Sin dudarlo le respondí el besó. Tenía muchas ganas de que me hiciera suya. Quería sentir sus besos sobre mi piel y que me hiciera todo lo que él quisiera.
Los dos rompimos el besó para poder tomar un poco de aire.
"¿Me vas a dejar?" Pregunté.
"Créeme que me duele en el alma hacerlo pero tengo que hacerlo," él respondió.
"¿Por que?"
"Las cosas se pusieron un poco difíciles en el negocio y tengo mucho miedo que los contrarios te hagan algo malo," Ovidio explicó.
"Ovidio, yo quiero estar contigo. Seremos muy cuidadosos como hasta hora," suplique.
El tomo mis manos.
"Jamás me perdonaría si algo te llegara a pasar," el dijo.
Quería estar con Ovidio aunque eso significará dejar mi carrera para esconderme con él.
"Puedo dejar todo y irme contigo," propuse.
Los ojos de Ovidio se abrieron de la impresión y hasta le brillaban.
"No quiero ser egoísta. Tu vida sería un infierno conmigo," protesto.
¿Acaso ya no quiere estar conmigo? Le estoy dando todas las soluciones y solo me rechaza.
"Solo estarías escondida y tal vez no verías a tu familia," Ovidio dijo.
Suspire para no poder llorar pero era inútil ya que lágrimas corrieron por mis mejillas. Ovidio al darse cuenta las limpio.
"No llores porque será más difícil dejarte ir," Ovidio susurro.
Me lancé a sus brazos para poder abrazarlo y poder llorar más.
[NARRA OVIDIO]
Me dolía en el alma ver a Daila llorando y más porque era por mi culpa. A mi me duele más dejarla ir. Quería ser fuerte y no llorar pero por dentro mi corazón estaba hecho pedazos.
Tenía a Daila en mis brazos llorando como niña chiquita. Dejé que se desahogara para que secara todo lo que llevaba dentro.
"Daila, eres lo mejor que me ha pasado pero no quiero ponerte en riesgo." Le susurré al oído mientras ella lloraba.
Ya había tomado una decisión y ya no podía echarme para atrás. Iván hizo que abriera los ojos y me di cuenta que si hice las cosas mal con Daila y que si realmente la amaba tenía que dejarla ir para que ella no saliera lastima.
Después de un rato los ojos de Daila se secaron que ya los tenía súper rojos y hinchados. Se venía un poco adorable ya que no traía maquillaje y así era más hermosa.
Los dos nos encontrábamos acostados sobre la cama abrazos. Ella ya estaba más calma. Ninguno de los decía nada.
"¿Jamás te volveré a ver?" Ella pregunto.
"No lo sé." Suspiré.
Era más probable que se acabara el mundo a que volviera a estar junto a Daila.
"Que te parece si nos vamos lejos de Mexico a un lugar donde nadie nos pueda encontrar," Daila volvió a proponer.
Ahora que Daila menciona eso de irnos lejos se me vino a la mente sobre lo de su abuelo. Sabiendo que la DEA haría cualquier cosa y me ofrecería un gran trato solo por información tenía una oportunidad de estar con Daila. Podríamos irnos lejos y comenzar de nuevo con mis hijas.
"¿Estás dispuesta a dejar tu carrera y toda tu familia por estar conmigo?" Le pregunté.
"Claro que si," Daila confirmó.
Sentí una emoción apoderarse de mi cuerpo. ¿Acaso hay una posibilidad de comenzar mi vida de nuevo junto a la mujer que amo y mis hijas? Si de verdad hay una posibilidad haré todo lo posible por lograrlo.
"Entonces dame tiempo para tener un buen plan," dije.
Ella tenía una gran sonrisa en su hermoso rostro.
Le di un pequeño beso en los labios pero ella lo convirtió un un beso apasionado. Ella tomó mi mano y la puso sobre su pecho. Apreté un poco su pecho.
"Hazme tuya," rompió el besó y me susurró.
Con solo escuchar eso sentí que mi miembro se puso duro.
Le quite su sudadera y sus jeans en segundos dejándola con solo su ropa interior. Traía un conjunto rojo.
Comencé a besar su cuello mientras apretaba sus nalgas.
"Me vuelves loco," dije.
Ella solo río para después quitarme mi camisa. Para hacer todo más fácil quite mi pantalón y mi bóxer exponiendo mi pene.
Al ver a Daila ella ya estaba completamente desnuda acostada sobre la cama. Su carita de inocente hacía que me dieran más ganas de hacerla mía.
Comencé a besar y morder sus pechos mientras ella gemía. De sus pechos baje hasta su intimidad la cual pude notar que ya estaba mojada. Metí un dedo el cual hizo que Daila volviera a gemir.
"Que hermosa eres," dije mientras ella se cubría la cara con sus manos.
Para ser honesto me moría de las ganas de ya estar adentro que en cuestión de segundos mi pene se encontraba ya adentro de ella. Se sentía tan bien y apretado.
"!oh, fuck! Ovidio," Daila gimió.
Minutos después la puse en cuatro. Ella solo gemía y gritaba mi nombre lo cual me excitaba demasiado. Había pasado mucho tiempo que había estado con alguien así que no pude evitar venirme rápido.
Después de eso los dos nos dimos un baño y estuvimos acostados platicando hasta que se dieron las 2 de la mañana.
Daila tomó todas sus cosas porque Nicolás se la llevaría a su casa para evitar que se dieran cuenta.
"Te amo y te veo pronto," dije besando su frente.
Ella solo me regalo una sonrisa y después salió por la puerta.
Ahora tenía que moverme rápido para poder cumplir lo que le había prometido a Daila.
Me quede en la habitación una hora para darle tiempo a Daila en que llegara a su casa. En cuanto recibí la llamada de Nicolás que ya se encontraba en su casa salí disparado a mi camioneta y irme a Sinaloa.
*Horas Después*
Llegue a mi casa un poco cansado que lo único que quería hacer era dormir. Mire mi reloj y eran las 8 de la mañana.
Antes de subir a mi habitación para poder dormir entre a mi despacho para poder buscar unos documentos.
"Aquí esta," me dije a mi mismo al encontrar lo que estaba buscando.
Era el número y la dirección de uno de los abogados de mi papá que estuvo en todo su juicio.
"Bueno, ¿hablo con el señor Roberto Lopez Hernández?" Pregunté al escuchar que habían contestado mi llamada.
"Si, el habla. ¿En que lo puedo ayudar?" El respondió.
"Soy uno de los hijos de Joaquin y quiero pedirle un favor."