ella sentía por mi.

"No lo hagas más difícil, no quiero lastimarte." Dije.

"Ovidio, podemos hacerlo funcionar de nuevo." Ell suplico con lágrimas en los ojos.

De pronto ella se puso de rodillas y comenzó a llorar. No quería que mis hijas la vieran así por lo que la tome de los brazos y la levante. Ella me abrazo de inmediato, se acurruco en mi pecho y comenzó a llorar mas fuerte. Me dolía el corazón verla así.

"Ya cálmate porque no quiero que las niñas te miren así," dije para calmarla.

"Dime ¿qué tengo que tengo que hacer para que seamos la familia feliz de antes?" Ella pregunto con dificulta.

"Ya dejemos eso por la paz," respondí.

Solo tenía una hora antes de regresar al escondite y el vuelo de Daila salía en menos de una hora.

Adriana todavía no se tranquilizaba así que no tuve de otra más que quedarme un rato más hasta que por fin se quedó dormida por tanto llanto.

Me despedí de mis hijas y salía como rayo para poder despedirme de Daila.

"Patrón, la señorita Daila ya se encuentra en el aeropuerto de la Ciudad de México y aunque usáramos el helicóptero no llegaríamos a tiempo y lo menos que queremos es llamar la atención." Uno de mis hombres me informó.

"Vámonos al escondite," ordene.

Me sentía de la fregada por no haberle cumplido la promesa a Daila que me maldije a mi mismo todo el camino.

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