Había pasado un mes entero y todo iba de maravilla. Ovidio me llevaba a montar caballo casi todos los días para que aprendiera. Había veces en las que me caía que ya tenía mi cuerpo lleno de moretones.
Pasar tiempo con Ovidio hacia que mi español mejorara cada día más y le estaba agarrando un poco su acento y sus palabras lo cual el le causaba mucha risa. Siempre me decía que se le hacía sexy escuchar a una pocha con el acento sinaloense.
Aun no había llegado el momento de tener relaciones pero creo que estaba segura de que Ovidio era el correcto para tomar ese paso. Se había comportado todo un caballero en ese tema.
Hoy me prometio que me llevaría a un pequeño río al cual solía ir cuando era pequeño.
Me puse mi traje de baño por de abajo de mi ropa y en otra mochila puse ropa extra, toallas y cosas personales al igual que las de Ovidio.
Ovidio puso la mochila y lo que parecía una canasta de picnic en la camioneta. El me ayudó a subirme arriba de su camioneta y luego él subió.
Él manejó unos dos horas y créanme que la espera valió la pena. Era un lugar súper hermoso. Había árboles, rocas, flores y el río era increíble. Al aire fresco era relajante.
Ovidio me cargo como un costal para bajarme de la camioneta y no quería bajarme.
"¡OVIDIO, BÁJAME." Grite cuando el comenzó a dar unas cuantas vueltas.
Él solo reía a carcajadas como si fuera Niño chiquito haciendo travesuras.
Después de haber dado como diez vueltas me bajo y sentía que todo me daba vueltas.
"Ya ves, te traigo pendeja." Bromeó él.
"Estoy mareada no pendeja," respondí.
El me tomo de la mano y me llevo a la orilla del rio. Él se quito los zapatos y se arremangó su pantalón hasta las rodillas. Yo me quede ahí parada observando como se metía al río.
"Ven," dijo extendiéndome su brazo.
Me quite mis zapatos, mi pantalón y mi camisa para quedar solo en mi traje de baño. Traté de toparme con mis brazos. Mire a Ovidio y el solo estaba boquiabierto haciéndome sentir un poco de pena.
"No me mires así," dije apenada.
"No puedo evitarlo, eres perfecta." Dije Ovidio con una sonrisa en su rostro.
Como estaba distraído le aventé agua en la cara.
"¿Así nos llevamos ahora?" Dijo con una sonrisa retadora.
Él me cargo a la fuerza y camino así lo más profundo del Río y me dejo caer al agua. Salí del agua de inmediato.
"¡OVIDIO!" Grite.
Él solo se reía a carcajadas.
"Me las vas a pagar," dije.
No las pasamos increíble. Nadamos por un rato y luego nos echábamos clavados desde arriba de una piedra.
Después de unas dos horas salimos del Río y nos fuimos a sentar debajo de un árbol.
"¿Tienes hambre?" Él preguntó.
"Si."
Él se dirigió a la camioneta y bajo la canasta de picnic que había echado antes de venir. El puso la canasta en el suelo y sacó botellas de agua y fruta picada. Los dos comenzamos a comer y a beber.
"Hace mucho que no hacía estás cosas," Ovidio dijo.
"¿De que hablas?" Pregunté.
"Hacer estar cosas. Todo el tiempo es los negocios, fiestas, esconderme y esas cosas." Él explicó.
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