XLVII

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Aun no podía creer que ya llevaba un año junto a Ovidio. Todo era tan perfecto que se fue volando el tiempo. Ha sido difícil ya que había veces que no podía verlo por mi trabajo y más cuando tengo que irme de gira y pierdo totalmente comunicación con él o aveces cuando por motivos de seguridad tiene que esconderse.

Con sus hijas me llevaba tan bien que las sentía como mías. Siempre que tenía la oportunidad de verlas nos íbamos de compras y a comer. Hablando de sus hijas, Ovidio aun tiene muchas ganas de tener otro y más que ya llevamos un año pero el sabe muy bien que mi trabajo es un poco demandante y que en estos momentos era difícil.

Con su familia me llevo bastante bien, su hermana poco a poco me va aceptando pero la  entiendo ya que la ex esposa de Ovidio es su mejor amiga y se conocen desde niñas así que no la juzgo. Hablando de eso, Ovidio cumplió su palabra de divorciarse de ella y hasta me enseñó el papel y todo para que yo le creyera. Él siempre me dice que ella no me quiere y que siempre discuten cuando el va por las niñas.

A Iván lo veía muy seguido ya que el casi todo el tiempo iba a la empresa y siempre me invitaba un café. Él se había convertido en uno de mis mejores amigos. Él sabía cosas que ni Ovidio o otra persona sabían. Yo le contaba mis preocupaciones, mis debilidades, mis secretos, mis sueños y todo al igual que el a mi.

A las chicas ya les había contado sobre mi relación con Ovidio y al principio no estaban de acuerdo porque temían por mi seguridad pero con el tiempo lo fueron aceptando ya que estábamos consientes que el dueño de la empresa tenía negocios con ellos. Jessica decía que parecía que yo fuera la novia de Iván y no de Ovidio ya que no las pasábamos juntos cuando el venía lo cual me causaba risa.

Al pasar el tiempo comencé a tenerle cariño a Iván incluso creo que lo quería y se me hacía atractivo pero era una tontería porque los dos tenemos una relación con otras personas.

Nicolás también se había convertido en uno de mis amigos y como Ovidio quería cuidarme lo contrato de chofer de la empresa para que estuviera más cerca de mi.

Mi carrera estaba siendo muy exitosa. Las chicas y yo teníamos muchas compañías que querían trabajar con nosotras así que poco a poco estábamos construyendo nuestras fortunas.

Hoy me vería con Ovidio después de no verlo por casi dos meses porque me encontraba haciendo música nueva con el grupo y algunos proyectos en solitario.

Llegue a una de las casas de seguridad de Ovidio ya que ir hasta su rancho se me hacía muy lejos y solo estaría aquí unos días y ninguno de los dos quería desperdiciar ni un segundo.

"Gracias," le dije a uno de los hombres de Ovidio al bajarme de la camioneta blanca que él había enviado para recogerme.

"Hola, mi amor." Ovidio dijo al verme parada frente a él.

"Smiley," le dije feliz y después me lance a sus brazos.

Cuando el se dio cuenta que estaba distraída me cargo como un costal de papas y me metió a la casa de inmediato.

"¡BÁJAME!" Grite riéndome a carcajadas.

Solo podía mirar el suelo y me di cuenta que el subió las escaleras.

"¡OVIDIO!" Grite con la esperanza que me bajara porque el sabía muy bien que cuando yo lo llamaba por su nombre era porque realmente estaba molesta o hablaba en serio.

Él entró a nuestra habitación y me tiro ala cama pero sin ser brusco. Se subió arriba de mi sin poner todo su peso.

"Te extrañe demasiado," el susurro a mi oído haciendo que mi piel se rizará.

"Demuéstrame lo mucho que me extrañaste," dije con una sonrisa pícara.

Sin pensarlo dos veces él me quito la camisa y empezó a jugar con mis pechos causando que mi pulso se acelerará.

[NARRA OVIDIO]

Tenía unas ganas de ver a Daila y más que desde que estoy con ella solo he tenido relaciones con ella y nadie más aunque duremos meses sin vernos.

Lo único que podía hacer era ver sus fotos y masturbarme para poder tranquilizar mis ansias pero no era igual.

Al verla bajar de la camioneta las ganas de hacerla mía aumentaron demasiado que ya no pude contenerme y la cargué hasta nuestra habitación.

Comencé a jugar con sus pechos, sus hermosos y delicados pechos. Los mordía un poco mientras ella solo gemía de placer y eso era música para mis oídos. Sus gemidos eran mi debilidad.

"Fuck," escuché que murmuro.

La desnude por completo al igual que yo me desnudé porque ya tenía ganas de estar adentro de ella.

Me acomode entre sus piernas para poder introducir mi miembro adentro de ella pero me detuvo.

"¿Que pasa?" Pregunté.

"Ya sabes que no me estoy cuidando y tú prometiste siempre user protección," Daila.

Daila me había dicho que no se estaba cuidando porque no tenía sentido hacerlo ya que no todos los días teníamos relaciones y lo único que usábamos eran condones. Yo prometí cumplir esa promesa pero se lo juro que yo no quería dejar ir a Daila nunca y como hacerlo más que teniendo un bebé con ella.

"Ratoncita, mis condones están en el baño y te lo juro que ya me estoy muriendo de las ganas de estar contigo," dije.

"Póntelos," me ordenó.

Parecía perro con la cola entre las patas. Entré al baño y agarré un condon. Lo mire por unos segundos y después deje que dios me ayudara a tomar la mejor decisión.

Salí del baño con el condon puesto mientras ella estaba acostada boca abajo. Sus pequeñas glúteos eran perfectos para mi. Me acerqué a ella y los acaricié por varios minutos para comenzar a besar su espalda hasta bajar a sus glúteos y morderlos.

Note que Daila se puso en cuatro y como en el cuarto no había mucha luz aproveche y me quite el condon sin que ella se diera cuenta. La tome por la cintura y metí mi miembro adentro de ella.

"¡Ahh!" Ella gemía.

Entre más gemía le daba más fuerte hasta que ya no puede más y me vine adentro de ella.

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