LVI

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[NARRA DAILA]

Había pasado una semana desde aquel horrible día en el perdí a mi bebé y la traición de Ovidio. Ese día jamás se me olvidará porque fue el día que odie a Ovidio con todo mi corazón.

Iván nunca se fue de mi lado durante ese momento y hasta el día de hoy sigue estando a mi lado lo cual se lo agradezco mucho. Él fue el que se encargó del todo el escándalo diciéndole a la empresa que diera un comunicado informado que había sufrido una caída y que estaría en reposo por unos días. Nunca informó a la empresa del embarazo para que no me dieran un castigo mayor.

Oculte mi embarazo, la pérdida de mi bebé y la traición de Ovidio a mis padres porque no quería que se preocuparan por mi y sabía que lo odiarían mucho.

Todo mi reposo lo pase con mi familia lo cual le agradezco a Iván porque él le ordenó al dueño de la empresa que me lo permitiera. No puedo pedir a otro mejor amigo que Iván, que él solo se ha preocupado por mi.

A las chicas también les oculte todo porque no quería que tampoco se preocuparan y porque no quería meterlas en problemas.

Ovidio no ha dejado de enviarme mensajes con Nicolás pero le pedí que no me hablara de él o si no le pediría a Iván que lo despidiera. Lo único que sabía de Ovidio era que se la pasaba en su rancho con sus hijas.

Hoy me tocaba regresar a Mexico para regresar a mis proyectos y seguir con mis presentaciones con el grupo.

Llegue a la casa donde las chicas me habían preparado una cena sorpresa. Me habían preparado enchiladas verdes, mis favoritas.

Todas me abrazaron en cuanto crucé la puerta con mi moleta.

"Ya te extrañábamos," dijo Jessica.

"¿Como te sientes?" Cristina pregunto.

"Mejor que nunca," respondí.

Violeta llevo mi maleta a mi habitación por mi y después salí con un ramo de rosas blancas y con una pequeña tarjeta.

"¿Y esto?" Pregunté sonriendo.

Creo que con la cena era suficiente y las flores estaban de más. De verdad que las chicas me extrañaron y se preocupan por mi.

Tome la tarjeta de inmediato para ver lo que las chicas habían escrito.

"Espero que pronto te sientes mejor, te amo mucho, Ovidio." Leí en voz alta.

Las chicas comenzaron hacer ruidos y me hacían burla.

"¿Que es esto?" Pregunté confundida mirando a las chicas.

"Ovidio las envió, más bien envió como cincuenta ramos de rosas blancas." Jessica dijo.

Traté de no llorar así que fingí una sonrisa. Quería romper la tarjeta y tirar las rosas pero tenía fingir que todo estaba bien y que estaba feliz por el lindo detalle de Ovidio.

"Todos los ramos los metimos a tu habitación para que fuera sorpresa," Cristina dijo.

"Mejor vamos a cenar que muero por probar las ricas enchiladas," cambie de tema.

Todas pasamos a la mesa donde hablamos de cosas que nos habían pasado en nuestros proyectos en solitario y uno que otro chisme de los demás artistas.

"Daila," Jessica dijo.

La mire y ella solo tenía una sonrisa perversa en su rostro y conociéndola sabía que era algo inapropiado.

"¿Sabes quien estuvo preguntando mucho por ti?" Dijo.

Las demás solo negaban con la cabeza sonriendo.

"No," respondió.

"El conejo malo," río a carcajadas al igual que todas las chicas.

"Creo que le gustas," Cristina me guiño el ojo.

"Solo trata de ser amable y más porque apenas acabamos de grabar un tema," dije sin interés.

Las ideas locas de Jessica son tan graciosas, no creo que a Benito le guste y más sabiendo de la gran fama que tiene que podía tener a cualquier mujer del mundo a sus pies.

"Todos los días llamaba para saber cómo estabas," Jessica dijo.

Cuando estuve en reposo decidí no contestar ninguna llamada o mensaje excepto por las de Iván porque quería olvidarme de todo por completo así que nunca tuve la oportunidad de hablar con Benito.

"Solo es amable," insistí.

"Pues no creo que solo sea por amabilidad. A lo que yo se el tuvo la oportunidad de hacer la canción con cual quiera de las cuatro y te escogió a ti," Jessica siguió insistiendo con esa idea.

"Pero de todos modos tú estás con Ovidio y si él se entera de esto puede hacerle algo a Benito," Violeta dijo.

Todas llevamos nuestras miradas así ella.

"¿Que? Es lo que hacen los hombres como él," ella dijo como si nada.

Ya se lo que Ovidio sería capaz de hacer pero no me importa porque ya no estoy con él.

Cuando terminamos de cenar todas nos pusimos a recoger todo para después irnos a la cama porque mañana tendríamos un día muy pesado.

Entre a mi habitación y en efecto ahí estaban todos los ramos de rosas blancas con tarjetas y cartas que él había escrito. Tome una tarjeta porque tenía curiosidad de saber lo que decía. Aunque no quería aún sentía algo por él.

'Daila, se que no quieres verme por lo que hice y se que no tengo perdón pero no quiero perderte. Realmente soy un pendejo porque no solo te perdí a ti si no a nuestro hijo. Ratoncita perdóname, por favor.'

Era lo que decía la tarjeta lo que provocó que llorara sin parar pero en silencio porque no quería que la chicas se dieran cuenta. Llore tanto que me quede completamente dormida.

Al día siguiente tenía los ojos hinchados de tanto llorar que las chicas se preocuparon y me hicieron mil preguntas y mi excusa fue que tuve un gran dolor de cabeza.

Llegamos a la empresa y mientras las chicas se estaban preparando para practicar fui a la cafetería por un café para poder despertar.

Tome mi café y sentí que alguien se paro atrás de mi. Sentí un escalofrío recorder todo mi cuerpo.

"¿Esta buena la pizza de aquí?" Escuché una voz familiar.

Me giré y él estaba ahí parado con una sonrisa.

"Alfredo, ¿cómo estás?"

Él me saludó de beso y abrazo.

"Vine de rápido para invitarte a mi fiesta de cumpleaños," Alfredo dijo.

Iván me había dicho que toda su familia se habían enterado de lo que había pasado y todos estaban enojados con Ovidio y que ninguno lo había visitado en días.

"Y no te preocupes por el pendejo de Ovidio yo lo pongo en su lugar si te hace algo," él dijo.

"No creo que pueda ir."

"Daila, tú eres una de mis amigas así que tienes que ir o si no vendré por ti personalmente," él me amenazo.

"Esta bien," le sonreí.

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