XVI

545 24 2
                                    

NARRA IVÁN

Estaba completamente sorprendido de lo tonto que puede llegar a ser Ovidio aveces. Hay muchas viejas en Sinaloa de donde escoger y se le ocurre llevarse a una cantante famosa y aparte Americana. Ese cabron de plano no piensa que eso puede perjudicarnos a todos, no solo a él. Lo menos que queremos es llamar la atención y este pendejo se lo ocurre llevarse a esa chica a la fuerza.

El día de la fiesta de Frida cuando Ovidio y yo llevamos a la chica al cuarto después de desmayarse pensé que sus compañeras y su manager se la habían llevado porque recuerdo muy bien que las demás chicas se despidieron de Frida y hasta de mi porque según ellas tenían un vuelo que tomar a Miami. Ovidio parecía estar tranquilo toda la fiesta y siempre estuvo presente en todo momento así que no se me pasó por la cabeza que fuera hacer algo así. Lo que si note fue como el se acercaba a la mesa de las chicas a cada rato lo cual no me agrado porque por el momento el mantiene un bajo perfil a comparación de Alfredo y yo que somos muy conocidos y no quería que empezara a llamar la atención.

Si que estaba muy molesto cuando llegamos a una de las casa de seguridad de Ovidio y mire a la chica con el. Podía notar en la cara de la chica que ella no quería estar ahí pero Ovidio ya es un hombre y ya no puedo regañarlo como cuando éramos niños así que solo discutimos pero Alfredo como siempre trato de tranquilizarnos. Yo no quería hacer el problema más grande así que mejor me puse a tomar con ellos.

Cuando ya estamos un poco tomados saque mi cartera de mi pantalón porque estuvimos apostando a ver quien se tomaba las cervezas más rápido así que la deje sobre la mesa. Ovidio y Alfredo ya estaban borrachos así que los ayude. También lleve a Daila a su habitación porque casi estuvo apunto de caerse.

Me subí a mi camioneta y mire a Alfredo dormido. Iba en camino a mi casa pero no me podía sacar de mi mente a Daila. Sentí un dolor en mi pecho al escucharla pedirme ayuda. Si quería ayudarla no solo por ella si no también para el negocio para evitar problemas pero si lo hacía iba a iniciar una guerra entre hermanos y eso no es bueno para el negocio.

Llegue a mi casa y le pedí a mis hombres que bajaran a Alfredo y lo llevaran a unas de mis habitaciones. Cuando entré a mi habitación empecé a quitarme mi cadena de oro, mi reloj y mis anillos para poder cambiarme a algo más cómodo para poder dormir. Note que cuando quise sacar mi cartera de mi pantalón no estaba.

"Puta madre," susurré.

Salí de mi habitación para ver si la había tirado pero no estaba por ningún lado así que fui a checar mi camioneta pero tampoco estaba ahí. Solo espero que no se me haya caído en el camino de la casa de Ovidio a la mía en la calle. Traté de hacer memoria y recordé que la había sacado en la casa de Ovidio y la dejé en la mesa y cuando lleve a Ovidio su cuarto la olvidé ahí.

Me subí a mi camioneta y me dirigí a la casa de Ovidio lo más rápido posible. Cuando llegue a su casa sus hombres me abrieron el portón para meter mi camioneta.

"¿Pasa algo, señor Iván?" Uno de los hombres me preguntó al bajarme de mi camioneta.

"Solo olvide algo," respondí.

Me dirigí a la puerta pero me sorprendió al escuchar a Ovidio gritar. Abrí la puerta y mire a Daila bajando las escaleras corriendo y atrás de ella estaba Ovidio. En cuando ella me vio, corrió a mis brazos llorando.

"Iván," ella susurró mi nombre.

Sentí que mi corazón comenzó a latir más rápido de lo normal. Sentía una sensación muy extraña adentro de mi.

Ella se separó de mi para esconderse atrás de mi pero me tenía agarro de mi camisa.

"Pinché vieja, ¿te crees muy vergas para amenazarme? ¿Sabes que les pasada a las putas que me amenazan?" Dijo Ovidio furioso.

"Ovidio, cállate el puto hocico." Dije.

El comenzó a reírse a carcajadas.

"Todas esas putas están tres metros bajo tierra," dijo él.

Una de las razones por las cuales no dejaba que Ovidio se pasara de copas era porque cuando estaba borracho era una persona muy violento. Pensé que se le bajaría lo borracho durmiendo por eso deje a Daila con el pero me equivoqué. Gracias a dios llegue a tiempo antes de que pasara una tragedia.

"Iván, sácame de aquí. Tengo mucho miedo," Daila dijo con lágrimas en sus ojos y temblando de miedo.

"Estás tomado y no sabes lo que dices. Lárgate a tu cuarto," le ordene pero este se acercó a mi y a Daila.

Daila apretó fuerte mi brazo.

"Daila, salte y súbete a mi camioneta ahorita te alcanzo." Dije.

"Ella no se va a ningún lado," Ovidio dijo.

De pronto sentí un gran puñetazo en mi rostro que hizo que perdiera el balance y cayera al suelo. Sentí el sabor de sangre en mi boca. Limpie mi labio y mire que mi mano estaba manchada de sangre.

Ovidio tomó a Daila del brazo y la jalo para llevársela pero lo detuve. Le di un puñetazo y como andaba borracho cayó el suelo noqueado.

"¡OH MY GOD!" Grito Daila al verlo en el suelo tirado sin moverse.

Lo levante y lo lleve al sillón.

"¿Está muerto?" Pregunto Daila preocupado y alterada.

"No, solo que lo noque," respondí.

"Estas sangrando," ella dijo.

Toque mi labio y aún estaba sangrando.

"Solo es un rasguñó," sonríe.

Ella se sentó en el sofá suspirando.

"¿Estas bien?" Pregunté.

De la nada ella comenzó a llorar desconsoladamente. Yo no sabía ni que hacer ni que decir para que se calmara.

"Trae tus cosas... te llevare a tu casa," dije con la esperanza de que se sintiera mejor ya que es lo que ha querido desde el principio.

"¿Y Ovidio?" Preguntó.

"No te preocupes. Yo me encargo de él."

Ella se levantó del sillón y estaba apunto de subir las escaleras pero se detuvo.

"¿Me harán algo si decido ir a la policía?" Ella preguntó dándome la espalda.

Temía que ella dijera eso porque no quería hacerle nada malo. Las reglas aplican para todos sin excepción. Si alguien va de soplón lo único que le espera es la muerte.

"No podrás porque los muertos no hablan," respondí.

Ella se giró y me regaló una sonrisa.

"Ya estamos ha mano. Tú me ayudaste hoy y como agradecimiento no los delataré," me guiño el ojo.

Me senté en el sillón con una sonrisa en el rostro. Esta gabacha si que estaba loca.

"Además le debo unas clases de inglés a Ovidio," Daila sonrió.

NarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora